Ética y Economía: La necesidad de democratizar la discusión

Una cosmovisión es un marco explicativo de la realidad, el antifaz con el que las personas y las sociedades descifran la vida. A partir de las diferentes cosmovisiones se configuran ideologías, teorías, doctrinas y demás visiones del mundo como el cristianismo, el marxismo, el humanismo, el socialismo o el liberalismo, entre otras muchas. Estas concepciones interpretan la realidad y todo lo que existe a su alrededor de una manera particular asumiendo determinados posicionamientos éticos. La ética, como la ideología, es inherente al ser humano y está presente en todas las acciones que éste realiza, incluidas por supuesto las de creación de conocimiento.

A pesar de que en sus orígenes más remotos la Economía fue considerada una disciplina subordinada a la ética y la política, algunos economistas, entre los que destaca el premio Nobel Amartya Sen, han señalado que durante los últimos siglos se ha producido un gran distanciamiento entre la corriente dominante en Economía y la ética. En mi opinión no existe tal distanciamiento puesto que tal cosa es imposible[1]. No existe Economía sin ética ni ideología, del mismo modo que no pueden existir peces sin agua ni seres humanos sin aire. Siempre que se aborda el estudio de la Economía se parte de concepciones muy determinadas sobre qué es vivir bien, cuáles son los fines de la vida o cómo deben comportarse las personas.

Sin embargo y por desgracia, en la mayoría de los discursos políticos y académicos se obvian estas cuestiones, presentando la Economía bajo la supuesta objetividad y neutralidad de una ciencia que por su misma naturaleza (social) nunca podría hacer afirmaciones de tal tipo. Un ejemplo claro de este modo de interpretar la Economía son las políticas impuestas durante los últimos años a países como España, Grecia o Portugal. Desregulaciones y liberalizaciones de mercados, privatizaciones, flexibilizaciones laborales, ajustes regresivos o recortes en el gasto social, se muestran como medidas económicas libres de connotaciones éticas e ideológicas, cuando asumen una manera muy particular de interpretar la vida. Aplicarlas argumentando con teoría económica que son la opción más “objetiva” es falso, deshonesto y está encubriendo la defensa de intereses particulares de colectivos concretos y minoritarios.

Los fines (cuestiones ideológicas) siempre determinan los medios a seguir (cuestiones técnicas), conllevando que toda discusión económica sea en primera instancia ética y política. Diferenciar como hace Sen, entre una Economía vinculada a la técnica y otra a la ética no es posible puesto que la técnica se crea con objetivos e intereses determinados, se crea por y para algo. Toda teoría económica parte de posicionamientos éticos e ideológicos, independientemente de que éstos se hagan explícitos o no. Mi experiencia me dice que en unas ocasiones por interés, en otras por ignorancia y en otras por una mezcla de ambas, rara es la ocasión en la que estos posicionamientos se ponen sobre la mesa para ser discutidos democráticamente. De no ser así, puede darse la contradicción de que millones de personas defiendan políticas que en nada tienen que ver con sus propios intereses y su modo de ver el mundo. La discusión no puede quedarse únicamente en el campo académico, también tiene que trasladarse a todos los ámbito de dominio público, para convertirse en piedra angular de cualquier proyecto democrático transformador[2].

Este artículo refleja exclusivamente la opinión de su autor.

[1] Para un análisis más detallado sobre esta cuestión ver el artículo que recientemente he publicado junto con Jorge Ollero Perán en la “Review of Radical Political Economics”. (2014) Is neoclassical economics scientific knowledge detached from ethics? A Kantian answer, an institutionalist alternative, Review of Radical Political Economics.

[2] Para cualquier persona que tenga interés en profundizar en estos temas, le recomiendo encarecidamente leer el próximo dossier de Economistas sin Fronteras, “La enseñanza de la Economía”, que saldrá a la luz durante el mes de Octubre (Dossieres EsF, nº 15, otoño de 2014).