La secuencia es perfecta. Primero, “estamos ante una causa general contra el PP”, que dijo Mariano en esa foto rodeado de todos los suyos, más o menos imputables, cuando saltaron las primeras informaciones de corrupción en su partido. Luego, “nadie podrá probar que no es inocente”, que, con la ceja izquierda enarcada y el parpadeo nervioso, dijo Mariano de Bárcenas, cuando las noticias ya apuntaban con gravedad a la financiación ilegal del PP.
Más tarde, los “pretendidos papeles” son mentira, que dijo Cospedal cuando salieron en El País los datos de pagos en B y contabilidad paralela, en enero de 2013. Al estallar de manera aparentemente imparable el asunto, supimos del “resiste”, “sé fuerte”, “hacemos lo que podemos”, “las cosas no son sencillas”, “ánimo”, “un abrazo”, con los que Mariano rodeaba de apoyo y cariño a Bárcenas para que no largara.
Después, “Bárcenas es un delincuente” que nada tiene que ver con el PP, que dijo Alfonso Alonso; como al parecer no tenían nada que ver con el partido mariano ninguno de los tesoreros anteriores, así sean imputados o procesados, todos presuntamente corruptos. El cenit lo puso Cospedal, cuando habló de “finiquito en diferido”, “simulado”, en esa pieza que sigue fresca en su capacidad de impacto por muchas veces que se vea y que se mantendrá por los años de los años.
Por no alargar más la historia, a pesar de que hay muchos más elementos para ello, los antecedentes inmediatos a la puesta en libertad de Bárcenas son una entrevista del extesoreo –vía teléfono móvil de su mujer– con Marisa Gallero, en ABC, en la que desde la cárcel el extesorero le dice a Mariano que ha resistido, que ha sido fuerte, como le pedía el presidente del PP; que no ha hablado –se sobreentiende–, que ha resistido en silencio, sin disparar ni siquiera una leve porción del arsenal de munición que atesora; que no es justo que él siga en el talego y Rato en la calle.
Gómez de Liaño –¡qué bien hace como que se enfada cuando se le dice que trapichea con políticos!– hace como que renuncia a la defensa, cuando ya sabe que Bárcenas saldrá en libertad, cuando sabe que su defendido ha hecho la entrevista con ABC como parte de la estrategia. Y después de la entrevista en la que Bárcenas dice que ha hecho los deberes puestos por Mariano, la Audiencia le pone en libertad con una decisión sin precedentes para alguien con una petición de cárcel de 42 años de cárcel y 24 para su mujer. El auto mismo dice que sigue vigente el riesgo de fuga, a pesar de lo cual, lo pone en libertad con una fianza mínima.
Todos contentos: Bárcenas en la calle, Mariano gana un año electoral sin el sobresalto que hubiera supuesto que el extesorero hubiera roto su silencio contando lo que sabe del funcionamiento en B del PP, la mujer de Bárcenas ya no tendrá que llegar tarde a los vis a vis… Todos contentos, menos los ciudadanos de la calle, que ven que para un supuesto ladrón de 48,2 millones de euros vale con una fianza de decimales, esos 200.000 euros que ni siquiera llegan al 1% de lo presuntamente robado.
Bárcenas en la calle podrá seguir destruyendo pruebas, viviendo a todo tren y quién sabe si rumiando una fuga en fin de semana –debe presentarse ante el juez los lunes, miércoles y viernes– que le ahorre el riesgo de volver al talego.
Una petición de 42 años de cárcel para él y de 24 para su mujer, con 48,2 millones de euros, como mínimo, en Suiza, la experiencia en carne propia de saber cómo es la cárcel por dentro, son elementos suficientes como para tratar de salir de naja.
En cualquier caso, un año electoral de silencio para Mariano y un argumento más para la rabia y el cabreo de los ciudadanos.