Hace unos días, el actor Bruce Willis anunciaba su retirada del mundo de la actuación tras haber sido diagnosticado de afasia.
Las afasias son trastornos del lenguaje producidos por daños en el cerebro. Las personas con afasia tienen afectada parte de su capacidad de comprensión o de producción lingüística. Porque, aunque la llamemos lengua, el órgano donde verdaderamente reside el lenguaje es el cerebro. Cada vez que oímos una frase, que leemos un texto o que queremos comunicar algo a nuestro interlocutor, nuestro cerebro se pone manos a la obra para armar o descodificar adecuadamente el mensaje lingüístico. En último término, la magia del lenguaje reside en la capacidad prodigiosa del cerebro para interpretar una señal acústica, visual o táctil como un mensaje con significado, o para transformar una idea abstracta y compleja en una secuencia de gruñidos.
Hay fundamentalmente dos zonas del cerebro implicadas en las habilidades lingüísticas: una zona (el área de Broca) está en el lóbulo frontal, que ocupa la región del cerebro situada por detrás de la frente; mientras que la otra (el área de Wernicke) está situada aproximadamente por detrás de las orejas. Un tumor, un ictus o una lesión que afecte a estas zonas hará que la persona pierda parte de su capacidad para el lenguaje. Lo interesante de estas dos áreas es que desempeñan funciones muy distintas en el procesamiento lingüístico, cosa que sabemos porque lesiones en una u otra zona producen afasias muy diferentes.
El área de Broca parece ser responsable fundamentalmente de la producción del lenguaje, es decir, esta área sería la encargada de controlar los aspectos relativos a la articulación lingüística y a la coordinación motora de los órganos que utilizamos para pronunciar (en el caso de las lenguas orales, como la lengua o el paladar) o del movimiento de los brazos y las manos en el caso de las lenguas signadas. El área de Broca parece tener también participación en aspectos puramente gramaticales, como el uso de artículos, preposiciones o conjunciones. Parece increíble que haya un lugar de nuestro cerebro donde viva nuestra capacidad para usar la preposición de o el artículo el.
Por otro lado, tenemos el área de Wernicke, que se encarga de la comprensión del lenguaje. Es decir, esta área sería la encargada de interpretar los enunciados. El área de Wernicke es además responsable del almacenamiento y selección de nuestro diccionario cerebral, lo que en lingüística se conoce como el lexicón mental.
El área de Wernicke y el área de Broca trabajan de forma conjunta, y es precisamente esa colaboración virtuosa y perfectamente orquestada la que permite la comunicación lingüística. Cada vez que queremos emitir una palabra, empezaremos rebuscando el término adecuado en nuestro lexicón mental, que vive en el área de Wernicke. El área de Wernicke nos proveerá de la información necesaria sobre la palabra que vamos a emitir, como por ejemplo cómo se pronuncia o qué significa. Una vez disponemos de la información del término seleccionado, el área de Broca pondrá en marcha la maquinaria necesaria para pronunciarla y los centros motores del cerebro mandarán la señal a los músculos para que ejecuten el movimiento deseado (colocación de las cuerdas vocales, los labios, la lengua, el paladar). Todo un pequeño milagro de planificación, coordinación y sofisticación neurológica que ocurre en milésimas de segundo y que ejecutamos de forma constante casi sin darnos cuenta.
Quizá cuando mejor se vea la importancia crucial que tienen estos centros del lenguaje y lo diferente que son sus cometidos sea precisamente cuando algo no va bien, es decir, cuando se produce una afasia. Una lesión en el área de Broca produce personas con problemas para planificar y ejecutar la secuencia articulatoria asociada al habla. Un afásico de este tipo tendrá un habla interrumpida, telegráfica y agramatical, formada tan solo por palabras sueltas y carente de palabras funcionales (como artículos o preposiciones) o de estructura sintáctica: “Caminar… parque…”.
Por contra, una persona que tenga afectada el área de Wernicke presentará serias dificultades para interpretar correctamente lo que se le dice y para acceder de forma adecuada a su lexicón mental. Como resultado, estas personas tienden a producir frases semánticamente incoherentes y plagadas de palabras inventadas o que no guardan relación alguna con lo que se les ha preguntado pero, a diferencia de las personas con afasia de Broca, el discurso será absolutamente fluido y articulado: “¿Sabes que piochachio prosendió y que quiero dibujarle círculos?”.
La afasia es un trastorno humanamente devastador por el inmenso impacto vital que acarrea y al mismo tiempo científicamente fascinante, porque nos permite asomarnos al lugar donde habita el lenguaje.