Ante un puesto de la Feria del Libro de Madrid, una madre peleaba con sus hijos -los dos pasaban ya los 18- porque querían volver a comprar los libros que habían perdido de su colección Pesadillas. No hacía mucho que habían visto la película basada en la saga de R.L. Stiner, donde cobran vida los monstruos que la protagonizan: el hombre lobo, la momia, los gnomos de jardín o la terrible marioneta Slappy. Harta de la discusión, la madre amenazó a sus dos crecidas criaturas, pese a lo agradecida que estaba de que hubieran accedido a ir a la Feria: “He dicho que no gasto más dinero en lo que habéis leído ya. Para revivir Pesadillas no tenéis más que esperar a que Rajoy vuelva a ganar. Todos esos personajes que os molan retomarán las calles”.
Los libreros no pudieron evitar la carcajada, y quienes seguían la escena no se atrevieron a preguntar qué político sería el hombre lobo o quién la marioneta Slappy. La discusión se hubiera eternizado.
Para lo que sí da la anécdota es para enumerar una lista de pesadillas que pueden convertirse en más reales aún de lo que ya son. El triunfo y vuelta de Rajoy a La Moncloa será algo así como el regreso de Freddy Krueger a su casa de Elm Street, si el presidente en funciones utiliza para aumentar su poder los sueños pánicos de millones de españoles que no son de derechas, al estilo del terrible personaje de Wes Craven.
Para los que aún no han imaginado ni en sueños lo que significará la continuidad de Rajoy en La Moncloa, ahí van algunas crueles realidades que empeorarán aún más:
-Seremos más pobres, porque no se recuperará la devaluación salarial sufrida en la crisis. Los del PP ni siquiera contemplan tal posibilidad, es algo ya del pasado.
-Seremos más desiguales, porque el concepto desigualdad no entra en las mentes del presidente en funciones ni de sus inmediatos colaboradores. Les resulta consustancial a la idea de sociedad en la que creen.
-Estaremos menos protegidos, porque como mucho, según los escasos progres del PP, se intentarían recuperar los niveles perdidos en Educación, Sanidad o Dependencia antes de que ellos aplicarán sus brutales recortes.
-Seremos más precarios y con trabajos basura, porque sigue vigente la reforma laboral y nada indica que no vayan a pedir otro ajuste de tuerca desde Bruselas. Todo lo contrario.
-Seremos menos demócratas, porque los ciudadanos cada vez nos hacemos más instrumentalistas. Hasta hace unos años, los ciudadanos españoles éramos de los más demócratas de la UE. Ahora se acentúa la tendencia de “soy demócrata solo si me arreglas los problemas, sino me da igual”. Caldo para el populismo que recorre Europa.
-Seremos más desconfiados aún con respecto a nuestros políticos. La crisis de representación política empeorará. ¿Cómo han podido consentir los nuevos y los viejos políticos de izquierda que nos hagan esto?
Como diagnostica Ignacio Urquizu en su libro La crisis de representación en España que saldrá a la venta en estos días, “la desconexión entre los dirigentes y los cambios sociales está en el corazón del problema de estos años, además de la crisis económica”. Pese a los datos que nos avisaban, “numerosos analistas, periodistas y políticos prefirieron ignorarlos, como si al obviar la realidad, esta cambiara o desapareciera. Lo que no supieron comprender es que las transformaciones sociales, deben comprenderse antes de intentar revertirlas, que es lo que algunos han pretendido. No todo el mundo quiere que las sociedades cambien. Este negacionismo ha sido la puerta de entrada a la desconexión entre ciudadanía y partidos políticos, es decir, a la crisis de representación”. Si Rajoy gobierna, La crisis de representación en España que denuncia el politólogo, profesor de Sociología y demóscopo, ahora diputado socialista por Teruel, se agrandará.
Rajoy no es Freddy Krueger (sería políticamente incorrecto afirmarlo dirán los suyos), entre otras cosas porque no ha accedido a “El secreto del dolor” (que sepamos) pero millones de ciudadanos tenemos pesadillas que alimentan a Krueger y nos sentimos vecinos de Elm Street o Springwood. Pero también tenemos responsabilidades, en nuestras manos hay muchas cosas por hacer, no sólo tomar somníferos que nos liberen de la pesadilla.