Cuando el cuerpo dice basta

24 de abril de 2024 20:27 h

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Ninguna resistencia es perfectamente elástica. Ni siquiera la de Pedro Sánchez. Todo aquel que haya estado en política lo sabe bien. No es lo mismo que se metan contigo que con los tuyos. Hasta los políticos tienen a alguien que les importa más que la política. 

La carta de Sánchez es verdad. Puede gustar más o menos, puedes estar de acuerdo o no, puede parecerte cobarde o valiente, oportuna o inoportuna. Pero es verdad. Puede que tenga cálculo e intencionalidad política, pero seguirá siendo verdad y eso no va a cambiar. 

El presidente ha llegado a ese punto donde uno se pregunta si merece la pena seguir aguantando esto a cambio de lo que sea. Todos hemos estado allí alguna vez y, cuando llega ese momento, nada ni nadie lo puede parar. Cuando el cuerpo dice que no aguanta más, no elige el momento ni tiene en cuenta la oportunidad. No le importa si hay elecciones o no, o si hay que apoyar a un candidato o a otro, o si hay que gobernar o dejar de hacerlo. 

El campeón mundial de la resistencia ha dicho basta. Si eso no supone un toque de atención que merezca ser escuchado, cuesta imaginar cuál puede serlo. El último CIS colocaba a la política y los políticos como el primer problema de España. Si hay algún objeto político en esta carta debería ser provocar la reacción moral de toda esa gente que en este país está harta y cansada de una política que solo sabe crear problemas que no sabe cómo solucionar. 

Sánchez busca la empatía de los suyos y la va a lograr. Seguramente tenga alguna esperanza en lograr al menos comprensión entre sus socios y aliados. La pregunta es qué efecto tendrá en una derecha política y mediática tan convencidas de que Sánchez era irreductible que, ahora mismo, debe de estar preguntándose si es verdad o es otro truco del taimado Sánchez. El primer instinto será convertir la humanidad del rival en debilidad y convertir la carta en la pistola humeante que andaban buscando. A nadie le gustan los abusones. Deberían pensar en eso antes de tener que arrepentirse de haber hablado.