Le llamaban “Pacto de perdedores”, querían dar una prima contra natura a la lista más votada para desactivarlos, y han logrado convertir en éxito unos resultados parcos en las urnas. El PP, cosechando el peor balance electoral de su historia, se ha hecho con un enorme poder municipal, excepto en la periferia. Y Pablo Casado, su increíble líder, ha salido del coma para respirar hondo y pisar fuerte con un futuro por delante que no tenía. Una pura carambola cuyo único mérito ha sido aguantar firme el pulso de los pactos, frente a sus correligionarios de Vox que tienen clara su meta, y la impericia y torpe ambición de Albert Rivera incapaz de recoger otra cosa que descrédito en la operación. Sin olvidar a un centro izquierda, con errores y algunos signos de no pisar el suelo, que ha visto volar plazas seguras. Si no toma las riendas con firmeza, podría peligrar también la Moncloa.
La política española registra profundas muestras de degradación. Ahí están repartiéndose las cuotas de poder, con avidez glotona en algunos casos. Lo de menos son los destinatarios de sus empeños, la sociedad. Vemos mociones de censura que no reprueban acciones de gobierno del recién llegado sino desalojar de la silla al contrario. Mayorías absolutas, a falta de un voto, como la Melilla del PP, que se va a Ciudadanos con mucho menos porcentaje. Municipios a los que aplican una especie de custodia compartida para distribuir el mandato en tramos de dos años, como Albacete o Ciudad Real, Granada, o Cartagena que ya venía de atrás con la experiencia. Lo que importa es atesorar en beneficio propio los votos. Y ya como remate y ejemplo, a Manuel Valls, el ex presidente del gobierno francés, convertido en el más eficaz ultranacionalista español y represaliado a causa de ello por Ciudadanos en otra cabriola ininteligible. Una más.
Una más en efecto. Almudena Grandes cuenta en El País que “Villacís, la oscura vicealcaldesa de Almeida, podría haber sido alcaldesa de Madrid. Más Madrid y el PSOE le ofrecieron sus votos para que el PP no trajera a Vox de la mano a las instituciones madrileñas”. Y ni se lo planteó siquiera. Prefiere pactar con Vox. Villacís ha demostrado ser tan ultraderechista como la que más. Ya nadie puede ser tan ingenuo como para dudar que esa es la ideología dominante en el partido naranja. Arrimadas, la portavoz en Madrid, asegura, sin pestañear: “Dijimos que no nos sentaríamos a negociar con Vox, pero a hablar sí”. Igual fue de pie.
La España del “a por ellos” nos ha traído a los Almeida y los Espinosa de los Montero, a las Ayuso y las Monasterio. Con cuatro años de condena por delante, a salvo de los impredecibles resultados de peleas internas. Nos ha devuelto a la España caduca y retrógrada. Al peor PP, si en eso cupiera hablar de grados.
El mejor resumen vino en la foto de la toma de posesión en el Ayuntamiento de Madrid. El encargado, otra versión del Paco, El Bajo de Delibes, rindiendo pleitesía al señorito. Al de toda la vida, al franquista desde antes que existiera Franco. Ante la sonriente mirada de Pablo Casado.
Martínez-Almeida, nuevo alcalde de Madrid, resucita “el sueño olímpico” y estudia, a petición de los lumbreras de Vox, hacer un túnel bajo la Gran Vía madrileña, con sus cimientos ancestrales que vaya usted a ver cómo aguantarían. Pero no hay mejor lugar donde enterrar el superávit dejado por Carmena que en túneles y excavadoras, en más obras olímpicas para engrosar la ruta de los monumentos inservibles que atesora la historia del PP. Qué mejor material que el cemento para invertir en proyectos como evidencian múltiples procesos judiciales que afectan al partido. Noticia de hoy. La UCO implica al exministro Josep Piqué en el supuesto amaño de un contrato multimillonario en la Ciudad de la Justicia de Madrid. Con OHL y el compiyogui de la reina Letizia de por medio.
Es tiempo de vacas flacas en el PP. Ha perdido un centenar de sueldos públicos y 257.430 euros al mes por la debacle del 28A en Congreso y Senado. Rentabilizar infraestructuras en bolsillo propio es tentación que, nadie lo duda, resistirá férreamente este trío de derechas tan regeneradoras y modernas. No hubo despilfarro en el sueño olímpico dice el emocionado nuevo alcalde. 6.500 millones de euros llevaban gastados en el tercer intento consecutivo, en el Madrid 2020, según desglosaba Raúl Rejón en eldiarioes. 200 millones de euros nos costó por ejemplo el Centro Acuático, que ni siquiera se terminó.
La derecha ultra, regidora en Madrid, toma también la llave de los derechos. A respirar por ejemplo, suprimiendo Madrid Central y llenándolo otra vez de coches. Martínez-Almeida elimina también el Área de Género y Diversidad y la integra en Familia y Bienestar Social. ¿Y qué me dicen de entregar Cultura y Deportes a Andrea Levy? El sostén del cacique Baltar en Orense escribe en Telva y Vanity Fair, ya ven. Y el panorama es similar en toda España.
No, en toda no. Es la España del “a por ellos” la que no funciona. Aunque haya algunos destellos de política posibilista, Catalunya irreductible da continuas lecciones de ciudadanía. En sus votos y su actitud. No se arredra. Demostrando que cualquier gobierno español sensato no tiene otro remedio que negociar y resolver el “problema” catalán. El País vasco se organiza por su cuenta. Con la derecha más civilizada del país, por cierto, representada por el PNV. Valencia y Baleares evidencian signos diferenciales del centro y sur. Galicia se decanta esta vez por el PSOE ganador y no vota a Vox. Ángeles García Portela, profesora de historia, me explicó sin embargo que lo que Galicia tiene y mantiene es el Vox genuino, el franquista.
Las mareas gallegas quedaron desmanteladas, como tantas otras en otros tantos territorios por sus contradicciones y equivocaciones labradas a pulso. Volviendo a Madrid, la ruinosa operación magdalenas ha dejado sin gobiernos progresistas la capital y la comunidad pero no han tenido bastante. Ahora se reparten en facciones la herencia de Carmena. La lucha ha comenzado entre los carmelistas y los errejonistas, mientras ella se va a casa y él se sienta en la Asamblea sin siquiera sitio en la Mesa por la cacicada de la triple derecha.
El PSOE ganó las elecciones generales con un rotundo triunfo, las municipales, las autonómicas y las europeas. El PP, encabezando ya la triple derecha ultra, se le ha comido ya un abultado poder local. Queda la Moncloa. Nueva reunión de Sánchez e Iglesias. Posiciones alejadas, dicen fuentes del PSOE. Unidas Podemos pide derogar la Reforma laboral del PP y otras medidas. Ya puestos deben suprimir también la Ley Mordaza. Los medios menos independientes solo hablan de “exigencias de cargos de Unidas Podemos”. Aún les ponen pegas por algunas baronías. García Page se ha hecho un festín de puestos de poder con Ciudadanos. El Ciudadanos que añoran pacta sin escrúpulo alguno con Vox. Rechazan casi con rabia a los nacionalistas catalanes…
¿Cabe en este panorama descuido alguno? Ni nuevas elecciones ni exquisitos miramientos a los poderes que no lo merecen. El objetivo es salvar al menos los muebles de la Moncloa. No vaya a ser que PP, Vox y Ciudadanos estén apalabrando ya camiones de mudanza.