Soy de los que hace dos años y medio no sabía situar Ucrania en un mapa, así que si han venido aquí buscando la opinión de un experto en política internacional especializado en Europa del Este y Rusia y con conocimientos en seguridad y defensa, se han equivocado de artículo, prueben en la siguiente puerta. Si en cambio buscan a alguien que les cuente cómo acabará la guerra de Ucrania, les valgo yo mismo. Sin tener ni idea, curiosamente opino lo mismo que la práctica totalidad de expertos: ni Ucrania ni Rusia pueden ganar militarmente, así que solo puede terminar en una negociación con cesiones por ambos lados, y esta puede producirse mañana mismo o dentro de un año o de diez, pero llegará.
No tengo ni idea del asunto, pero llevo más de dos años leyendo artículos y entrevistas de, ellos sí, expertos en la materia. Y dejando de lado a los propagandistas de uno u otro bando, la opinión experta es unánime: ni Ucrania puede, sin mayor implicación de la OTAN, derrotar militarmente a Rusia y reconquistar todo el terreno perdido; ni Rusia puede vencer militarmente a una Ucrania armada y asistida por la OTAN, y asegurar sus conquistas. Empate catastrófico. Pueden comprobarlo ustedes mismos, a ver si encuentran un solo experto que diga lo contrario.
Sin embargo, esto lo sabe un mindundi como yo, pero no parecen saberlo ni Ucrania, ni Rusia, ni la Unión Europea, ni Estados Unidos ni la OTAN. Ucrania sigue pidiendo armas y asegurando que puede recuperar todo su territorio, y cada pocos meses nos anuncia la gran ofensiva que luego nunca llega. Rusia sigue movilizando tropas y bombardeando ciudades e instalaciones ucranianas, y estos días parece que sí, que avanza y gana terreno, hasta que en unas semanas vuelva a estancarse. La Unión Europea nos avisa de que nos preparemos para la guerra, Estados Unidos envía más armas y presiona a sus aliados para que aumenten su esfuerzo… Todos hacen como si no supieran que nadie puede ganar esta guerra.
Y lo peor no es que nadie pueda ganarla: es que tampoco nadie puede perderla, pues se ha convertido en una guerra existencial para todos los implicados, que fían su futuro a la victoria. Ucrania es la que más se juega en caso de derrota, obviamente, pues perdería parte de su territorio o incluso desaparecería como país independiente. Rusia por su parte -y no solo Putin- sabe que una derrota comprometería gravemente su seguridad futura. La Unión Europea ha apostado tanto en esta guerra que una derrota ucraniana equivaldría a una derrota europea, a la que no están dispuestos los países más próximos a Rusia, que temen ser los siguientes. Tampoco Estados Unidos, que pone en juego su condición de potencia hegemónica en el movido tablero geopolítico. Y la OTAN, que lleva años buscando nuevos enemigos que justifiquen su existencia, sufriría un fuerte revés pues, salvo tropas de combate, ha enviado todo lo que tenía en el arsenal.
¿Y qué hacemos entonces, si nadie puede ganar pero tampoco nadie puede perder? Se lo puedo decir yo que soy uno que pasaba por aquí, pero mejor atiendan a los expertos, que llevan más de dos años avisando de que tarde o temprano habrá que sentarse a negociar, abandonar posiciones maximalistas e irrenunciables por ambas partes, y alcanzar un acuerdo que acabe con una guerra que solo sirve para gastar munición y armamento, matar y herir soldados y civiles, causar destrucción y daño económico, reforzar el belicismo y enriquecer a la industria armamentística.
Cuando eso ocurra, seguramente lamentaremos no haber alcanzado el mismo acuerdo dos años antes, o un año antes, con el ahorro de muertos, destrucción y dinero que habría supuesto ponerle fin mucho antes. De hecho, se intentó en serio hace dos años pero las presiones e intereses de unos y otros lo hicieron imposible, y se ha vuelto a proponer en varios momentos por parte de terceros países sin que ninguno de los implicados abandonase la retórica de la victoria final. Estamos a tiempo de lamentarlo hoy, mejor que lamentarlo más dentro de otro año.