El juez Vidal acaba de comprobar cuaán larga es la sombra del palo. Señor,sí,señor. Lesmes, como buen cristiano, ni miente ni defrauda. A los jueces se les controla con el palo y la zanahoria. Para la expedición de las últimas zanahorias les remito al informe sobre la política de nombramientos del CGPJ realizado por la Plataforma para la Independencia Judicial. Hoy vamos con lo del palo porque a Vidal se lo han dado y le han dejado tieso. Y a la vez han enviado un mensaje preventivo: ¡atención señores con lo que expresan, atención señores con lo que escriben, si no se mueven dentro del más estricto guión! Jueces dóciles del palo y la zanahoria. Objetivo cumplido.
El juez Vidal es independentista. Ya ven. Usó su técnica jurídica en un trabajo teórico de redacción de una constitución. Ya ven. Y ahora se lo pulen por considerar que “esta actuación, junto su apoyo explícito a la consulta soberanista, no queda amparada bajo el derecho fundamental a la libertad de expresión porque choca con la dignidad integridad e independencia del Poder Judicial”. Y lo hacen con los votos exclusivos de la mayoría conservadora del Pleno del Consejo que se fracturó en dos a la hora de adoptar una decisión que en la práctica, si no lo expulsa, si le hace perder su carrera judicial. Esto vicia la decisión. No le concedo ya, ni por el beneficio de la duda, un resquicio de inocencia a esta situación. No puede ser que si una postura jurídica es discutible, la discusión se abra en bloques como una breva y purgue a un miembro del Poder Judicial con la sospecha de haber sufrido el rodillo de una mayoría ideológica que sirve de correa de transmisión de una postura política que no asume que un ciudadano libre puede pensar que la constitución actual es la mejor posible o que es insostenible o que preferiría vivir bajo el manto de otra. Y que un juez es un ciudadano libre que ha jurado acatar la existente. Nadie ha hablado de que Vidal, como juez, no lo haya hecho.
¡Como si ser independentista no estuviera amparado por la Constitución! Como ser republicano. Supongo que con estas premisas un juez no puede ser republicano, o no puede decirlo, y mucho menos jugar jurídicamente a redactar un borrador de constitución republicana y laica.
Porque la sombra del palo nos muestra que un juez se expresa libremente cuando lo hace en la ortodoxia del poder. Así el propio Lesmes pudo afirmar sin problemas, y sin que se moviera un dedo, que el derecho a decidir no tiene cabida en la Constitución –estableciendo su criterio jurídico y personal– pero 33 magistrados firmaron un manifiesto afirmando que –en su propio criterio jurídico y personal– el derecho a decidir sí tiene encaje constitucional y se les incoaron diligencias disciplinarias que permanecieron abiertas más de un año como espada de Damocles. La sombra del palo es alargada.
La reforma de la acción disciplinaria recogida en la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial en la que el PP se cargó definitivamente cualquier viso de independencia del CGPJ es un instrumento metódico e inquisitorial al servicio de esa idea de Tercer Poder amarrado como un burro al premio o al castigo. La figura del “promotor de la acción disciplinaria” –esa denominación que de por sí estremece– se ha encarnado en Fonseca-Herrero que ha demostrado dotes de inquisidor apropiadas para el puesto. Tantas que sus propios valedores, los vocales del Pleno, le han enmendado ya la plana varias veces al considerar desproporcionados los palos que proponía.
Ahora crucemos apuestas respecto al futuro de la investigación abierta por ese mismo Fonseca-Herrero a los jueces de Madrid que cobraban sin haber consultado por el CGPJ de una empresa privada de forma periódica, incluido el presidente que se metió en el grupo de agraciados.
Y recuerden, Señorías Ilustrísimas, sean obedientes si no les cobija el bando adecuado.