No sé si lo tienen muy presente, pero en los 300 años de desgracias y mal gobierno de los borbones peninsulares, la familia campechana ha sido expulsada de España dos veces. Y dicen que no hay dos sin tres.
Tantas ganas se le ha tenido a la dinastía que el pobre general Prim, tan reivindicado ahora por ese hombre de extraño peinado que es Ramón Tamames, dejó para la historia aquella frase: “¿Los Borbones en España? jamás, jamás, jamás”. Como se sabe, Prim fue disparado y estrangulado por intentar cambiar de dinastía y los tipos que jamás deberían regresar a España nos regalan estos días con su ritual familiar del traspaso de la finca.
España no es lo que podría haber sido y, desde luego, siempre ha estado a distancia de lo que debería haber sido. Y este lamento incluye, cómo no, a esta saga borbónica, mezcla chusca de juego de tronos y Hostal Royal Manzanares que lleva, en su última etapa, 39 temporadas en antena con hastío de publico y poca contundencia de la crítica.
Lo ocurrido el 2 de junio es bastante simple de entender: doble chute de discurso CT para contrarrestar tanto a catalanes como a greñudos como al votante de partido dinástico entrado en desánimo. Doble chute: Felipe VI “el preparao” y La Roja en el Mundial. Por si querías arroz, Catalina.
No está mal como jugada aunque tiene unos riesgos de gran calado para sus impulsores. El primero es (¡oh, paradoja!) la visibilización de la institución monárquica. Si estamos atentos, veremos cómo la impugnación a la monarquía ha pasado de puntillas o ha sido tangencial tanto en el 15M como en sus derivaciones. Muchos jóvenes, recién despertados a la política, “no se acordaban” de que vivíamos en una monarquía. Quiero decir que para ellos era parte del bodegón, del paisaje inmóvil que les había acompañado toda su vida. No lo veían como el nudo gordiano que ligaba a los poderes fácticos del franquismo, la oligarquía y la política funcionarial. La llave de bóveda de todo el 78.
Pero ahora, la exposición mediático-peloterística de “lo monárquico” hace chirriar a estas generaciones politizadas. Uniformes, palacios, herederos de sangre, coronas. Gramaticalmente incomprensible. Intuiteable. Por eso, la jugada nos puede servir para reflexionar sobre la verdadera pasta del régimen y la carrera del boss a cargo del asunto: la muerte de su hermano, los amigos presos por estafa, los jeques, emires y otras perlas del golfo, su repentina fortuna en los negocios, las amigas entrañables, los viajes inexplicables, Pilar Urbano y el 23F. Han sacado a pasear las medallas de Su Majestad pero, con ellas, la caca de su caballo.
Otro peligro de la operación “ahora-se-encarga-el-chaval” es la de falta de reservas. En ciencia militar, es tan importante la cantidad de tropas enviadas al frente como la disposición de reservas para tapar los huecos que la ofensiva pueda crear. El borbonismo acaba de lanzar una ofensiva con todas las tropas sin que queden fuerzas de reserva. Los partidos dinásticos, el de Cánovas y el de Sagasta, están agotados. Las élites del IBEX 35 conspiran, pero con el pueblo, el tiempo y la deuda en contra. Rouco no está, ETA no mata, la gente no tiene miedo a un golpe franquista y la milagrosa recuperación económica no llegará a tiempo. Dicho de otra manera, detrás de esta oleada ya no quedan más soldados, más mensajes ni más promesas. En cuanto se siente en la trona, Felipe VI y el borbonismo solo pueden ofrecer magia y paciencia. Y Leti. Mucha Leti.
Una imagen muy chula
Ayer estuve en la manifestación convocada en la plaza de Catalunya en Barcelona. Mucha gente joven y contenta. De manera increíble, la tienda de souvenirs del paki, en la calle Tallers, ya tenía a media tarde banderas republicanas a la venta. (El CNI de los todo a cien es prodigioso. Si quiere usted saber el futuro político del país, mire el escaparate).
Total, que la gente allí convocada se repartía entre esteladas azules, esteladas amarillas y tricolores con auténtica cordialidad. El movimiento republicano más organizado y plausible en este momento es el independentismo catalán. Pero no debería ser el único. Como leía ayer en un foro: “El referéndum por la República tiene fecha: 9 de noviembre”. Esa es una mirada inteligente. Los miles de republicanos de España que ayer reclamaban un referéndum en toda la península pueden entender ahora que el 9 de noviembre no les es ajeno. Deben hacerlo suyo. Si los catalanes votamos el 9, las otras votaciones, los periodos constituyentes, la/s repúblicas estarán más cerca. La tricolor de Sol, la de Barcelona y la Estelada pueden/deben jugar al tiki taka esta partida: urnas en España para decidir lo importante. Lo imprescindible. Y todos defendiéndolas de ellos.
El mestizaje de tricolores y esteladas me dio un poco de subidón, qué quieren que les diga. El independentismo debe implicarse en la caída de la monarquía y el republicanismo español debe defender las urnas catalanas. Una combinación de colores sexy y arrebatadora para la temporada otoño invierno.
Las fuerzas antiborbónicas deben coordinar esfuerzos en esta ventana de oportunidad porque ellos, los borbónicos, ya han jurado su Santa Alianza en torno al “Preparao”. Desde Bildu y Cup hasta IA y Podemos. Desde el SAT, CGT y otros hasta los sindicatos mayoritarios. Desde ERC a IU o EQUO. Exigencia democrática en la que todo sea preguntable y cuestionado. Desde la independencia al pago de la deuda. Desde la monarquía, lo federal o la nacionalización de la banca.
Deberíamos trabajar por un, digamos, nuevo Pacto de Donosti que nos lleve a abrir procesos constituyentes. Aunque, ojo: sólo hasta ahí. No repitamos las improvisaciones del 31.
Que no hay dos sin tres. No sé si me explico. Al tajo, que hay faena.