Escribió Cristina Morales, ganadora del Premio Nacional de Narrativa de 2019, que “fascismo y machismo son la misma cosa”. Si le tomamos la palabra, no nos costará entender de qué manera esas violencias hermanadas han sido el arma definitiva para acabar con buena parte de la escritura de las mujeres españolas del siglo XX. A saber: fascismo es lo que mantuvo a algunas de nuestras grandes autoras en el exilio, preparándose para ser olvidadas; y el machismo eso que terminó de silenciarlas, a la sombra casi siempre de un amante o de un marido.
Si hago esta asociación es porque casi al mismo tiempo al que el jurado del Premio Nacional anuncia el nombre de la autora de 'Lectura fácil' —en lo que a mí se me antoja un galardón reparador por lo que de gesto político tiene también para nosotras, lectoras y escritoras— un pequeño ejemplar del cuaderno 'Cantar de la luna vacía', de María Teresa León, llega a mis manos, como si los planetas se hubieran alineado.
El cuaderno de León no es nuevo. Apareció publicado el pasado agosto en la colección Planeta Clandestino de Ediciones 4 de Agosto. Para quien no la conozca: esa fábrica de artefactos poéticos grapados cuya cubierta es una cartulina marrón y cuyas páginas esconden obras breves de diferentes poetas contemporáneos. De las sesenta páginas que componen 'Cantar de la luna vacía' sólo tres están dedicadas a la poesía, sin embargo. Una para un poema que Aitana Alberti León dedicó a su madre en 2008 y dos para el único poema que María Teresa León escribió en toda su vida, o al menos el único del que se tiene constancia.
A Enrique Cabezón, editor en 4 de agosto, le resultó muy curioso que León sólo hubiera escrito un poema en toda su vida “en realidad, no sabemos si escribió otros, pero no publicó ninguno más. Ella decía que era la cola del cometa, en clara referencia a quien fuese su segunda pareja”. Cabezón, como otrxs muchxs lectorxs, llegó al poema por la célebre y premiada biografía de la escritora y revolucionaria que José Luis Ferris publicó en 2017, 'María Teresa León. Palabras contra el Olvido'. Para el editor, si textos como este pequeño poema habían acabado enterrados era porque “la figura de María Teresa León como narradora, tanto en sus memorias u obras de teatro, como en sus novelas y cuentos, incluso como política o responsable del traslado de los tesoros del Prado, es muy poderosa e icónica”.
Pero a pesar del profundo conocimiento que tenemos de la vida de León, llama la atención que de todas esas obras que sabemos que escribió, sólo algunas estén hoy al alcance de lxs lectorxs en las librerías españolas. Además del trabajo de reedición que han realizado editoriales como Cátedra y Renacimiento, donde pueden encontrarse sus textos políticos y crónicas; además de la aparición de su nombre en el importante reportaje de Las Sinsombrero; además del trabajo intenso de Aitana Alberti León por recuperar y honrar la memoria de su madre; además de la amplia repercusión en prensa de la biografía de Ferris… la obra de María Teresa León sigue siendo de difícil acceso, y casi anecdótica en librerías. Tal vez por eso Cabezón y su equipo se animaran a hacer “una pequeña gamberrada, unas obras completas de un solo poema”. En verdad, 'Cantar de la luna vacía' es una antología de micro ensayos que pretenden poner de relieve hasta qué punto el olvido de la escritora riojana no fue provocado sólo por el fascismo que la obligó a exiliarse en la lejanía del país desde el que empezó a escribir, sino también por el machismo que la mantuvo a la sombra de la literatura de su segundo marido, una de las cabezas más visibles de la Generación del 27 y cuya relación Hilario Jiménez describió así: “siempre que pienso en ella la veo voluntariamente escondida tras la sombra de Alberti”.
Sobre el olvido, sobre estar escondida, sobre la sombra que nublaba los rostros de nuestras autoras, sobre esa literatura escrita por ellas en un país machista y fascista, en un país arisco, escribió también Elena Medel intentando contradecir un verso de Josefina de la Torre: “Voy a ser olvidada”. Me gustaría, para terminar, que a través de pequeñas gamberradas como las de los cuadernos clandestinos de 4 de agosto o de gigantes gamberradas como la concesión de un premio nacional a la novela de Morales, las escritoras españolas no sientan nunca más esa injusticia y ese miedo que las olvidemos.