Sostiene un veterano socialista que Susana Díaz es esa líder que busca, lanza y protege candidatos que luego terminan con ella. Se refiere a Pedro Sánchez pero también a Juan Espadas. Al primero lo llevó en volandas hasta la secretaría general del PSOE para cerrar el paso al vasco Eduardo Madina. Y al segundo, lo empujó hasta la candidatura de la Alcaldía de Sevilla para apartar del cartel electoral a su archienemigo Alfonso Rodríguez de Celis. Uno y otro se han conjurado ahora a impulsar el cambio en el socialismo andaluz y acabar con la resistencia de la ex todopoderosa lideresa a echarse a un lado para facilitar el necesario cambio de liderazgo y proyecto en Andalucía.
Sostiene el mismo interlocutor que Díaz le recuerda en estos días a aquella película de Fernando Fernán Gómez titulada El extraño viaje, donde el juez que investiga el asesinato de Ignacia pregunta a los viejos del pueblo: “Díganme, ¿doña Ignacia tenía enemigos? Y los vecinos respondieron: ”No. Ella nunca hizo favores“.
Sostienen, en este caso muchos socialistas, que Díaz, como Ignacia, no hizo nunca favores y tampoco amigos. Todo en ella es conveniencia e impostura. Antes y ahora. En su versión de todopoderosa presidenta de la Junta de Andalucía, en su registro de lideresa del socialismo andaluz y, por supuesto, en su fingida lealtad a la dirección federal después de que Pedro Sánchez le ganase las primarias para la secretaría general del PSOE, pese a la mayor y hasta obscena exhibición de poder orgánico que exhibió entonces la expresidenta de Andalucía.
Sostienen en el PSOE que nada en ella jamás nació de la naturalidad, mucho menos de la sinceridad. Por eso, cuando ahora se presenta a las primarias del PSOE andaluz para candidata a la Presidencia de la Junta con el lema “libertad y cambio” produce tanto sonrojo como bochorno en el socialismo andaluz. No en vano habla de libertad quien condujo el partido con mano de hierro, fulminó a cuantos le llevaron la contraria y aplastó a quien le pudiera hacer la más mínima sombra. Y habla además de cambio quien lleva siete años al frente de la dirección regional y toda su vida laboral, desde las Juventudes Socialistas, vinculada a una organización política.
Sostienen sus correligionarios que desde que a Díaz le han convocado las primarias en Ferraz -las anunció ella dos minutos antes de que lo hiciera la dirección federal- vuelve a las andadas contra Sánchez, tras interpretar durante dos años y medio el papel más abnegado de cuantos ha representado a lo largo de su vida política para ganarse sin éxito alguno la confianza del secretario general de los socialistas.
Sostienen en el PSOE sevillano que ella, que es devota de la Esperanza de Triana y la Virgen del Rocío, se entregó a un dios [Sánchez] en el que no creía; utilizó su palabra en vano [“mi presidente”, “mi secretario general”] y ahora que ese “dios” le pide un sacrificio en aras de la reconstrucción de un proyecto político sepultado el día que Moreno Bonilla llegó a la Junta de Andalucía, ella contesta que nunca fue creyente y que si tiene que encomendarse a satán no tendrá inconveniente en hacerlo si con ello consigue mantener el ordeno y mando.
Sostienen sus críticos que Díaz ha dejado demasiados cadáveres por el camino como para que el PSOE-A vuelva a apostar por alguien que ha hecho de la organización su único modo de vida. Si no ganó en su día a Pedro Sánchez con todo el poder institucional, orgánico, empresarial y mediático a su servicio, además de su bravura y sus amenazas, difícilmente podrá imponerse ahora a un Juan Espadas que huye de la radicalidad y el conflicto y atesora fama de moderado y pactista.
Sostienen en Ferraz que el alcalde de Sevilla sumará entre sus apoyos a ese 30% de “ex susanistas” rebotados, defenestrados y hasta humillados por la todavía secretaria general, además de a otro 30% de “sanchistas” irredentos con los que cuenta la federación andaluza. Un 60-40 en favor de Espadas es el peor escenario de cuantos dibujan en la candidatura del alcalde de la ciudad hispalense frente a los últimos restos del “susanismo” que quedan en una federación que hace tiempo que dio por amortizada a su lideresa en el partido y en la Junta, donde las posibilidades de que regrese se consideran nulas, con un Moreno Bonilla consolidado ya como presidente.
Sostienen también en Madrid que si las cuentas salen, tal y como las han hecho los impulsores de la candidatura de Espadas, Díaz será a partir de junio una Ignacia del socialismo, ese personaje de Fernán Gómez interpretado por Tota Alba en El extraño viaje, una película con la que el cineasta retrató magistralmente las miserias de los pueblos de la España de los sesenta de forma esperpéntica.
Sostienen los más escépticos con la “operación relevo” que si fallan los números, Sánchez anotará, tras el fracaso del PSM en las elecciones de Madrid, su segunda derrota desde que renació como secretario general del PSOE en mayo de 2017 y convirtió el partido en un remanso de estabilidad orgánica en el que no se escucha una palabra más alta que otra, y mucho menos una sola crítica a su estrategia política.
Y sostienen todos que esta batalla orgánica es una dosis de recuerdo de las peores crisis que vivió jamás el socialismo, que nada está escrito y que cualquier cosa puede pasar.
Continuará...