La entrevista que “La noche en 24 horas” de Radio Televisión Española realizó este miércoles al coordinador de la coalición EH Bildu, Arnaldo Otegi, ha despertado una tormenta política y periodística de reproches. PP, Ciudadanos y Vox pidieron la dimisión de Rosa María Mateo y acusaron al Gobierno de querer blanquear la figura de la izquierda abertzale. La Fundación de Víctimas del Terrorismo y la Asociación de Víctimas del Terrorismo expresaron su “absoluto rechazo”.
La ministra española de Defensa en funciones, Margarita Robles, afirmó que una entrevista a Arnaldo Otegi solo se entiende si en ella pide perdón a las víctimas del terrorismo. Como si solo se pudiera entrevistar a una persona si fuese a responder lo que nosotros quisiéramos. La periodista Ana Rosa Quintana barre para casa y dice que hay una doble vara de medir porque ella tuvo que soportar el boicot a la entrevista de la madre del Cuco, uno de los implicados en el asesinato de Marta del Castillo, y por la que se pagaron 10.000 euros.
Es curioso que aceptemos que personas y partidos puedan legalizarse, presentarse a las elecciones, lograr el apoyo de miles de personas y ocupar cargos públicos, pero que no se les tolere que su dirigentes puedan acceder a los medios de comunicación.
Advierto que se podría decir lo mismo de Vox, un partido xenófobo, homófobo y que combate leyes de memoria histórica y contra la violencia de género. Si se legaliza ese partido de ultraderecha y si consigue más de dos millones y medio de votos, deberemos aceptar que se expresen en los medios igual que aceptamos que se haga en los parlamentos y voten leyes.
Cuando existía ETA, nuestras televisiones, radios y periódicos reproducían sus comunicados. Más tarde, en todas las televisiones se difundían los vídeos monólogos de Bin Laden llamando a la guerra santa contra occidente y, en cambio, algunos no toleran que el coordinador de EH Bildu, un partido votado por 258.840 personas en las pasadas elecciones generales, responda a preguntas de los periodistas porque cumplió una condena por integración en ETA. Por cierto, con un juicio que no fue justo según dictaminó después el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Lo que digan esos dirigentes en los medios o que respondan en las entrevistas deberemos aceptarlo si no viola ninguna ley, independiente de lo que nos pueda indignar. Sus declaraciones ni les blanquean ante quienes los hayan oscurecido ni atentan contra nadie. Allá ellos si quieren pedir perdón o no, acusar a unos o a otros, sus posiciones despertarán enfados u odios, pero nunca podemos argumentar que son “intolerables” desde el punto de vista de la libertad de expresión. En nuestros medios se deben aceptar todas las declaraciones y posiciones políticas que tengan detrás apoyo de ciudadanos, esa es la democracia, que no debemos olvidar que también debe valer para el acceso a los medios. Solo deberán responder ante el Código Penal. El interés ciudadano por la entrevista a Otegi se comprobó con el dato de que fuese seguida en el Canal de noticias de TVE por 242.000 espectadores, con un share por encima de la media de la cadena.
Los mismos políticos que se escandalizan por esa entrevista son los que no dejan de citar a Otegi como figura fundamental de la política española condicionando, según ellos, la política del Gobierno. Lo que refuerza más aún las razones para que fuese entrevistado.
El periodismo mundial está todos los días entrevistando y difundiendo declaraciones de líderes de organizaciones políticas y/o armadas que son consideradas terroristas por algunos, pero que son indiscutiblemente noticia. Y creo que eso es hacer periodismo. Yo, y muchos como yo, queremos conocer de primera mano las opiniones de los portavoces del Estado Islámico, Hezboláh, Hamas o paramilitares colombianos.
Quizás lo que molesta y provoca la rabia de algunos no es la entrevista a Otegi, sino que se vayan cerrando páginas oscuras de nuestra historia y con ellas algunos réditos políticos. Si lo quieren esgrimir como discurso político allá ellos, pero no deberíamos tolerarles que intentaran impedir que se hiciera periodismo.