El hayedo de Zilbeti, una de las arboledas más importantes de Navarra, seguirá ofreciéndonos otoñadas como la que luce en estos días gracias a los amigos de las aves. El Tribunal Superior de Justicia de Navarra (TSJN) en una sentencia publicada este jueves ha anulado el proyecto minero autorizado por el Gobierno de Navarra para extraer magnesita en este bosque de hayas situado en el Monte Alduide.
Con esta resolución, el Alto Tribunal navarro estima la demanda presentada por la organización conservacionista SEO/BirdLife y la Coordinadora Monte Alduide, quienes denunciaron ante la justicia que las actividades mineras previstas en el interior del hayedo por la empresa Magnesitas de Navarra (Magna) eran incompatibles con su conservación.
El hayedo de Zilbeti forma parte de la Zona de Especial Conservación (ZEC) Monte Alduide, un espacio natural de alto valor ecológico por la riqueza de sus hábitats. Su conservación está considerada como prioritaria por las directivas europeas y forma parte del catálogo de Lugares de Interés Comunitario (LIC) que forman la Red Natura 2000.
Se trata de una joya de nuestra naturaleza, un lugar especialmente importante para la conservación de las aves y de una especie en concreto: el pico dorsiblanco, una especie de pájaro carpintero en peligro de extinción de la que apenas quedan 60 parejas en España, de las que buena parte viven en el Monte Alduide y nidifican en el hayedo de Zilbeti.
La sentencia del TSJN pone así punto y final a la popular campaña “Salvemos Zilbeti” que movilizó a miles de defensores de la naturaleza en todo el país y tuvo una especial repercusión en las redes sociales. Una batalla ecologista que se inició en 2007, cuando MAGNA anunció su intención de abrir una mina a cielo abierto en el interior del hayedo tras fracasar en su intento de hacerlo en el Valle de Baztan por el fuerte rechazo de la población local.
La llegada de la empresa al precioso pueblo de Zilbeti tiene su historia. La tarde del 24 de diciembre de 2011, mientras los vecinos andaban preparando la tradicional cena de Nochebuena, recibieron un bando municipal en el que se les comunicaba que Magna había conseguido la autorización para extraer 800 toneladas de mineral del interior del bosque.
Para algunos aquel anuncio era el mejor regalo que les podía hacer Papa Noel. La empresa llegaba en plena Navidad cargada de regalos: suculentas ayudas económicas para el ayuntamiento, la puesta en marcha de viejos proyectos reclamados para sus habitantes, y trabajo: mucho trabajo para todos. ¿Pajaritos? No se dejen intimidar por los amigos de los pajaritos y aprovechen la oportunidad que les ofrecemos. Lo que no le dijeron a los vecinos es que el trabajo era efímero: 5, 10 a lo sumo 15 años, lo que durara la veta que pretendían explotar.
La intención de la empresa era cortar decenas de miles de hayas para arrancarle al suelo miles de toneladas de mineral y abrir y ensanchar caminos en el interior del bosque para transportar el material en camiones. Un desastre ecológico de grandes dimensiones. La gente del lugar, en especial los más jóvenes, empezó a desconfiar de sus intenciones y ver peligrar sus montes (la mayoría de los montes de navarra son comunales). Fue así como decidieron organizarse en torno a la Coordinadora Monte Alduide. Y ha sido su voluntad, la voluntad de ver crecer a sus hijos en el paraíso natural que habitan, la que ha detenido las excavadoras en los tribunales. Bueno, ellos y los amigos de los pajaritos, es decir mis amigos de SEO/Birdlife.
Los de las excavadoras no valoraron suficientemente la fuerza y tesón de unos y otros cuando se trata de defender la naturaleza. Desde el minuto cero el delegado de SEO/Birdlife en Navarra, el biólogo Ramón Elosegui, se convirtió en una especie de reportero de guerra: echándose al monte para, prismáticos al cuello y portátil en ristre, realizar un seguimiento exhaustivo de los hechos y comunicando los avances de las excavadoras a los miles que le seguimos en Twitter (@RamonElosegui).
Ese fue el principio de la salvación de Alduide y del hayedo de Zilbeti: el empeño de Ramón y del resto de amantes de la naturaleza que se pusieron en pie para plantarle cara a las excavadoras y salvar el bosque de sus garras. Perdimos algunas hayas, es cierto, pero hemos ganado el bosque. Algo que hoy deben estar celebrando muy especialmente los picos dorsiblancos y el resto de pajaritos que seguirán regalándonos su presencia en ese precioso hayedo.