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La verdad, víctima prioritaria de la ultraderecha

La irrupción de Vox en las instituciones y la exaltación de la derecha más extrema que vivimos están produciendo un daño colateral de aciagas consecuencias: la destrucción de la verdad. Es la consagración de una realidad vencida por las creencias. El bulo intencionado termina por imponerse como hecho auténtico. La disuasión del pensamiento crítico, del pensamiento, alcanza ya niveles históricos. Los ultras registran un espectacular momento de euforia en el que se ven llenos de poder.

Han sido 12 escaños, elegidos por 400.000 andaluces en una España que cuenta con 46 millones de personas. Y aunque muchos más salen de los armarios por distintos rincones no llegan a infectar a toda la sociedad. Todavía al menos, por mucha que sea su promoción mediática. Venden por nuevos o remozados, por extremos, por convenientes a los intereses de ciertas élites. Pero su éxito se puede desinflar y existe la posibilidad de una reacción democrática contundente en las urnas.

La verdad está quedando seriamente dañada. En un fenómeno más o menos global, lo que permite excusarlo como mal de muchos. Muy desestabilizador. Si faltan las bases sólidas que la realidad aporta, todas las decisiones y proyectos se ven afectados. El acierto será una casualidad remota surcada de errores. Una auténtica indefensión que trasladan al conjunto de la sociedad.

Abascal y sus Vox mienten como una ametralladora de repetición. Y sin el menor escrúpulo. Acusan al Estado de ocultar datos de hombres asesinados por sus parejas y de supuestas masivas denuncias falsas de maltrato. Y el machismo de raza, el cerebro cabestro, lo engulle sin rechistar. Abascal asegura que “las mujeres asesinadas en España han sido, mayoritariamente, a manos de extranjeros”. Es mentira. El 70% de los autores son nacidos en España. Ana Requena y Marina Estévez contrarrestan con hechos aquí varios bulos disparados por Vox.

Vox ha venido a hacer realidad los deseos de quien la obvia. Y el PP y Ciudadanos se apuntan. Las tres derechas, herederas del funesto y siniestro José María Aznar, quedan en entredicho cada vez que se les confronta con lo que realmente sucede es aspectos muy vinculados a la ideología. Una investigación internacional desmiente los mensajes de PP, Ciudadanos y Vox sobre inmigración y sobre el uso de los sistemas sanitarios. Pero quienes les siguen ciegamente, si es que llegan a enterarse, no lo creerán. Se lo mandarán por guasap de la mañana a la noche y crecerá la bola. Y cuando caiga un bulo, la emprenderán con otro.

Añadan a unos cuantos gallos y gallinas sin cabeza diciendo insensateces. A una Begoña Villacís de Ciudadanos, por ejemplo, empeñada en que la alcaldesa Manuela Carmena pone medidas para reducir la contaminación solo por fastidiar, ignorando los alarmantes informes de alerta internacionales. Hay gente que se rige por lo que “le parece”, no por lo que es. Cada vez más. Sobrevivir en su caso va a ser un auténtico milagro con estos peregrinos criterios.

Pablo Casado y su equipo añaden un patrioterismo sin pies que atribuye a España poco menos que la conquista del espacio. Han dicho que los ancestros de su PP descubrieron un nuevo mundo. Y no lo conquistaron sino que lo incorporaron a su excelencia. Querían extender España nada más, su espíritu supremo. Como Hitler su Alemania. Escucharles es un permanente sonrojo. Rivera se ha atascado en los rojos y azules, guerracivilismo, separatismo y en la permanente permeabilidad a los discursos de éxito en la derecha. Quizás por eso se ha “lanzado” a Vox.

Los ultras españoles se encuentran al nivel intelectual y cultural de sus homólogos internacionales. De Trump a Bolsonaro la especie crece. El magnate llegado a la Casa Blanca ha convertido su administración en el reino de las mentiras. El nuevo gobierno brasileño anda modificando los libros de historia, para quitar de ellos cuanto tienda a “desmontar los valores tradicionales de nuestra sociedad, en lo que respecta a la preservación de la vida, la familia, la religión, en suma, del patriotismo”. A ese fin quiere suprimir que existieran Marx, el Che y la dictadura brasileña. Historia al gusto. Como Polonia hizo con su papel en el holocausto judío perpetrado por los nazis. Aprobaron en Febrero una ley que prohíbe vincular al país con esos crímenes. Aprobaron una ley que obliga a falsear la historia. También. Grandes sugerencias para la derecha española tan ducha a esa tarea.

Y aún tienen más ejemplos inspiradores. En Kaliningrado, ciudad rusa que fuera la capital de la antigua Prusia Oriental (alemana), una campaña de descrédito ha logrado que su aeropuerto no sea rebautizado con el nombre del filósofo Immanuel Kant, su hijo más ilustre internacionalmente. Los argumentos de peso corrieron a cargo de Igor Mujametshin, jefe del Estado mayor de la flota del Báltico ruso que se ubica allí, según informa El País. El militar consideró a Kant un traidor a su patria por haber buscado una cátedra fuera. Y remató con un argumento inapelable: “Escribió unos libros incomprensibles que nadie de los que están aquí ha leído ni leerá nunca”. Entre los nacionalistas españoles de su cuerda seguramente encontrará expertos en Kant que podrían instruirle.

Acabamos de conocer que España invierte en ciencia menos de la mitad que la media de Europa. Un ligero aumento actual no palia el enorme destrozo anterior con Rajoy. En cambio, China ha disparado la inversión para convertirse en líder mundial. Javier López Facal y Carlos Martínez ya documentaron en Reacciona (Aguilar, 2011) que “los países son ricos porque investigan, no investigan porque ya son ricos”.

Quizás para saberlo hay que pensar. Y no es lo que más se lleva en estos tiempos. El gobierno ha eliminado de su reforma educativa que Filosofía vuelva a estudiarse en la ESO pese a haberlo pactarlo en el Congreso. Precisamente Kant expresó una idea que nos encaja en este hoy a la perfección. Se la oí al filósofo Carlos Fernández de Liria. Su maestro sin aeropuerto dijo que hay algo que logra hacer que “los hombres se nieguen a perder, por amor a la vida, aquello que hace a la vida digna de ser vivida”. Piensen a ver qué es, y si lo hay en el surtido que nos ofrecen. Y si no es esencial buscarlo.