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Opinión - Nos están destrozando la vida. Por Rosa María Artal

Ruth Ortiz no quiere que manipulen el crimen de sus hijos

Ruth Ortiz cree "indignante y patético" que PP "se aproveche" de víctimas

José María Calleja

Asesinó José Bretón a los dos hijos de Ruth Ortiz en noviembre de 2011. Es posible que el nombre de la madre no les suene de nada, es probable que conozcan más a José Bretón, hoy encarcelado, padre de las dos criaturas, marido durante un tiempo de Ruth Ortiz, y que decidió asesinar a sus dos hijos cuando su mujer le dijo que se quería separar de él.

Aquel fue un crimen machista, una violencia transferida: hacer el máximo daño posible a tu ex mujer asesinando a sus hijos; a los hijos que piensas que son sólo de ella, para el criminal convertidos en un mero objeto arrojadizo cuando su mujer dice que no aguanta más. Se llama violencia vicaria: asesinar a terceras personas, y es una variante de la violencia machista.

No solemos emplear este sintagma en los medios. Deberíamos hacerlo, para visibilizarlas, para saber que existen: mujeres a las que sus ex maridos han querido hacer el mayor daño posible asesinando a sus hijos.

Hay seis mujeres en España, conocidas, a las que sus parejas o exparejas, hombres, han asesinado a sus hijos. Una forma de hacer más daño que el asesinato de la mujer en sí mismo. No están en la agenda política y apenas aparecen en la informativa.

Ruth Ortiz ha dicho ahora, ayer, que no quiere que la foto de sus dos hijos asesinados aparezca al lado de la ministra Fátima Báñez y del ‘líder’ del PP andaluz, Moreno Bonilla. Que le parece “patético, indignante e insoportable”, que los dirigentes andaluces del PP corran en primera fila de la manifestación a hacer una utilización obscena del asesinato de sus hijos y enarbolen la foto de las dos criaturas carbonizadas por su padre. Ruth Ortiz no quiere ninguna manipulación, de la que se ha dado cuenta después de la manifestación, al ver las fotos de sus hijos junto a las de otras hijas asesinadas no necesariamente por sus padres, junto a políticos que dicen tener la solución.

En la sesión del Congreso de los Diputados de la pasada semana, una señoría del PP creyó alcanzar el éxtasis de la bondad al enjaretar una frase, emplazando a la oposición socialista, en la que les pedía que miraran a los ojos de los padres compungidos, presentes en la tribuna de invitados, que han sufrido cómo asesinaban a sus hijas/os, y les dijeran que sí ante ese panorama devastador, no pensaban que la prisión permanente revisable era justa y necesaria, nuestro deber y salvación, étcetera. Algunos padres pusieron el pulgar boca abajo ante el voto de parte de la oposición.

La cosa se ha puesto de tal manera que los que no creen que ese oxímoron con patas que se construye al unir permanente y revisable sea la panacea, son convertidos de inmediato en colaboradores necesarios de los asesinos. Alta temperatura emocional.

Algunos diputados del PP aprovechan el tsunami de irritación que provocan determinados asesinatos para pedir que se pudran en la cárcel los asesinos del niño Gabriel, el de la madre ejemplar que no quiere odios, que transmite bondad y denuncia la manipulación de algunos medios; o el asesino de Diana Quer, la adolescente asesinada antes de que su padre arremetiera contra la madre de la criatura, quedase con los medios para contarles maldades de su expareja y contratase un asesor de imagen.

Se ha establecido intencionadamente un clima en el que si tienes dudas o no te parece que la prisión permanente revisable sea la solución a la violencia contra mujeres y niños, eres sospechoso de colaborar con los criminales.

Es cierto que hay delincuentes que con sus delitos pasados demuestran que no tienen solución. Ya son hechos. Gente narcisista y criminal, que es capaz de violar, asesinar y quemar a dos mujeres policías nacionales mientras disfruta de un permiso carcelario y cuando le quedan ¡seis meses! para salir en libertad definitiva. Pero eso no quiere decir que tenga que pasar con todos los criminales igual. Hay asesinos a los que la prisión les ha servido para darse cuenta de la gravedad de lo que han hecho; hombres que entraban en la cárcel tras asesinar a sus mujeres y decían: “sí, he matado a mi mujer, pero yo no soy un delincuente”, y que después de años de cárcel y rehabilitación se han dado cuenta del mal hecho y no han reincidido.

De momento, en España tenemos a un único criminal encarcelado con prisión permanente revisable, que entró en vigor en 2015. Se llama David Oubel y también cometió un crimen machista: asesinó a sus dos hijas la víspera de entregarlas a su madre. Otra violencia vicaria.

Ruth Ortíz, la madre de los niños asesinados por José Bretón, se queja de que durante años las autoridades del mismo signo que los que ahora invocan, y manipulan, el dolor de las víctimas no le hayan prestado atención, ni se hayan reunido con ella, y con otras mujeres como ella, para visibilizarlas y saber que existían, para darles consuelo y reconocimiento legal.

El asunto de los asesinatos de niños es lo bastante endemoniado como para no simplificarlo en soy estupendo si pido la perpetua y colaboras con los criminales si no lo tienes tan claro. Aunque sólo sea porque luego va la madre de dos niños asesinados y te reprocha que manipules su dolor.

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