Entre la serie de desgracias que se cernieron sobre Brasil en las últimas semanas –incluyendo un derramamiento criminal de lodo tóxico de una mina de la Vale, matando, al menos, a 300 personas– ninguna es tan elocuente sobre nuestro momento histórico como la salida del primer político de izquierdas hacia el autoexilio.
La noticia no ha ganado atención internacional, tal vez porque los políticos exiliados sean una constante en nuestro continente americano. Sin embargo, en una democracia hasta ahora estable como la brasileña, es señal de mal augurio.
Jean Wyllys, diputado federal elegido por Río de Janeiro para su tercer mandato con 24.295 votos, resumió su situación así: “Yo soy humano y llegué a mi límite. Quiero cuidar de mí y mantenerme vivo”.
Hace ocho años, Jean recibía amenazas en sus redes sociales, en los cuadros de mensaje, por el teléfono. Amenazas como: “Te voy a matar con explosivos”, o “¿has pensado en ver a tus familiares violados y sin cabeza?”. Algunos mensajes incluían detalles sobre su casa y la de familiares. Como esta: “Esas cámaras de seguridad que has puesto no van a cambiar nada”. Otras incluían matrículas de coches de gente cercana.
Las amenazas formaban parte de la vida cotidiana de Jean. En marzo del año pasado, pidió una escolta policial. Pasó a tener sus pasos extremadamente limitados. En diciembre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió medidas cautelares exigiendo al Estado brasileño proteger la vida de Jean Wyllys e investigar a aquellos que lo amenazan de muerte. Además de ponerle escolta, no se hizo nada más.
El mismo día que Jean Wyllys anunció la renuncia a su mandato por temor a su vida, el presidente Jair Bolsonaro tuiteó: “¡Gran día!”. La asociación es obvia, pero Bolsonaro desmintió que se refería al exdiputado –copiando la estrategia cacofónica de Donald Trump de decir y luego deshacer las frases más polémicas–.
Jean Wyllys fue el primer diputado federal gay, que luchó cuidadosamente por los derechos de la comunidad LGTB en un Congreso que, a cada mandato, se volvía más radicalmente de derechas, dominado por los evangélicos activistas y sus aliados.
Esta semana, el Tribunal Supremo ha comenzado a estudiar dos solicitudes de la sociedad civil que piden la criminalización de todas las formas de delitos y agresiones contra la comunidad LGTB. Y Bolsonaro, como era de esperar, usó Twitter para demostrar que rechaza la criminalización de la homofobia en Brasil.
Cuando Wyllys escupió en la cara a Bolsonaro
Cuando Jean surgió en la vida pública brasileña, en 2005, eran rarísimas las personalidades que se visibilizaban como homosexuales en Brasil. El único político gay que lo antecedió ganó la fama por ser un estilista de moda bastante afeminado, que conquistó su lugar en la TV justamente por ser ese tipo de homosexual del que la familia brasileña podía reírse a gusto.
Pero Jean Willy no. Jean era periodista, profesor, dotado de una inteligencia cautivadora y una sinceridad que desarmaba a cualquiera. Se hizo famoso cuando participó en el Big Brother Brasil, un reality show que confina a personas en una casa, donde pasan por pruebas y son observadas por el público las 24 horas del día.
Contrariando todas las previsiones, Jean Wyllys fue elegido el más querido del público. Desde entonces, usó su fama y su lengua afilada para participar en la sociedad: elegido diputado federal en 2010, apoyó todas las pautas progresistas, fue un crítico vehemente del proceso de impeachment que alejó a Dilma Rousseff sin que ella fuera acusada de corrupción o cualquier otro crimen y ha logrado una decisión del Consejo Nacional de Justicia que tuvo el efecto de permitir el matrimonio gay en Brasil, sobre la base de la Constitución, aunque los legisladores no quisieran aprobarlo en el Congreso.
La trayectoria de Jean Wyllys en la política brasileña está retratada en el documental Entre Hombres de Bien, aún inédito en España. La película comenzó a rodarse de manera independiente, sin grandes pretensiones, en 2013, y es un documento valioso sobre lo que significa el gobierno Bolsonaro para la comunidad LGTB de Brasil.
En el caso de que se trate de un homosexual, Jean acabó convirtiéndose en el mayor antagonista de Jair Bolsonaro en la Cámara de Diputados, donde ambos servían antes de la elección que consagró al excapitán como presidente. Bolsonaro es autor de frases ya conocidas como “prefiero que mi hijo muera en un accidente a que aparezca con un bigotudo por ahí” y nunca ocultó su odio a los homosexuales.
En el Congreso, no ahorraba ataques a lo que él veía como una afrenta: un compañero que se define como gay entre los “hombres de bien” que defienden la familia tradicional brasileña. Durante las sesiones del Congreso, explica Jean en la película, mientras que hablaba, Bolsonaro se quedaba detrás de él susurrando: “marica, marica”. “Es un diputado federal, ¡pero parecía un niño de primaria!”, dice Jean en el documental.
El punto más duro de ese embate se dio en abril de 2016, cuando Rousseff fue expulsada de la presidencia. Durante su voto, Bolsonaro homenajeó al militar que torturó a Dilma Rousseff durante la dictadura, cuando ella era una joven de 22 años. Después del voto, Bolsónaro le dijo a Jean: “Fuera de aquí, maricón”. “No he aguantado porque por mis venas corre sangre”, se desahoga. “Y le escupí”.
Jean Wyllys, el antagonista de Bolsonaro, se enfrentó a un proceso en el Consejo de Ética de la Cámara de Diputados por ser el único parlamentario que escupió en la cara del Bolsonaro. Los insultos homofóbos de Bolsonaro no implicaron ninguna investigación en el Congreso.
La campaña de Fake News
En los últimos años y en especial durante la campaña electoral que llevaría a Bolsonaro a la presidencia, los ataques a Jean pasaron de “bullying escolar” a una campaña de Fake News sin precedentes.
Con una creciente red de seguidores radicales de ultraderecha apoyados por evangélicos fervorosos y policías militares, las redes ligadas al bolsonarismo difundieron mentiras que decían, por ejemplo, que Jean Wyllys había propuesto una ley para censurar fragmentos considerados homofóbos en la Biblia. Otros decían que Wyllys había afirmado que los evangélicos tenían que morir. La mayor noticia falsa también fue contra él: decía que el candidato de izquierdas quería implantar un “kit gay” en las escuelas, enseñando a los niños a hacerse homosexuales. “Mi campaña fue de resistencia”, dijo Jean en ese momento.
No son mentiras sin consecuencias. La ola homófoba generó víctimas reales en la elección más sangrienta de las últimas décadas. Agencia Pública confirmó 135 agresiones durante las elecciones, el 71% hechas por los partidarios de Bolsonaro, muchas de ellas dirigidas contra gays y transexuales. Un ejemplo: a dos semanas de la segunda vuelta, una transexual fue asesinada a cuchilladas tras una discusión en el bar en el centro de São Paulo. Un testigo, residente del lugar, afirmó que el asesino gritaba el nombre de Bolsonaro.
La violencia y la difamación abierta en las redes, en particular procedente de personas influyentes como políticos, hizo que el ambiente fuese insostenible para Jean. “Además de esas amenazas de muerte que vienen de esos grupos de sicarios, de asesinos de alquiler vinculados a milicias, había otra posibilidad: el atentado practicado por personas fanáticas religiosas que se creían en la difamación sistemática que se hizo contra mí”, dijo al diario Folha de S Paulo.
De vacaciones fuera del país, de donde decidió no volver, Jean renunció a su mandato tras la toma de posesión de Jair Bolsonaro. No se hizo público en qué país se encuentra. “El presidente siempre me ha difamado, siempre me insultó de manera abierta, siempre utilizó la homofobia contra mí. Ese ambiente no es seguro para mí ”, dijo Jean.
Las amenazas de muerte no han parado. La semana pasada, un anónimo escribió para él: “Bicha desgraciada. Sé que probablemente estás detrás de mí. Sabes que estoy armado y te voy a matar. Sabes que mi mayor deseo es cortarte la cabeza y publicar el vídeo en internet”.
Hay una profunda conexión entre las Fake News que se valen del prejuicio de las “personas de bien”, la normalización del acoso y, por último, la legitimación de la violencia. La triste trayectoria de Jean Wyllys, uno de los diputados más activos de izquierda de Brasil, ilustra lo que sucede cuando un país decide reforzar el prejuicio y elegir a un presidente homófobo.