Cada día igual: un abismo entre la realidad y lo que se publica en numerosos medios generalistas. Un viaje sin retorno quizás. Ciertamente, Moncloa no debió crear grandes expectativas sobre el encuentro de Biden con Sánchez durante la cumbre de la OTAN en Bruselas. De ahí a que su breve charla de pasillo ocupe este martes las principales portadas y homilías mediáticas hay un largo trecho. Vertical. Un precipicio por el que buena parte de la sociedad se despeña desinformada como mínimo, y sobre todo altamente manipulada.
Pablo Casado ve en “el patinazo” de Sánchez con Biden una oportunidad de que se olvide el fiasco de Colón el domingo, dicen. Y en ello trabajan los medios, sin duda. Y los ciudadanos lo compran al parecer porque se vive a golpes de actualidad inmediata sin antecedentes, consecuencias o recorrido. Inmediata y manipulada, insisto.
Los presidentes norteamericanos nunca han tenido una especial deferencia con los españoles, con un par de excepciones. Eisenhower, republicano, que visita España en 1959 para legitimar el golpe de Estado y la dictadura de Franco a cambio de instalar sus bases militares en nuestro territorio. Y Aznar, que tuvo el privilegio de poner las botas en la mesa de George W. Bush, como pago a su apoyo para la invasión ilegal de Irak. Es una larga historia de genuflexiones sonrojantes embarcados en un eterno Bienvenido Mr. Marshall que siempre nos dejó compuestos y sin marido, porque lo de las bases fue más bien de novio dominante.
Biden, 78 años, con jet lag y mirada un tanto perdida, no tuvo encuentros bilaterales en la primera jornada salvo con Johnson y Merkel, según se ha informado, pero la apisonadora mediática española no está para matices.
Y, sí, el domingo Madrid se convirtió en la capital ultraderechista de Europa. Menos gente que en la anterior foto de Colón hace dos años y mucho más facha y estrafalaria. Trumpismo puro en la escenografía, del que asalta Congresos. Abuchearon a Pablo Casado y a Inés Arrimadas por parecerles tibios a la turba enardecida y ambos siguieron usando su maquillaje facial de cemento en declaraciones posteriores. Quien reinó fue Ayuso. Al punto de poner en un brete al rey, responsabilizándole de la firma de los indultos y cabalgando en jarras sobre la Constitución.
Hubo de rectificar, pero fue una nueva oportunidad para que los medios, el TD2 de TVE, le compraran en titulares su versión promocional con un “Ayuso matiza sus palabras”. Y su declaración con mensaje: “Por supuesto que el rey no es cómplice, toda la culpa, que conste, recae en el presidente del Gobierno”. Inaudito. Desde el punto de vista informativo. Y hoy Ayuso ha vuelto a desdecirse de lo desdicho a ver si cuela, que colará. Tiene que seguir alimentando a quienes nutren su presidencia.
La desinformación está vendiendo a la sociedad a la derecha más ultra y corrupta de Europa. No hay una sola capital en el continente tan sesgada como la de España: Madrid. Es una excepción entre los países de nuestro entorno que suelen tener, en la capital precisamente, a gente más progresista. Y es que la derecha aquí goza de una promoción e impunidad sin igual. Busquen algún parlamento de un país serio en el que la recién nombrada presidenta se alegre de que no esté en el hemiciclo su rival político convertido en bestia negra. Pues ha pasado en Madrid con Eugenia Carballedo (PP), una pupila de Astarloa. “Me felicito de no tener aquí al señor Iglesias”, ha dicho.
Es el Madrid de las contratas a constructoras y empresas de servicios para todo, de las insistentes privatizaciones; la que va a diezmar aún más la Atención Primaria. Y se les consiente. Este martes ha habido manifestaciones en Chamberí contra el posible cierre de tres centros de salud en verano. Justo en el paraíso de las terrazas. A votantes y no votantes les han hecho ese trueque: cervezas por sanidad. Y otra concentración de familiares de ancianos de residencias que acusan a la Comunidad de Madrid de haber vulnerado incluso los Derechos Humanos de este colectivo. Abandonarlos en ese triaje impuesto por la precariedad de medios que dejó la tijera previa fue de una crueldad extrema. Pues el PP ha vuelto a tumbar la investigación de la masacre en los geriátricos. Y no pasa nada. Todo se le consiente a Ayuso. Más aún, esto es lo que se vende en el pack de sus declaraciones sensacionalistas de tanto juego mediático y político. Es la cara de esa derecha ultra que beneficia a unos cuantos poderosos.
Entretanto el juez García Castellón sigue con su cruzada. Empecinado en sacar lustre a una tarjeta de móvil, a límites desorbitados ya, dado que hasta el Supremo le dio un rapapolvo histórico por acusar sin pruebas. Como si esa tarjeta contuviera… la caja B del PP, por poner un caso.
Y es un no parar. Imputada Cospedal en la trama de corrupción Kitchen –de espionaje al tesorero, lavado y cobros– el bufete que la colocó por sus contactos CMS Albiñana & Suárez de Lezo y la ex secretaria general del PP pactan su salida “temporal” de la empresa.
Y además hace unas horas han sido detenidos el presidente y el vicepresidente de la Diputación de Almería del PP por supuestas adjudicaciones irregulares en la compra de material sanitario frente al Covid 19. Y el Supremo ha ratificado la absolución del expresidente de Murcia (PP) que se ha librado porque ha pasado el plazo que impuso del gobierno de Rajoy de solo 6 meses para tramitar el expediente y no ha dado tiempo.
Y el monarca emérito, Juan Carlos I, al que le salen cuentas off shore hasta en Andorra, y gracias las investigaciones de la justicia suiza.
Y así va tirando esta España que pierde el foco de lo que le interesa de verdad, deslumbrada por brillos de pura incompetencia profesional puestos a ser generosos, porque difícilmente es engullible tanto pringue espontáneo. A menudo venden frivolidad, bulos, brújulas sin norte, cañas por salud, el chascarrillo a cambio de la puñalada trapera, el 'zasca' por el saqueo de lo más esencial. Y lo compran, vaya si lo compran. Cada vez con menos miramientos.
Celia Villalobos expresa, como colaboradora fija de TVE, sus opiniones retrógradas y falsas sobre algo tan grave como el asesinato de las niñas de Tenerife a manos de su progenitor. Dijo que “le duele mucho que convirtamos a los hombres en el enemigo de la mujer” y que las mujeres matan más que los hombres.
Ortega Smith, concejal del ayuntamiento de Madrid, mientras, se apartaba del minuto de silencio por el asesinato de las dos criaturas. Ostensiblemente. Plantado de pie fuera. Es la ultraderecha machista que sustenta a Almeida y a Ayuso en sintonía ideológica.
Pero, sí, siempre hay algo más y ocupa el espacio que ocupa: poco. Este lunes un hombre de 58 años se suicidó en Barcelona cuando le iban a desahuciar de su piso. El juzgado desestimó el informe de vulnerabilidad de los servicios sociales presentado por el abogado de la víctima para aplazar la ejecución del mandato. No pagaba el alquiler –800 euros, informan– desde junio, cuando se quedó sin trabajo. Una ciudad que se ha ocupado de estos casos en particular… Un país con un gobierno que arbitró medidas para los más vulnerables en la pandemia. Pero esto es hijo directo de un sistema egoísta e inhumano que no recibe más que zancadillas en su abordaje.
Y se nublan los ojos y se indigna la razón. Doblemente. Porque detrás del ruido interesado, de tanta banalidad, hay seres humanos. Y ahora vuelvan a mirar lo que cuenta la prensa, la radio, la televisión, las tertulias, y visualicen por qué despeñadero está cayendo una sociedad con estas prioridades y versiones de la realidad.