Llegó 2025: De Trump a Volkswagen
Más de 1.600 millones de personas votaron el año pasado y el resultado de lo que se denominó el superciclo electoral mundial fue que en la mayoría de los casos optaron por castigar a sus gobiernos. Desde los demócratas de Estados Unidos al macronismo o la izquierda portuguesa, por citar dos ejemplos cercanos.
Según los datos recopilados por el CIDOB, en 2024 se eligieron ocho presidentes menores de 50 años y el 26 por ciento de los países optaron por un mandatario más joven. El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, es el de mayor edad de todos los escogidos el año pasado. El más longevo y uno de los que más puede condicionar el devenir de este 2025.
Ucrania y Oriente Medio están pendientes de los primeros movimientos de Trump, más experimentado que en su anterior mandato pero no menos peligroso. Su negacionismo climático y el aval a teorías conspiranoicas en el ámbito sanitario se expanden más allá de Estados Unidos.
Entre sus ‘embajadores’, el más fiel, influyente y efectivo es Elon Musk, dispuesto a diseñar estrategias e invertir recursos para que la extrema derecha siga avanzando en Europa. Su apoyo a la AfD para intentar condicionar las próximas elecciones alemanas es solo el último ejemplo de las maniobras que el hombre más rico del planeta está dispuesto a llevar a cabo para que el mundo sea aún más a su medida.
Europa, más débil y no solo en seguridad y energía, con el motor francoalemán gripado, deberá lidiar con unos modelos cada vez más proteccionistas puesto que Trump (y no solo él) quiere elevar los aranceles, algo que afectará directamente a China pero también a otros mercados.
La inseguridad económica ha sido el factor que más ha influido en la victoria del candidato republicano y será la que explique el comportamiento electoral de los europeos. Durante mucho tiempo, demasiado, se ha evitado afrontar la realidad, ya fuese por conveniencia o incapacidad de gobernantes de distinto signo.
Para entender qué está pasando en Alemania hay que mirar a Volkswagen. A la falta de planificación para adaptarse a un nuevo modelo industrial hay que sumar la competencia china y los aranceles de hasta un 25% que Trump sugirió que aplicaría a los vehículos procedentes de fuera. El dato más reciente que sirve para entender la situación en que se encuentra el fabricante alemán es la caída de un 64% en las ganancias en el tercer trimestre de 2024. Eso se traducirá en recortes, despidos y votos.
Es un fenómeno que en Francia conocen bien. Allí, como aquí, desde hace décadas, son las clases dirigentes, tanto las económicas como las intelectuales (de derecha y de izquierda) las que interpretan una realidad que en la gran mayoría de los casos les es lejana física y socialmente. Los burgueses bohemios, los bautizados como los ‘Bobó’ y que podríamos equiparar a los ‘pijoprogres’ urbanos son quienes mejor ilustran esa diferencia entre teorizar sobre las desigualdades y conocerlas y abordarlas de verdad, más allá de los datos y los discursos.
El geógrafo Laurent Chalard es uno de los que mejor ha estudiado cómo las periferias se han convertido en lo que define como el “periurbano padecido”, zonas en las que las clases populares y más humildes se han replegado. Tal vez sería más exacto decir que las han desplazado para concentrarlas en esos puntos. Familias con pocos recursos, muchas de las cuales necesitan el coche para trabajar o moverse, que fueron bastiones de los chalecos amarillos y ahora votan masivamente a la extrema derecha. Tras calificarles como los perdedores de la globalización, han dejado de ser la base social de los partidos de izquierda porque lo que les ofrece estas formaciones, también las que se presentan como insumisas, son parches en base a un modelo asistencialista. Pero lo que reclaman no es caridad, la suya es una lucha por la dignidad.
La extrema derecha cuestiona el actual andamiaje económico aunque después es su mejor garante y no ofrece una alternativa que vaya a mejorar el estatus de aquellos que se sienten despreciados por el sistema. Aun así les votan y cada vez más. Esa es la pregunta que debe hacerse y responderse de manera honesta la izquierda porque apelar solo al miedo ya no funciona.
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