¿Y si Iván Redondo no hubiese trabajado para Pedro Sánchez?
El 9 de febrero de 2017, Pedro Sánchez se dispone a telefonear a Iván Redondo. En ese preciso instante, el socialista recibe una llamada de Vodafone. En ella, un comercial le ofrece fibra óptica a un precio sin competencia. Sánchez, contento con Movistar, le cuelga y llama a Redondo, pero el móvil está ocupado.
En ese breve intervalo, que cambiará para siempre la historia de nuestro país, Redondo ha contestado otra llamada. Se trata de Antonio María Rouco Varela, quien solicita los servicios del asesor por una suma desconocida. Redondo, ateo practicante, hace una rápida conversión euros-pesetas y acepta el trabajo.
Diseña una estrategia para “preñar de Jesús los corazones de los españoles”. Sus ideas son provocativas y arriesgadas, pero Varela, cautivado por la inteligencia y el magnetismo del asesor, las acepta sin rechistar. Como resultado, las iglesias empiezan a servir Bacardí con cola en lugar de vino, y se contrata a David Muñoz para que diseñe unas hostias de autor.
Jesucristo es replanteado gráficamente por la agencia Ogilvy. El hijo de Dios adopta desde este momento los rasgos de Jon Kortajarena. Además, se incorpora como personaje jugable en Fortnite y al GTA Online.
En solo cuatro años, ocho de cada diez españoles pasan a declararse cristianos practicantes. Redondo, crecido por su éxito, pide a Rouco Varela que le hagan santo, lo cual provoca tiranteces con el Vaticano. Finalmente, el asesor abandona la Conferencia Episcopal porque, en sus propias palabras, “Dios no da para más”.
¿Y si Juan Carlos I no hubiese intervenido en el 23-F?
En la madrugada del 24 de febrero de 1981, Juan Carlos I se prepara para comparecer ante la nación y ordenar a los militares sublevados que respeten la Constitución. Los operarios de RTVE, sin embargo, no consiguen que la cámara funcione. Se trata de un aparato recién comprado por el ente público y, como queda claro en este momento, el cursillo de formación de media hora resultó insuficiente.
El monarca, viendo que su puesto peligra, pide que le traigan otra cámara más sencilla, pero, en ese lapso, todos los generales de España se suman a la revuelta y el ejército toma las calles.
Juan Carlos I se viste con las ropas de su esposa y huye a Portugal, donde sigue vestido con las ropas de su esposa durante cinco meses más sin que los historiadores tengan claro el motivo. Cuando Sofía le reclama una falda, él le pide el divorcio.
Desde el exilio, Juan Carlos ve con tristeza cómo España involuciona hacia la dictadura, pero pronto comprende que la melancolía no da dinero. Usa la herencia familiar para montar una cadena de resorts de lujo orientados a un público poco escrupuloso con los derechos humanos. Al tratarse de un nicho de mercado sin competencia, el negocio despunta de inmediato.
Juan Carlos no tarda en amasar una fortuna. Comprador compulsivo, adquiere el Algarve entero, lo que le convierte en la persona que más portugueses tiene en propiedad (en torno a 400.000).
El 2019, coincidiendo con las primeras elecciones democráticas que se celebran en España en 37 años, Juan Carlos se instala de forma permanente en la Estación Espacial Internacional. Actualmente, puede ser visto en las noches despejadas surcando el cielo a 7'6 kilómetros por segundo. Nunca un Borbón había ido tan deprisa.