¿Por qué la izquierda es superior?

6 de agosto de 2022 22:19 h

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La derecha suele sufrir con el hecho de que las personas de izquierda se consideren moralmente superiores. La lástima para ella es que es un hecho objetivo y empírico, cada vez más demostrable con la simple asistencia a la actualidad política. No es una cuestión solo de moral, es que políticamente la izquierda ha demostrado de manera concreta y material ser infinitamente superior a una derecha darwinista, egoísta, individualista y que solo se preocupa por su interés particular, incluso cuando eso degrada la convivencia, el debate público y los espacios de socialización hasta el punto de priorizar sus posibilidades electorales frente a la supervivencia de nuestro bienestar y nuestro territorio.

La responsabilidad al gestionar los recursos de todos independientemente del coste electoral que pueda llevar hacerlo es una de las principales capacidades que está demostrando la izquierda y que por sí sola demostraría una superioridad moral manifiesta frente a la derecha. Si hay que tomar medidas por un bien superior y colectivo se toman, a pesar de que puedan ser impopulares. La crisis climática conlleva aprobar medidas que pueden ser muy costosas en términos de popularidad porque exigen hacer sacrificios a cambio de una mejora que quizás solo vean generaciones posteriores. No hay muchas mejoras visibles de las condiciones materiales en reducir nuestro impacto medioambiental hoy, pero hay que hacerlas para dejar a las generaciones venideras un planeta habitable. La derecha prefiere el poder hoy y pone piedras en cualquier medida que tenga como principio la sostenibilidad futura, sabe que oponerse le puede proporcionar un rédito presente a cambio de hipotecar el futuro.

Eso es lo que hemos visto esta semana tras la aprobación del real decreto de medidas de ahorro energético. Una oposición basada en la mentira, el histrionismo y la irresponsabilidad que ha realizado una campaña de descrédito a unas medidas que ni siquiera conocía, argumentando dudas y refutaciones que estaban resueltas en el texto del real decreto. Algunos análisis hablaban del relato que se quería imponer con la estrategia mentirosa y trilera de la oposición a unas medidas completamente inocuas para el bienestar de la ciudadanía que buscan el ahorro energético imprescindible en una coyuntura de emergencia, guerra y escasez.

El relato, no importan las políticas públicas. Un análisis que pone en igualdad de condiciones a quienes actúan con responsabilidad con quienes quieren verlo arder todo para heredar los terrenos calcinados. No se valora positivamente en los análisis que la izquierda ejerza su responsabilidad, sino la oposición a una medida coercitiva del Gobierno porque proporciona rédito a la derecha. El argumento esgrimido es que obligar a seguir unas normas pone a la izquierda en un papel de censor, gruñón y mandón, por lo que genera alabanzas el papel de los irresponsables por presentarse como el partido que te deja hacer lo que quieras en libertad porque proporciona réditos electorales. Puede que los proporcione, pero si lo hace es por el papel de los analistas que, situándose en posiciones inmaculadas que no les manchen demasiado, no ejercen un papel crítico contra todas esas posturas que prefieren tomar al poder a hacer lo correcto.

La crisis climática nos ha atropellado y la derecha prefiere que todo quede arrasado con tal de volver a Moncloa. No se trata de oponerse a que los aires acondicionados de los centros comerciales estén a 27 grados, se trata de oponerse a todo aquello que sea necesario para sobrevivir en el futuro con tal de que ellos recuperen el poder. Este verano llevamos más noches tropicales (por encima de 20 grados) y más noches ecuatoriales (por encima de 25 grados) que cualquiera de los 30 años previos. Los días por encima de 35 grados son un récord en casi todas las provincias y nos hemos habituado en algunas regiones a que nunca bajen de esa temperatura. El mar Mediterráneo se ha tropicalizado igualando su temperatura con el mar Caribe al subir más de seis grados y los incendios en España por las condiciones climáticas ya han calcinado más de 200.000 hectáreas, convirtiéndolo en el peor verano en lo que va de siglo. Mientras, la derecha ha convertido poner el aire acondicionado a 22 grados en el Primark en su última batalla cultural, mientras tiene a los enfermos a más de 30 grados en los hospitales públicos que gestiona, con ventiladores que tienen que traer sus familias. ¿Todavía se preguntan por qué la izquierda es superior?