El pasado martes por la mañana me llaman por teléfono. Eran de la Cadena SER y me explican que el Miércoles quieren hacer un debate sobre la Ley Sinde y la Ley Lasalle en el programa La Ventana, de Carles Francino. Su intención es invitar a la presidenta de la Comisión Sinde para así tener las dos posturas. Me adelantan, eso sí, que prevén la posibilidad de que la presidenta decline la invitación si sabe que voy yo. Yo me encojo de hombros (gesto idiota para alguien que habla por teléfono) y le digo que conmigo pueden contar, vaya la presidenta de la Comisión Sinde o cualquier otra persona.
A las tres de la tarde del miércoles, a dos horas y media del debate, me llaman para recordarme que lo tengo pendiente y que van a contactar conmigo por teléfono poco antes de que comience. Aprovechan también para explicarme brevemente cómo funcionará la dinámica del programa y les digo que me parece todo muy bien, porque tal y como me lo explican será una conversación en igualdad de condiciones.
A las 17:30 horas el programa La Ventana anuncia el debate en twitter y yo, que llevo un par de horas repasando la ley y medicando mi leve afonía, aviso también de su inminencia. La presidenta de la Comisión Sinde comienza a hablar con su propaganda habitual y yo la oigo por la radio, como todo el mundo. Me extraña esto porque lo normal es que estemos los dos en línea simultáneamente, al fin y al cabo es la Cadena SER y estoy casi seguro de que tienen más de un teléfono. Cuando ya llevo diez minutos oyendo a la presidenta de la Comisión, por fin me llaman por teléfono, pero no para decirme que ya es mi turno de palabra, sino para decirme que cancelan mi participación en el debate. La excusa es “falta de tiempo”. Yo con “cara de portero goleao”, como diría Riki López, cuelgo el teléfono mientras escucho a la presidenta de la Comisión Sinde seguir con lo suyo en el programa.
Tuve que pedir disculpas a la gente de twitter por haberles invitado a escuchar propaganda con la promesa de que yo después trataría de contrarrestarla, lo que nunca sucedió.
Aprovecho ahora este medio para decir lo que la SER no me dejó con la excusa del tiempo, que efectivamente estaba lluvioso.
La presidenta de la Comisión Sinde, en su debate consigo misma, dijo durante el programa:
1.- Que lo que llamamos Ley Sinde es la modificación de tres artículos, por lo que ha habido una confusión con la amplitud de esta reforma.
No es la primera vez que se juzga la importancia o alcance de una modificación legal al peso, es decir, según el número de folios que ocupa. Ya en su día el expresidente de la Coalición de Creadores utilizó el mismo argumento manifestando que la llamada Ley Sinde eran solo “cuatro folios”. Los cuatro folios de la llamada Ley Sinde, incluso si los folios se han escrito con letra gordota, tienen el alcance que tienen: apartan a los jueces para que sea un órgano administrativo el que decida qué es una infracción y qué contenidos deben retirarse de internet.
2.- Que han hecho unos “ajustes en la Comisión” Sinde para redundar en una mayor “eficiencia del trabajo”.
Tras tanto eufemismo se esconde algo mucho más crudo. Según el texto de la reforma, la Comisión se convierte en una especie de tribunal de excepción para los casos relacionados con propiedad intelectual y será quien imponga todas las acciones coercitivas necesarias para que se cumplan sus propias resoluciones. La Comisión podrá adoptar medidas para que se interrumpan aquellos servicios que crea infractores y para retirar contenidos. Es más, podrá incluso imponer multas de hasta 300.000 euros cuando considere que hay reincidencia. También puede pedir a los intermediarios que te prestan servicios de publicidad o de hosting que dejen de dártelo bajo pena de multa de hasta 600.000 euros. Además podrá bloquear el acceso a webs extranjeras que dirijan sus servicios específicamente a España si consideran que infringen derechos de propiedad intelectual. Hay que tener en cuenta que todo esto se hará según el criterio de unos meros funcionarios que el Reglamento ni siquiera exige que estén licenciados en derecho sino que basta con que tengan “conocimientos” en propiedad intelectual.
3.- Que en la Comisión hay garantías porque interviene un juez.
Es sorprendente que esto pueda sostenerlo la presidenta de la Comisión Sinde porque ella, como yo, habrá notado que el juez no aparece por ninguna parte. Llevo un buen número de casos ante la Comisión y jamás he visto al juez ese del que habló ayer en la radio su presidenta. ¿Dónde lo tienen? ¿Se le puede ir a visitar? La respuesta es sencilla y la da el propio reglamento de la Comisión, que dice en sus artículos 22 y 23 que es la Comisión quien decide qué es una infracción y quien ordena la retirada de los contenidos. El juez solo aparecería si la persona contra la que se dirige el procedimiento es tan valiente como para incumplir lo ordenado en la resolución. Ni que decir tiene que hasta ahora nadie que yo conozca ha sido tan osado, pero incluso si lo hubiera el juez aparecería simplemente para ejecutar la medida que ha acordado la Comisión. De hecho el juez tiene prohibido entrar en el fondo del asunto, de manera que ni siquiera si considera que la Comisión ha errado en su resolución puede oponerse a ejecutar la medida. Solo podrá hacerlo en el caso extremo de que la medida afecte a determinados derechos constitucionales como el de libertad de expresión.
4.- Explicó qué es la copia privada según su interpretación de la Ley.
Finalmente, de una forma confusa y tratando desesperadamente de evitar respuestas concretas y precisas, la presidenta de la Comisión Sinde explicó cómo quedaría la copia privada. Su tartamudez en esta parte del programa me hizo apreciar cierta vergüenza para decir las cosas claras. Aprovechemos para dejarlo claro: las únicas copias que serían legales tras la modificación de la Ley serían aquellas que se hacen de un soporte original que has comprado, por tanto serían ilegales las copias de un original alquilado, la de un original que te presta un amigo e incluso las que parten de una obra que has comprado tú mismo pero que no está en un soporte físico. También puedes grabar de la tele o de la radio siempre que la copia sea temporal (no te olvides de borrarla) y únicamente si el objeto de la copia es disfrutar de la obra en un momento “más oportuno”. Es tan ridículo y tan de los tiempos de la familia Alcántara que en cierto modo comprendo la vergüenza de la presidenta a la hora de expresarlo claramente. Es más, yo, que a estas alturas ya me contento con poco, me congratulo de que al menos tenga esa vergüenza que creí notarle. Últimamente ni siquiera eso abunda.