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“La yuxtaposición, en la televisión, de imágenes de tanatorios y UVI abarrotadas, seguidas de otras con reuniones tumultuosas de jóvenes celebrando, con copas en la mano, la libertad de divertirse sin coacción alguna, puede resultar terriblemente obscena. Y, sin embargo, es una exhibición que trasciende toda moralidad para inscribirse en la propia esencia humana.

Ante semejante contraste podría haber quien dijera que la única reacción sería aceptar la muestra como algo vital y asumirlo como tal, como propio no solo de lo “fieramente humano” sino de la naturaleza de todos los seres vivos.

Porque, en realidad, los jóvenes están celebrando -¡sin saberlo!- su prevalencia generacional. En un escenario de muerte festejan su fatal predominio y, en definitiva, su supremacía. Y, ante esta evidencia, solo cabe -si eres viejo- inclinar la cabeza y afrontar el destino, o la rebelión partisana (abocada, por supuesto, a la derrota final)“.

“La yuxtaposición, en la televisión, de imágenes de tanatorios y UVI abarrotadas, seguidas de otras con reuniones tumultuosas de jóvenes celebrando, con copas en la mano, la libertad de divertirse sin coacción alguna, puede resultar terriblemente obscena. Y, sin embargo, es una exhibición que trasciende toda moralidad para inscribirse en la propia esencia humana.

Ante semejante contraste podría haber quien dijera que la única reacción sería aceptar la muestra como algo vital y asumirlo como tal, como propio no solo de lo “fieramente humano” sino de la naturaleza de todos los seres vivos.