Karl Marx escribió en su conocido (para una minoría) 'Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política': “En la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.
A sus 200 años de edad (1818-2018), al revolucionario filósofo -declarado el representante personal de Lucifer en el planeta Tierra-, se le pueden objetar muchos aspectos de su impresionante obra intelectual pero desde luego no el párrafo que he recordado porque lo acaba de demostrar -de nuevo en la Historia- este episodio del impuesto que pulula por la dinámica hipotecaria, los bancos, el Tribunal Supremo y la política.
La actualidad de las anteriores palabras de Marx está más difuminada y disimulada en Europa o en Estados Unidos pero desde luego en España, en la España católica que siempre aborreció el comunismo y el ateísmo de Marx, con sus banqueros conservadores o liberales pero siempre católicos, Marx está muy vivo y es observable fácilmente.
La justicia española -cuya conciencia está determinada por su ser social- se ha comportado en el caso hipotecas -y en otros- como una pieza derivada de una estructura de poder que está por supuesto al servicio de esa estructura. Sentencia que los ciudadanos no deben pagar el impuesto llamado Actos Jurídicos Documentados (AJD), la estructura de poder se revuelve contra esta desobediencia de sus togados hijos, les riñe, los hijos vuelven a reunirse: “Papá se ha enfadado muchísimo”, les dice a los otros el hijo mayor. Y donde dijeron digo dicen después Diego.
“¿Qué hacemos?”, pensaban mientras tanto los medios de comunicación que están también en la superestructura, sobre todo los más dependientes de ella. Porque el tema era éste: los bancos estaban siendo juzgados como los malos de la película y los bancos son los dueños de los medios de comunicación. Pero hallaron la solución, como siempre: a por el Gobierno, a por Hacienda, que para eso están ahí esos otros elementos de la superestructura -los políticos-, para recibir las bofetadas mientras el poder actúa desde la sombra. “Quién tiene que pagar es Hacienda, no los bancos, dicen los medios superestructurales”. Y como hay parte de verdad en eso, el Gobierno se echa a temblar porque ya tenía pensada una batería de medidas sociales que aumentan su gasto público y Bruselas lo ve mal. Lo que faltaba -pensaría Pedro Sánchez, es un poner- ya Bruselas me está mirando el presupuesto con lupa y ahora si los jueces dicen que a pagar me tengo que gastar por lo menos 5.000 millones porque la banca siempre gana.
Bruselas, por cierto, es otro elemento de una superestructura, su estructura es la banca europea, estadounidense, el FMI y los fondos de inversión, entre otros elementos. La UE se empezó a construir siguiendo los análisis marxistas: primero el sistema financiero y la moneda única, luego el sistema político.
La vuelta al redil en la re-reunión de los niños malos togados que desobedecieron la voluntad de sus padres estructurales les da a los políticos del PSOE un respiro enorme: la presión de la banca y la obediencia de los jueces favorece los intereses de quienes se llaman a sí mismos “progresistas y de izquierdas”. Entonces Sánchez lleva a cabo una excelente maniobra. Apruebo un decreto-ley donde me sacudo mi responsabilidad en este asunto como Gobierno-Hacienda y sentencio yo esta vez que van a ser los bancos los que en el futuro paguen ese impuesto.
Iglesias, el de Podemos, dice “bien pero no es bastante”, para que se sepa que ellos son más de izquierdas, porque Iglesias debe ser consciente de que el Partido Comunista/Izquierda Unida empezaron hace bastantes años a no distinguirse del PSOE y miren dónde están ahora, en la casi nada. Y el otro Pablo, Casado, añade que él la tiene más grande y que lo que hay que hacer es suprimir el impuesto. Juegos de otros niños pero ya estamos acostumbrados.
De todas formas, como Pedro Sánchez tiene pensadas medidas sociales, es decir, estrategias electorales porque sabe que la gente vota con la cartera y con el corazón, le ha venido de maravilla todo esto para ganar las elecciones que vienen y como en Andalucía va a ganar otra vez el PSOE –ya veremos con quién se alía si es que no se alían otros- miren por dónde el viejo Marx nos ha dado a todos una lección de cómo funcionan las cosas y al PSOE le ha facilitado sus triunfos electorales.
Otra cosa son las alianzas que puedan darse en el futuro en este panorama ridículo donde el bipartidismo se convierte en tetrapartidismo sin dejar de ser, en el fondo, bipartidismo. Como se sabe, el fascismo está escondido en uno de los dos bandos aunque se agradece que por fin salga también con la cara al descubierto, va a tener su gancho en este río revuelto que es Europa y el mundo.
Todavía pueden pasar muchas cosas pero prueben a convocar elecciones ahora mismo y verán cómo el PSOE le deberá una cerveza a Carlos Marx en la bodeguilla de La Moncloa, esta vez sin Felipe González que como abandonó el marxismo para irse a darle la razón a Marx –su entorno ha superado o ha corregido su conciencia, como le ha pasado a Iglesias con el chalé- ya sabe bien todo esto, por supuesto mucho mejor que yo mismo.