¿Posverdad o posneoliberalismo?

El diccionario Oxford destacó como palabra más usada del 2016 el concepto posverdad. La definición viene a decir que es el hecho o circunstancia en que la verdad objetiva tiene menor peso en la formación de la opinión pública que las llamadas a las emociones o creencias personalesi. Pues será la palabra del 2016, pero, ciertamente, es muy antigua. No sé si recuerdan momentos tales como:

Lean un artículo de José Antonio Griñán en El País, 26/01/1994, justificando la Reforma Laboral del 1994.

Los García y el euro, la moneda que nos iba a beneficiar a todos, 01/01/2002. Vídeo.

“(…) en esta ocasión, ETA ha conseguido su objetivo”. Señor Acebes (exministro de Interior. 11 de marzo 2004).

“No hay ninguna contradicción entre ser listos en lo que se refiere al medio ambiente y tener una economía fuerte”. Obama, septiembre 2016.

He utilizado estos ejemplos por su amplitud temporal, pero existen muchos más. Con ello pretendo evidenciar que lo que es considerado una verdad objetiva, en realidad, ha sido, demasiadas veces, subjetiva o, directamente, falsa. Considerar que hemos superado una época de racionalidad basada en hechos objetivos y hemos pasado a otra en la que la irracionalidad es la protagonista es una falacia.

Escribí en este mismo espacio un artículo en el que explicaba como el poder construía la opinión pública, SU VERDAD, con la inestimable ayuda de los medios de masas. Estos medios nos permitían opinar libremente sobre aquellos temas que se consideraban interesantes y, a la vez, eran inocuos para con el sistema. Quien osaba a lanzar algún debate fuera de los márgenes permitidos era considerado un radical y antisistema, en el sentido negativo que se había construido previamente.

Los “expertos” del sistema lanzan un mensaje desacreditando esta nueva época y la dotan de un sentido negativo, claramente intencionado. Nos alertan de los peligros del proteccionismo, como si lo contrario a la Globalización neoliberal fuera eso. El descrédito al que está sometido Donald Trump llega a generar hasta cierta condescendencia con el personaje, máxime cuando lo comparamos con gente como Esperanza Aguirre (gran gestora según muchos medios) o Rodrigo Rato (el creador del “milagro español”).

La “preocupación” por Venezuela durante el año electoral llegó a conmoverme, del mismo modo que la “no-preocupación” por los derechos humanos y su cumplimiento por gobiernos amigos como el de Arabia Saudí. Pero fíjense que lo que se pretende desacreditar por parte de los representantes del discurso único es la racionalidad de esta nueva época. La sociedad no quiere que le digan lo que hay que pensar, porque al igual que el pastor mentiroso del cuento del lobo, los medios han dejado de ser creíbles.

La crisis, junto con la democratización de la información y la facilidad de acceso, ha ayudado a evidenciar ciertas inconsistencias del propio sistema que antes eran disimuladas mediante las diferentes técnicas de distracción masiva. Nos encontramos en un momento en el que la doctrina del pensamiento único está pasando de su solidez máxima, tras la caída del Bloque Soviético, a un estado maleable, el actual, en el que se presagian algunos cambios no exentos de riesgos.

Del mismo modo que el keynesianismo fue la respuesta al mundo tras el crack del 29, su posterior crisis y la Segunda Guerra Mundial, el neoliberalismo lo fue al mundo tras los cracks petroleros de los setenta. ¿Qué modelo económico va a explicar el mundo surgido tras la crisis empezada en el 2007?

Como ya he dicho antes, nos encontramos en proceso de cambio, y como a cualquier persona nos produce cierta angustia. Hacia donde caminamos en este momento no parece claro y mientras algunos nos alertan de los riesgos de cambiar el statu quo, otros vemos la oportunidad de crear una nueva época más democrática y justa. No es una idea naíf, entiendo que los riesgos ante a la afluencia e influencia de los fascismos son importantes, y que la necesidad de crear ese discurso alternativo al miedo debe nacer, pero no lo ha hecho todavía, de la izquierda política.

El nuevo discurso deberá apuntalarse bajo las premisas del feminismo, el ecologismo, el respeto a las culturas propias y el socialismo, pues han sido los grandes maltratados del neoliberalismo. Este momento requiere de la confrontación, el conflicto, entre el modelo que se pretende superar y sus alternativas, para desmontar una a una sus debilidades. El análisis marxista basado en la oposición beneficiado-perjudicado por cada premisa es muy recomendable. Esta confrontación debemos empezarla por el propio lenguaje recuperando “lo público”, “lo común”, “lo nuestro”. Será un primer, pero importante, paso.

El nuevo modelo no debe separar lo político de lo económico, que si bien, en realidad, jamás lo ha estado, siempre se nos ha presentado así. Por ejemplo, el PSOE ha encargado a dos grupos diferentes la redacción de las ponencias política y económica, como si una cosa y otra no debieran ir juntas por necesidad. No existe la economía sin ideología.

También requiere de cambio en cuanto al profesional de la economía. Este debe transitar desde el actual, creador de crecimiento económico en base a la apropiación y expropiación de derechos, al futuro, gestor de lo escaso y distribuidor de la riqueza. Complicado reto ante la cantidad de organizaciones e instituciones con fuerza y recursos que apuestan por el primer tipo de economista. Salirse de las actuales instituciones para crear saber es, y será, un acto revolucionario.

Por tanto, debemos empezar ya a construir ese nuevo mundo. Las dudas sólo dejan espacio a los fascismos. Si bien, Amartya Sen destacó el ascenso de la democracia como el valor universal durante el siglo XX, durante el siglo XXI debemos afianzar este valor construyendo sociedades más cohesionadas en cuanto a los económico y social. La posverdad será, quizás, de los últimos coletazos de un modelo político-económico agotado, el neoliberalismo. Construyamos el posneoliberalismo con más, y mejor, democracia y justicia social.

Economistas sin Fronteras no se identifica necesariamente con la opinión del autor

i Traducción de la definición en el Diccionario Oxford (en inglés) https://en.oxforddictionaries.com/definition/post-truth