De repente la televisión pública, TVE, informa en sus telediarios de la fiesta de un partido neofascista que ha reunido en Roma a su líder, naturalmente, la presidenta de Italia Giorgia Meloni, al magnate Elon Musk, al dirigente de Vox, Santiago Abascal, y al jefe del Gobierno británico, Rishi Sunak, un xenófobo de cuidado pese a ser él mismo hijo de inmigrantes ricos. La pieza cuenta con la intervención en el escenario del ultraderechista español. Es la fiesta privada de un partido extranjero. Otros medios también dan cuenta del acto. En los ultras, con fuertes elogios a la italiana que hace uso de la propaganda para su cruzada internacional de implantación de su ideología. Musk, que acaba de venir de apoyar al genocida Netanyah en vivo y en directo, lleva colgado del hombro a un niño, uno de sus 11 hijos, que en este caso ha obtenido por gestación subrogada, y pide a los italianos que no se dejen implantar el que llama “virus woke”. Cualquier idea progresista la convierten en virus.
Comentan pues que Meloni no es tan fascista como parecía, al tiempo que justifican el previsto viraje autoritario de Milei nada más llegar a la presidencia de Argentina. Autoritario y de duros recortes a los más pobres. De hecho ha desbordado las previsiones más realistas y en una semana ha destrozado pilares esenciales del país. Aquí le comprenden y lo lavan con esmero. Allí, tiene voceros de la mentira capaces de decir en la televisión que no debe uno avergonzarse por hacer una sola comida al día. Antisistema, hemos oído llamar a Milei, cuando es un genuino representante precisamente del sistema ultraliberal y descarado populista de un rancio autoritarismo.
Y todo esto no es una excepción; la semana ha empezado así, y aun peor si nos atenemos a un fenómeno ideológico que puede calificarse de huracán involucionista. Es la consecuencia matemática de la normalización de la ultraderecha que se ha llevado a cabo con enorme eficacia a través de un gran número de medios informativos. Muchos ya no hacen otra cosa que propaganda.
Uno de los chiringuitos de la caverna, El Debate, montado en este caso por organizaciones ultracatólicas, tiene escasa audiencia real pero entra en la penetración de las redes y sus prolongaciones y trae todo el compendio de la agenda conservadora. Pedro Sánchez, por ejemplo, no debe hacer bien ni calzarse por las mañanas. Llevan a graves confusiones a sus potenciales audiencias al poner en duda el Estado de derecho en España, en línea con el PP, que es el principal transgresor de ese Estado.
Pues bien, recomiendan esta semana un libro de C. S. Lewis, 'La abolición del hombre', publicado hace 80 años por el creador de 'Crónicas de Narnia'. El artículo se titula así: 'Hace 80 años nos estaban advirtiendo sobre la mutación antropológica que parece haber comenzado ya', y es un furibundo ataque desde el hoy a la condición trans a la que, con múltiples citas eruditas, terminan conectando con el nazismo.
Poco más tarde, encontré en El País otra columna: 'Contra el consentimiento'. Se nos dice que la autora es inequívocamente feminista, pero reclama “regresar al paradigma de la igualdad”. Que la cosa no va de si se consienten o no las relaciones sexuales sino de dominación, y hay que empezar por el principio: lograr esa igualdad ¿con una varita mágica, si acaso?
Nuestra Meloni arrabalera se lanza a felicitar la navidad desde el pretendido Estado paralelo de Madrid y lo hace ya sin pudor alguno que oculte cómo maneja el dinero público. El vídeo de Ayuso lo ha realizado directamente el Opus Dei: lo ha producido y protagonizado el Opus Dei, a través de Beta Films, una fundación privada dedicada a documentales de Josemaría Escrivá de Balaguer. El coro de adolescentes protagonistas, calcados unos de otros, es del colegio Tajamar, uno de los más afamados del Opus, cuyos alumnos estudian segregados por sexos. De todo ello informa Raquel Ejerique.
Es enternecedor, ¿verdad?, ese espíritu tan católico, tan ultra católico, en una persona que dejó morir sin asistencia médica a 7.291 ancianos en las residencias a su cargo, por un protocolo firmado que los abandonó sin piedad. ¿Y enseñar en las aulas “los milagros de la Virgen”? Esto se lo deben en Elche los votantes de PP y Vox. La lista empieza a parecer interminable.
Han puesto de moda el fascismo que hace fiestas con famosos de diverso pelaje, y el no comer sino una vez al día si eres pobre. Y vuelve –aunque nunca se fue– un machismo de cuño rancio que quieren vestir de normalidad. Y el trasiego de contrataciones con las familias ideológicas a nuestra costa.
Mucha gente empieza a estar harta de las ficticias batallas políticas que hurtan derechos o no aportan soluciones. Interesante el Barómetro de Simple Lógica para ElDiario.es. Se muestra rotundo: La mayoría de los ciudadanos quiere que el Gobierno priorice la sanidad y la educación y frene la inflación. El conflicto en Catalunya, el salario mínimo o la lucha contra el cambio climático son menos prioritarios para los españoles, aunque hay diferencias por edad y entre los votantes de cada partido. A los votantes del PP les preocupa Catalunya más que las políticas sobre vivienda y son los menos interesados en que se suba el salario mínimo. A los de Vox, Catalunya también más que la inversión en educación. Y a los de ambos partidos prácticamente nada en luchar contra el cambio climático.
Hay más, y condiciona asuntos esenciales de la esfera internacional. Tres rectoras de las más prestigiosas universidades de Estados Unidos, Claudine Gay (Harvard), Elizabeth Magill (Pensilvania) y Sally Kornbluth (MIT Massachusetts), han tenido que comparecer ante la comisión educativa en el Capitolio, acusadas de antisemitismo o de permitirlo por las manifestaciones en los campus contra la masacre que perpetra el Israel de Netanyahu sobre los palestinos en Gaza. El señalamiento parte de los republicanos en su constante guerra electoral con los demócratas. Se da la circunstancia de que en Estados Unidos los alumnos pagan sus estudios y se endeudan para ello, pero los accionistas del negocio son los de alguna manera donantes. La defensa de las rectoras quedó sepultada, nos dicen, por las críticas a los campus como lugares demasiado liberales, con insuficiente número de profesores “conservadores”. Una de ellas ha dimitido. La ola conservadurista de EEUU es profunda desde Trump en particular. Otro redomado hipócrita. A dios rogando y con el mazo dando como todos estos fariseos de manual. Pero hay que ver como presionan los líderes del movimiento en cada país con el aplauso de miles o millones de abducidos.
El huracán involucionista llega como consecuencia de la normalización de la ultraderecha practicada por los medios, y siempre de la frivolización, de la ignorancia, de la desinformación, del egoísmo que impele a mirar hacia otro lado ante graves injusticias.
Publicaba estos días elDiario.es una entrevista con la académica austriaca Ruth Wodak sobre el auge del fascismo y su implantación en la sociedad actual. El modelo ideal que buscan, y cada vez con menos disimulo, es ese de neoliberales, blancos, patriarcales, con familias de muchos hijos, cristianos… que a la vez son contradictorios y falsarios.
Los sin camisa van entregando los últimos jirones que les quedaban, aplauden a la zanahoria que no traerán los políticos porque no la buscan para ellos, mientras cientos de informadores se quedan en la antesala de la verdad por mandato y cobardía o falta de rigor y compromiso con la sociedad.
Bueno, en Polonia han echado a los fascistas. En España también, a algunos de ellos y de sus correligionarios, aunque andan gritando como descosidos de la noche a la mañana todos los días y es una agonía con tantos cómplices. A ver si por fin los intereses del ruido nos dejaran vivir tranquilos. Nunca está todo escrito, pero cuidado que la ola de involución ya se ha llevado mucho, que nos quieren a pan y agua y, a las mujeres, con la pierna atada a la pata de la mesa y todos viendo la tele idiotas perdidos.