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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

La soberanía nacional no reside en “los mercados”

Los líderes políticos se reúnen para ver quién y con quién es presidente del gobierno y quién se hace con el título de consuelo: líder de la oposición. Una figura desfasada cuando, roto el bipartidismo, es escasa la diferencia entre los segundos del podio. La novedad de la temporada es el pronunciamiento de Albert Rivera que, tercero en escaños, se ha autoproclamado precisamente Líder de la Oposición, como si de un Guaidó se tratase.

Un juego en el que ocupamos mucho tiempo, comentando posturas y anécdotas, aunque sea el fondo lo trascendental porque decide pautas políticas que nos afectarán a todos. En principio. A salvo de injerencias, que también pueden ser previstas en los acuerdos y que desplazan nociones básicas. “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, según el artículo 1º de la Constitución española en su epígrafe 2. En ninguna parte figura que resida en “los mercados” o que los países sean empresas mercantiles, como se está imponiendo por la ideología dominante de la derecha.

Los mercados opinan como entidades en los medios, los ciudadanos lo hacemos con el voto. Cada día ellos, nosotros cada cuatro años como norma que se rompe a menudo. El líder de la sanidad privada en España, dueño de Quirón Salud, ha sido uno de los últimos en comparecer para decir que confía en que la derecha siga gobernando en la Comunidad de Madrid (dado que era en Madrid donde hablaba). La derecha ha favorecido en gran modo su expansión en toda España. Este “mercado” pues opta por la derecha. Por los partidos que defienden sus intereses, que no suelen coincidir estrictamente con los de los ciudadanos.  Y muchos otros mercados y promotores. No pasa el día en el que nos cuenten lo mucho que agradaría a “los mercados” una alianza de Gobierno entre PSOE y Ciudadanos.

Vivimos en sociedad y, en consecuencia, nos organizamos en una serie de objetivos comunes. Con reglas, derechos y obligaciones para su mejor logro y, desde luego, a través de la cooperación. En las sociedades hay temas mucho más valiosos que ganar dinero por encima de todo. El bien común, la salud, la educación, la defensa de los propios derechos, el marco institucional para desarrollarlo, son infinitamente más importantes que la cuenta de beneficios de una empresa u otra, necesarias en su justo lugar. Los beneficios de las personas no se evalúan en euros. Mírense algo tan de uso habitual como el Índice de Desarrollo Humano para comprobar que las personas cuentan mucho más que las anotaciones contables.

El partido de Albert Rivera y él mismo son destacados defensores de que los países se comporten como empresas. Hasta fichaje de talentos hacen. De talentos liberales. En el marco, eso sí, de un españolismo febril, acosado por separatistas y malvados de similar pelaje. Como el PP,  pero los populares andan ahora perdidos en la inmensa estepa de la sinrazón sin parar de dar vueltas a sí mismos y se han moderado levemente.

Pablo Casado ya ha elegido en estos días de tanteos negociadores ser cabeza de la oposición y que Rivera se abstenga para elegir a Pedro Sánchez presidente del gobierno sin que tenga que depender de Unidos Podemos y lo que sería peor: de los temibles separatistas, rompedores de España y asimilados. Los españoles de mal y sus votantes, para entendernos.

Pero Rivera quiere ese puesto. Si hay que saltarse trámites democráticos –el porcentaje de votos-, se saltan. Él se siente líder de la oposición y no hay más que hablar. Rivera ha dicho al salir de hablar con Sánchez  que “Ciudadanos va a hacer una oposición para que ”venza España“, esa España compuesta solo por españoles ”de bien“ como él.  Ciudadanos va a estar al quite para librarnos de los desmanes del Gobierno de Sánchez. El ”presidente fake“, según la segunda voz naranja, Inés Arrimadas. De Okupa pasan a Fake, que no falte la juvenil K para distinguirse de las otras derechas que no son tan modernas. ¿No dan ganas de llorar? 

Pablo Iglesias ha salido de la reunión con Sánchez diciendo que si en algo han estado de acuerdo es en ponerse de acuerdo, en que la fuerzas progresistas alcancen acuerdos. Que llevará tiempo pero que hay buena voluntad y empatía, que se ha labrado en estos meses de cooperación desde la moción de censura. Ha pedido paciencia. En la España de las cloacas pesa más una palabra sincera fuera de tono  de la izquierda en pasados remotos que todos los abusos de esta derecha desnortada.  Iglesias propuso ser vicepresidente  en un gobierno de Sánchez en su día y desató las críticas de la jauría,  Rivera iba en el mismo puesto y con el mismo presidente y se vio con muy buenos ojos. Creo que la soberanía nacional tampoco reside en los trajes masculinos de chaqueta y pantalón oscuros.  

El domingo por la noche media España se emocionó con el Salvados que suponía la despedida de Jordi Évole de este programa estelar de La Sexta TV. Y decidió hablar de su barrio, abriendo el micrófono a la gente corriente.  La que vive en la mayor parte de los barrios, pueblos y ciudades de España.  Emociones cotidianas que se encierran en las paredes de la propia historia.

Me besó antes de ir a trabajar y aquel día se acabó la felicidad”, contó una mujer. Perdió a su marido aquel día, cuando se cayó del andamio. Cada año, el andamio, la obra, la carretera, y otros arriesgados oficios se llevan a un elevado número de trabajadores: 652 en 2018, con un repunte, por cierto. Añadan más de 600 mil accidentes laborales con baja. Las familias rotas por la violencia machista, las desarraigadas por los desahucios.  Las que vuelven a pedir por la calle para dar de comer a sus hijos. Las que vieron partir a sus hijos a la emigración.  Las que viven con grandes carencias o padecen severa injusticia en primer grado. Y también las que ven llegar los regresos. Y los caminos de mejora a sus problemas cotidianos. 

La gente corriente va en las carteras de los líderes políticos que negocian el gobierno en la Moncloa. Para usarlos políticamente o en la búsqueda de las soluciones que precisan. Para esto último pagamos impuestos, no para que nos privaticen los servicios a cambio de nada.  Cuando a Rivera, Arrimadas, Casado, Álvarez de Toledo, les dan arcadas al pensar en gobiernos progresistas, están despreciando la voluntad de una buena parte de la soberanía nacional, mayoritaria si hay acuerdos.

A “los mercados” les gustan los gobiernos como el de Bolsonaro en Brasil. Textualmente. Lo más granado del sector le organizó un homenaje como hombre del año para el 14 de mayo. Compañías áreas, bancos, firmas como Merrill Lynch, Credit Suisse, Morgan Stanley, Citigroup e HSBC  patrocinaron el evento que iba a celebrarse en el Marriot de Nueva York.   Finalmente ha sido suspendido por las protestas hacia el presidente ultraderechista de Brasil.  Sus recortes sociales, de libertades y de sentido común, no cuentan para los mercados pero sí para muchos ciudadanos.  Un gesto pero altamente significativo.

La soberanía nacional no reside en los mercados, sino en el pueblo español. De él emanan sus representantes en todos los estamentos de toma de decisiones. A través de la política. Para los ciudadanos. Con los impuestos de los ciudadanos. Por el bien común. Con este bastidor de libertades, obligaciones y derechos, la danza de líderes y medios negociando su papel muestra una imagen más nítida.

Y si lo correcto, los principios básicos de la Constitución -todos, no solo el reducido paquete que enarbola la derecha- parecen demasiado utópicos, que se elija al menos lo más parecido. No, lo opuesto.