La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Jordi Pujol, corrupto

El tiempo ha acudido en socorro del corrupto Jordi Pujol. Hacienda concluye que el que fue president de la Generalitat entre 1980 y 2003 defraudó casi un millón de euros (885.651) pero que este delito ha prescrito. El Padre de la Patria, convertido luego en padre de la “familia” (entónese con voz del Padrino), el que bramó: a partir de ahora de ética solo hablaremos nosotros, ha resultado ser un corrupto; él solo y en compañía de otros, su familia.

Pujol se hizo con la exclusiva de la moral con tan enjundiosa declaración después de superar las acusaciones por las irregularidades en Banca Catalana, cuando dijo que los ataques a él eran ataques a Cataluña.

La investigación ha demostrado que el titular formal de la cuenta de la Banca Reig en Andorra era Jordi Pujol Ferrusola, primogénito de Pujol, pero que el propietario real era Jordi Pujol. El primogénito, experto en llevar el dinero en bolsas a Andorra y que estuvo en la cárcel, era titular de otras cuentas, pero de esa exactamente era solo el testaferro de su padre.

Durante tiempo, la propaganda nacionalista estableció el concepto según el cual Cataluña era “un oasis” en el que no había la corrupción del resto de España. Fue Pasqual Maragall el que acabó con esa mentira al denunciar la corrupción del tres por ciento en una sesión en el Parlament , Febrero de 2005, ante la conmoción de Convergencia.

Las investigaciones policiales demostraron, a pesar de la exasperante lentitud de la justicia, la existencia de una trama corrupta estructural del partido de Pujol, que se financió ilegalmente, que saqueo dinero público y que extorsionó a empresarios para concederles contratos públicos. La corrupción del partido de Pujol abarcó al propio Palau, símbolo de la cultura catalana.

El grado de corrupción fue tan intenso que llevó a la desaparición de Convergencia, partido que hoy nadie pondría en su currículum. Nadie ha sido al parecer de Convergencia en Cataluña. Jordi Pujol, que durante años vinculó su persona a su país, el que decidía quién era y quién no era catalán, ha quedado retratado como un corrupto, pero el tiempo ha acudido en su auxilio y no irá a la cárcel, como si han ido dos de sus hijos.