Cientos de emigrantes españoles salimos a las calles hace un año en más de treinta ciudades de todo el mundo para protestar con las causas y los causantes de la crisis que nos ha expulsado de nuestro país.
Bajo el lema “No nos vamos, nos echan” se produjo la primera protesta coordinada fuera de nuestras fronteras protagonizada por quienes nos hemos visto obligados a buscar en el extranjero, no ya un futuro mejor, sino simplemente un futuro. Ese día cristalizó el sentimiento que más tarde pondría nombre a nuestro colectivo: Marea Granate.
Desde que empezó la crisis en 2008, más de medio millón de españoles se han marchado de España, y hablamos solo de cifras oficiales: incluyendo a las personas que no se han inscrito en los consulados de los países de acogida somos muchísimos más.
Nacida al calor de los movimientos sociales surgidos en España en los últimos años, muy especialmente el 15M, nuestra marea adopta el color de nuestros pasaportes y simboliza un billete de ida… demasiadas veces sin vuelta. Porque aunque a nuestros dirigentes les guste hablar de jóvenes aventureros, de movilidad exterior y “enriquecedoras experiencias en el extranjero”, la realidad es que somos exiliados económicos y que en muchos casos no podremos regresar a casa.
En Marea Granate hay gente sin estudios universitarios, pero también hay, y muchos, doctores, arquitectos, científicos, ingenieros, profesores, y un largo etcétera de licenciados y graduados superiores.
Nuestro colectivo hace patente una evidencia: el Gobierno español está poniendo las maletas en el felpudo a la generación mejor preparada de la historia de nuestro país – formada, por cierto, con recursos públicos pagados por todos los españoles-, la generación que tendría que estar contribuyendo a sacar al país del agujero negro en el que nos han metido.
Un recorte acumulado de 3.000 millones de euros en Sanidad desde el inicio de la crisis no solo ha dejado sin recursos a los centros sanitarios, sino que han expulsado del sistema a 52.000 profesionales de la salud, personal médico y de enfermería de competencias tan excepcionales que es recibido con los brazos abiertos en muchísimos países de Europa incluso sin hablar el idioma del país de acogida.
El derrumbe en el gasto en investigación (del 37% desde 2009), sector económico clave para la recuperación económica y elemento indispensable para lograr un cambio de modelo productivo, ha obligado a hacer el equipaje a miles de investigadores que hoy contribuyen al desarrollo científico de otros países mientras los laboratorios de España se quedan desiertos.
Mientras, la caída del presupuesto en Educación, de un 24% en los últimos tres años, su encarecimiento y el aumento de trabas para conseguir becas pintan un futuro muy oscuro para los miles de jóvenes españoles que ya no estudian porque no pueden permitirse estudiar. También, para los profesores se han quedado sin trabajo y se están viendo forzados a emigrar.
Son solo tres ejemplos de cómo el gobierno español está alentando una fuga de cerebros y de mano de obra que, aunque a corto plazo beneficie su imagen por dejar vacantes en las listas del paro, a la larga lastrará la economía de nuestro país de forma irreparable.
Desde Marea Granate llevamos un año luchando por nuestros derechos como emigrantes y gracias a ello, hemos entrado en contacto con la realidad de quienes emigraron mucho antes que nosotros, convirtiendo en nuestras algunas de sus demandas y también incorporando otras más recientes.
Entre nuestros caballos de batalla se encuentran la cobertura sanitaria fuera de España, que con los últimos cambios legislativos ha quedado reducida a la mínima expresión, y nuestro vapuleado derecho a voto; gracias a la introducción del llamado “voto rogado” (modalidad que restringe los plazos y obliga a mostrar un deseo expreso de votar en cada proceso electoral), la participación entre los españoles residentes en el exterior se desplomó hasta un ridículo 5% en las últimas elecciones generales de 2011.
Junto a estas reivindicaciones concretas, en Marea Granate seguimos denunciando las injusticias que se producen a diario en nuestro país, desde leyes como la reforma del aborto y la Ley de Seguridad ciudadana hasta el trato denigrante e inhumano dado a las personas sin papeles que llegan a nuestro país.
Ahora nosotros somos como tantos otros emigrantes que llegaron a España en busca de oportunidades; somos como aquellos a los que seguimos expulsando, disparando y separando con vallas para impedir que atraviesen nuestras fronteras. Nosotros, que ya estamos en el otro lado.
Sentimos rabia, rabia cuando nos enteramos de que otro amigo o amiga han hecho las maletas, rabia cuando nuestros padres nos piden que no volvamos porque 'ahora en España no hay nada que hacer', rabia por ver que los responsables de la crisis en nuestro país migran de consejo de administración en consejo de administración de compañías del IBEX, mientras nosotros debemos cruzar fronteras y océanos para encontrar un trabajo digno, rabia por sentir que nos han robado el futuro a quienes nos hemos ido y, por supuesto, a los que se han quedado.
Soplamos nuestra primera vela sabiendo que habrá muchas más, pero queremos seguir siendo visibles para la sociedad española. Seguiremos denunciando las políticas perpetradas por nuestros dirigentes y el aumento de la injusticia social en España. Continuaremos peleando desde todas partes, allá donde nos encontremos, porque queremos para nuestro país un sistema político sin corrupción, más democrático, con un modelo económico viable e igualitario.
Seguiremos luchando por un motivo simple: queremos volver.