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Cómo ser la mujer que Internet quiere que seas

Podría parecer que el machismo en Internet es el mismo que el de la sociedad en la que vivimos, pero lo cierto es que no es así. El machismo en Internet es mucho más descarnado porque, al hecho de poder acosar desde el anonimato se suman las políticas de las propias redes sociales que manejamos, en su mayoría puritana y machistamente yankis, que hacen que la libertad en Internet para las mujeres se vea contaminada por un sexismo atroz, ya que por un lado se convierten más fácilmente en objeto de acoso y, además, son censuradas por las propias redes sociales.

El problema se hace mayor cuando, por ejemplo, lo normalizamos hasta el punto de que una de cada tres jóvenes ve aceptable e inevitable el control que ejercen sus parejas sobre ellas en redes sociales. O, por ejemplo, tenemos parámetros diferentes a los que atenernos en nuestras publicaciones.

Al bombardeo que sufrimos las mujeres, por otra parte, desde todos los frentes, que remarcan los estereotipos que nos cosifican, también se le suman las políticas machistas y hasta discriminatorias de las redes sociales más famosas, como por ejemplo el hecho de que un hombre pueda enseñar su pecho en Instagram sin miedo a ser censurado, mientras que las mujeres debemos -si no queremos que la red social elimine la imagen de nuestra cuenta- taparnos al menos los pezones. A los hombres se les permite enseñar, no pasa nada. Las mujeres sólo podemos insinuar. Instagram ni siquiera permite subir fotografías artísticas y con valor histórico, como ésta de Frida Kahlo, que censuraron de mi propia cuenta de Instagram.

Por un lado, nos instan a ser guapas, esbeltas y sensuales, por otro, nos censuran si nos pasamos de la raya.

La política de Instagram dice:

“No se deben subir imágenes u otro tipo de contenido violento, que muestre desnudez completa o parcial, discriminatorio, ilícito, transgresivo, de odio, pornográfico o sexualmente sugestivo vía este servicio”.

El puritanismo machista llega al punto de poner al mismo nivel imágenes ilícitas y ‘de odio’ a las que muestran un desnudo femenino parcial o total. Esto llevado a la práctica da lugar a que fotografías como éstas (subida como protesta por la modelo Cara Delavingne) sí están permitidas por la red social.

A su vez, esta misma red también dice que “Instagram pretende promover el respeto entre los usuarios” por lo que afirmaba retirar “cualquier contenido que promueva la humillación, el acoso o chantaje.”

Imágenes como éstas, cuyo propietario cuenta con más de un millón de usuarios, no parecen quebrar sus normas.

Pero la censura y la discriminación no se queda sólo en nuestro cuerpo, sino a actos propios de nuestra naturaleza, ya que también han sido censuradas miles de imágenes de mujer amamantando a sus bebés (también en Facebook), además de ésta que muestra a esta chica durmiendo con el pijama manchado por la regla.

En definitiva, el mensaje que no sólo nos manda la sociedad sino también Internet es que las mujeres tenemos que ser sensuales pero no evidentes, ser bonitas pero mostrarlo con límites, ser femeninas pero no tener la regla, ser madres pero amamantar en privado.

Lo cierto es que para el patriarcado, la imagen de mujer perfecta es una semimujer que poco o nada tiene que ver con ser mujer realmente. Lo terrorífico es que lo hemos interiorizado.