Superliga CaixaBank

20 de abril de 2021 22:35 h

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Estoy muy preocupado con la Superliga esa que se están montando entre unos pocos para quedarse con la mejor parte de la tarta, hacerse más ricos de lo que ya son, y dejar las migajas a los más pequeños, condenados a desaparecer. Van camino de un oligopolio que acabará con la competencia, que ya de por sí es poca, pues año tras año ganan los mismos. Pero es que además hablamos de entidades que ya llevan tiempo bajo sospecha por su codicia, sus sueldos galácticos, sus relaciones con fondos de inversión internacionales, además de escándalos de corrupción, operaciones inmobiliarias y ayudas públicas que nunca devuelven.

¿Qué? ¿La Superliga de fútbol? Ah, no, yo estaba hablando de otra Superliga: la de los bancos, el proceso de concentración por el que un puñado de grandes entidades se reparte una porción cada vez mayor de la tarta financiera. Vuelvan a leer el párrafo anterior, verán que no hablaba del Real Madrid o el Barça en esa nueva competición, sino del Santander, el BBVA, o el último megabanco, CaixaBank, que acaba de marcar el mayor gol de la historia de España, perdón, el mayor ERE: más de 8.000 empleos recortados de una tacada, que se suman a los que ya preparan los otros grandes grupos bancarios y que podrían superar los 18.000 este año.

Sí, lo de la Superliga de Florentino es muy feo, pero deberíamos dedicar la misma energía a preocuparnos por lo que viene pasando en el sector bancario español desde hace más de una década, cuando comenzaron las fusiones de entidades y la liquidación del viejo sistema de cajas de ahorro. En 15 años hemos pasado de 62 entidades a solo 10, y serán aún menos, pues hay nuevas fusiones a la vista (la más inminente, Unicaja con Liberbank). Uno de los sistemas bancarios más concentrados de Europa. Si en 2008 los cinco mayores bancos de España controlaban el 42% del negocio, hoy los cinco primeros tienen el 71,5%. A cambio, la concentración ha liquidado 22.000 sucursales y más de 100.000 empleos sin contar los últimos anuncios.

La última de estas operaciones, la fusión de La Caixa y Bankia para dar en CaixaBank, es tan escandalosa que no sabría por dónde empezar, ya he perdido la cuenta de las cajas de ahorros que ha ido devorando el gigante por el camino, los miles de millones de dinero público quemados, y por supuesto los desahucios a su cuenta, que en eso también es campeón el nuevo gran banco. Lo último, el anuncio de ese ERE de 8.000 empleos solo dos semanas después de triplicarle el sueldo al presidente Goirigolzarri, que con la fusión pasa de cobrar un fijo anual de 500.000 euros, a su nuevo sueldo de 1,65 millones más incentivos y variables.

Con cinco grandes bancos controlando casi tres cuartas partes de negocio en España, no hace falta que les cuente los riesgos que asumimos los clientes, las familias, las pymes y los ciudadanos en general, pues los grandes lo son en activos y beneficios, pero también en hipotecas y créditos, deudas de los partidos políticos, financiación de grandes proyectos, control accionarial de importantes empresas, capacidad de influencia sobre los medios de comunicación… Por no hablar de lo que pasaría si un día uno de esos gigantes tuviese problemas y hubiese que rescatarlo.

España va a la cabeza en fusiones bancarias, pero hay movimientos en otros grandes bancos europeos, incluso la posibilidad no muy lejana de fusiones trasnacionales dentro de la zona euro, y entonces sí que va a ser una superliga europea.

De la otra Superliga, la de fútbol, otro día hablamos, pero les recuerdo que nuestras competiciones nacionales, primera y segunda división, tienen nombre de banco. Así que si los clubes esos necesitan patrocinio para el nuevo invento, que pregunten por aquí. Superliga Santander, o Superliga CaixaBank, lo veo.