Como casi ninguno habrá olvidado aún, la noche del sábado al domingo, como cada año, volvimos a cambiar ajustar nuestros relojes para pasar al ‘horario de verano’. Y con ello, volvimos a situarnos como uno de los lugares del mundo donde mayor desfase existe entre la hora solar y la hora legal. ¿Qué implicaciones tiene dicho desfase sobre nuestros hábitos laborales, sociales y familiares? En este post y en el que publicaremos mañana explotamos los datos de la Encuesta de Empleo del Tiempo llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística en 2009-2010 para lanzar algunas hipótesis sobre lo que ocurriría si cambiáramos de huso horario al que nos correspondería por nuestra posición geográfica, es decir, al británico (el meridiano de Greenwich deja al Oeste a la inmensa mayoría de la península). Advertimos que esta es la primera vez que trabajamos sobre esta cuestión y que manejamos estos datos, por lo cual nuestras conclusiones deben tomarse con doble cautela.
La estrategia elegida para explorar cómo afectaría un cambio horario a nuestros hábitos es relativamente sencilla, y se basa en explotar el hecho de que dentro de España el sol sale y se pone a horas muy diferentes según el lugar en que nos situemos. Dicho de otra forma, dado que entre el Este y el Oeste del país hay más de 11 grados de diferencia de longitud, podemos estudiar en qué medida esas diferencias de facto entre la hora oficial y la hora solar en diferentes lugares del país se relacionan o no con diferentes formas de organización del tiempo.
En el post de hoy nos limitamos a estudiar cómo estas diferencias en longitud afectan a los patrones de sueño de la población. El gráfico 1 muestra cómo la diferente distancia al meridiano de Greenwich (longitud) de las comunidades autónomas afecta a la hora media de levantarse de sus habitantes, según los datos de la Encuesta de Empleo del Tiempo del INE.
Gráfico 1. Longitud y hora media de levantarse por comunidades autónomas.
Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo 2009-2010, INE.
Se puede apreciar que existe una clara correlación entre la hora a la que sale el sol en cada comunidad y la hora a la que se levanta la gente, con independencia de cuál sea la hora legal (que es la misma en todo el territorio; la posición de Canarias ha sido reajustada para compensar el horario insular).
El gráfico 2 hace el mismo ejercicio, pero examinando ahora la relación entre la posición geográfica de la comunidad autónoma respecto al meridiano 0 con la hora de acostarse. Aunque existe una relación también negativa (las comunidades autónomas donde anochece antes tienden a irse antes a dormir), ésta es bastante más débil que en el caso anterior. Parece por tanto que la salida del sol influye más sobre la hora a la que la gente se levanta, que su puesta sobre la hora a la que la gente se va a la cama.
Gráfico 2. Longitud y hora media de acostarse por comunidades autónomas.
Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo 2009-2010, INE.
¿Significa esto que en aquellos sitios donde la salida del sol se produce antes la gente duerme menos? No parece ser el caso. El gráfico 3 muestra la relación entre la hora de levantarse y la hora de acostarse por comunidades autónomas. Es cierto que existe variación entre el número total de horas de sueño por comunidad autónoma: En el área sombreada se encuentran aquellas comunidades que duermen menos de la media (cuanto más alejada una comunidad está de la línea de 45º hacia el extremo inferior-derecho, menos horas duerme su población en total), y en el área no sombreada están aquellas que duermen más de la media (las comunidades más alejadas de la línea de 45º hacia el extremo superior-izquierdo son aquellas en las que la población disfruta de más horas de sueño). Pero quizá lo más importante del gráfico es que, a pesar de estas diferencias, hay una relación clara entre la hora de levantarse y la de acostarse: las comunidades autónomas más madrugadoras tienden a acostarse antes.
Gráfico 3. Hora media de levantarse y de acostarse por comunidades autónomas.
Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo 2009-2010, INE.
En definitiva, explotando la diferencia entre la hora en que amanece y la hora en que anochece en las diferentes comunidades autónomas, podemos ver que donde el sol sale antes, la gente madruga más; la relación entre cuándo se pone el sol y cuándo la gente se va a dormir es más débil. Y en conjunto, no por que amanezca más temprano se duerme menos, aunque se madrugue más.
Volviendo al debate sobre las consecuencias que tendría un cambio de huso horario en nuestro país, estos datos parecen sugerir que i) madrugaríamos más, ii) nos acostaríamos antes (aunque este efecto es más difícil de estimar), y iii) en términos agregados, seguramente no perderíamos horas de sueño. La siguiente pregunta, y sin duda la más interesante, es ¿cómo redistribuiríamos el tiempo que permanecemos despiertos? De esto trata nuestro siguiente post. Así que váyanse a la cama pronto y permanezcan atentos.
Como casi ninguno habrá olvidado aún, la noche del sábado al domingo, como cada año, volvimos a cambiar ajustar nuestros relojes para pasar al ‘horario de verano’. Y con ello, volvimos a situarnos como uno de los lugares del mundo donde mayor desfase existe entre la hora solar y la hora legal. ¿Qué implicaciones tiene dicho desfase sobre nuestros hábitos laborales, sociales y familiares? En este post y en el que publicaremos mañana explotamos los datos de la Encuesta de Empleo del Tiempo llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística en 2009-2010 para lanzar algunas hipótesis sobre lo que ocurriría si cambiáramos de huso horario al que nos correspondería por nuestra posición geográfica, es decir, al británico (el meridiano de Greenwich deja al Oeste a la inmensa mayoría de la península). Advertimos que esta es la primera vez que trabajamos sobre esta cuestión y que manejamos estos datos, por lo cual nuestras conclusiones deben tomarse con doble cautela.
La estrategia elegida para explorar cómo afectaría un cambio horario a nuestros hábitos es relativamente sencilla, y se basa en explotar el hecho de que dentro de España el sol sale y se pone a horas muy diferentes según el lugar en que nos situemos. Dicho de otra forma, dado que entre el Este y el Oeste del país hay más de 11 grados de diferencia de longitud, podemos estudiar en qué medida esas diferencias de facto entre la hora oficial y la hora solar en diferentes lugares del país se relacionan o no con diferentes formas de organización del tiempo.