Suyo será el reino de los votos

26 de marzo de 2023 22:12 h

0

Con el fin de las cuentas conjuntas de Netflix muchos usuarios hemos sufrido la temporadaeneltinteroquitis, una dolencia consistente en dejar a medias una serie. La comunidad médica advierte de que la dolencia no es grave, se cura con el tiempo, que hace el olvido. Yo empecé a sufrir temporadaeneltinteroquitis aguda hace unos días cuando se estrenó la segunda temporada de la serie ‘El Reino’, creada por Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro. Cuenta la historia de una Argentina dominada por el evangelismo. En concreto, la historia del pastor Emilio Vázquez Pena, uno de los líderes carismáticos de la Iglesia de la Luz junto a su esposa, la pastora Elena. La serie habla de falsos predicadores, corrupción y codicia, la eterna confluencia entre política y religión llevada al extremo. O más que confluencia, envenenamiento mutuo. 

A veces las series tienen esa cualidad espontánea de dialogar con el contexto en el que se producen. Y estaba yo leyendo sobre la segunda temporada (a falta de Netflix), cuando el pasado sábado el PP subía al escenario de su acto con la comunidad hispana a la pastora evangélica Yadira Maestre, fundadora de la Iglesia Cristo Viene en Usera (Madrid). Yadira pedía en su intervención al “Padre Celestial que cada día el amor halle en el corazón de este partido”. Lo hizo en la oración de apertura.

No es el primer acercamiento público del PP a las organizaciones evangélicas. Aunque sí la primera vez que vemos a una predicadora en un acto masivo con las siglas del partido detrás. Ya es sabido que Alfonso Serrano, número dos de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, acudió a Invasión Madrid Fest, un macroevento religioso que reunió a 3.000 personas en la Comunidad de Madrid. U otros cargos del partido han subido publicaciones a sus redes sociales en iglesias evangélicas con el hashtag #nuevosmadrileños (así los denominan). 

El PP sabe que es un acercamiento productivo en busca de todos esos votos descreídos de la comunidad latinoamericana creciente en España. Los templos evangélicos neopentecostales llevan décadas brotando de norte a sur en áreas metropolitanas y territorios rurales de América Latina, acudiendo a la llamada del desempleo, la violencia, las drogas y la pobreza. Los evangélicos llegan a todos los lugares inaccesibles a los que no llega el Estado. Han complementado su despliegue territorial con un importantísimo despliegue mediático, en emisoras de radio y televisión, con mega construcciones, hospitales, colegios, editoriales, modas, incluso en las cárceles. Persiguen dos estrategias, esta popular, pero, en paralelo, otra de penetración en los poderes. Están presentes en el aparato judicial y en la política. Toda esta representación popular, mediática y política potencia su masividad.

En Brasil su arraigo es absoluto, con una narrativa basada en la creciente teología de la prosperidad, que vende la adhesión a cambio de un todo, también material. Así que el evangelismo  se presenta como una forma de ascenso en la escala social. Y esto trasciende un programa conservador de familia y ética, en contra del aborto, de la “ideología de género” o de la homosexualidad. Allí en las últimas elecciones se ha hablado directamente de una guerra espiritual. Una pugna entre Dios y el Diablo, entre la luz y las sombras. Las elecciones, más que comicios, eran una especie de purgatorio. 

Cuando vi la primera temporada de ‘El Reino’ me la imaginé como una suerte de entelequia bolsonarista, algo tan lejano que ni me rozó en las referencias. Es parte de nuestra miopía ciudadana, tendemos a ver lejos cosas que, en realidad, no lo están. Este acercamiento del PP a los evangélicos parece enmarcarse en una estrategia electoral que replica fórmulas lucrativas del otro lado del Atlántico: a buscar apoyos en las urnas a través de la fe, en lugar de a través de las políticas. Tal vez la pregunta que cabe hacerse es si merece la pena comprometer incluso algunos valores a cambio del paraíso de los votos.