“Nosotras habíamos nacido ya expulsadas del armario, esclavas de nuestra apariencia.” (Camila Sosa, Las malas)
En las democracias modernas, los ejecutivos se enfrentan al dilema de qué leyes impulsar durante su mandato. Numerosos estudios han indagado acerca de si los gobiernos reflejan en sus prioridades legislativas las preferencias de la ciudadanía de forma igualitaria o, por el contrario, tienden a privilegiar más a unos grupos que a otros. Los resultados apuntan a que se suelen tener más en cuenta las preferencias de algunos sectores de la ciudadanía. En concreto, se privilegian las preferencias de la ciudadanía con mayores niveles socioeconómicos y que disponen de más recursos educativos y culturales.
¿Qué ocurre cuando se aprueba una ley que otorga derechos a un grupo social históricamente discriminado? En el proyecto GENDEREDPSYCHE, el equipo que firma esta entrada, hemos realizado una encuesta online representativa de la población en España durante el mes de diciembre de 2022, con el objetivo de estudiar la existencia de estereotipos de género en la sociedad, especialmente entre los más jóvenes. Durante el mencionado mes se debatía en el Congreso de los Diputados la llamada Ley Trans, por lo que incluimos también una pregunta sobre la valoración de esta ley, que tanta polémica parecía suscitar en la sociedad española. Esta ley se aprobó en el Congreso de los Diputados el 22 de diciembre, con 188 votos a favor del bloque de izquierdas, 150 en contra del bloque de derechas, y 7 abstenciones, entre ellas la de la diputada del PSOE Carmen Calvo que rompió la disciplina de voto de su partido.
Más allá del debate sobre sus contenidos específicos, en esta entrada queremos proporcionar evidencia sobre la opinión que la ciudadanía tiene de esta ley, cuyo objetivo es proteger y garantizar los derechos de las personas trans y el colectivo LGTBI (independientemente de si dicho objetivo se cumple o no, una cuestión que daría para otra entrada, si no dos). Se trata de un colectivo que históricamente ha estado estigmatizado pero que, en los últimos años y coincidiendo con el auge de la agenda social feminista, se ha movilizado para reclamar una reforma legal que asegurara el derecho a la libre autodeterminación de género, así como la despatologización de las realidades/vidas trans.
Apoyo a la “Ley Trans” en España
La Figura 1 muestra la distribución de apoyos y rechazos que esta ley ha suscitado entre la ciudadanía. Es importante destacar que un 19% del total de los participantes en esta encuesta dijeron que no conocían los contenidos de la ley (un 12,6%) o que preferían no contestar (un 6,4%). Del total de respuestas, un 23,4% contenía una valoración negativa de la ley: un 12,9% muy negativa y un 10,5% negativa. En cambio, los porcentajes de juicios positivos son mayores: 53,6% (un 27,8% emitió una valoración positiva y un 25,8% muy positiva). Las valoraciones más tibias (ni negativa ni positiva) alcanzaron un 23% del total de quienes contestaron a la pregunta. En definitiva, la figura 1 sugiere que, a pesar de la evidente división entre la ciudadanía respecto a la aprobación de la “Ley Trans”, prevalecen las valoraciones positivas o neutrales frente a las negativas.
Figura 1. Apoyo a la “Ley Trans” en España
Pero, ¿quiénes son las personas que en mayor medida apoyan esta ley? La Figura 2 resume los resultados de un análisis del perfil de quienes más apoyo muestran a esta nueva normativa. Las probabilidades de expresar una valoración muy positiva o positiva de la ley (frente a neutral, negativa o muy negativa) son mayores para las mujeres que para los hombres, para quienes declaran ser homosexual o bisexual frente a la-os heterosexuales. Asimismo, los apoyos son mayores entre los más jóvenes (entre 16 y 32 años) y los que se encuentran en la franja de edad entre 33 y 44 años en comparación con grupos de edades superiores.
La figura 2 también muestra claramente el condicionamiento ideológico de los apoyos a esta ley, puesto que, comparados con quienes se declaran de centro (valor 5 en la escala ideológica que va de 0 a 10), aquellos que se ubican muy a la izquierda (entre el 0 y el 2) presentan una mayor probabilidad de apoyar la ley, seguidos de quienes se ubican entre el 3 y 4. En cambio, quienes se ubican en la derecha (6 y 7) o muy a la derecha (8-10) muestran una menor probabilidad de apoyar la ley. Todo ello refleja la división partidista que ha caracterizado el contexto político en el que la Ley Trans fue debatida y aprobada, con toda la derecha unida en su rechazo absoluto a la ley y una izquierda más dividida al respecto.
Figura 2. Perfil del apoyo a la “Ley Trans”
La Figura 3 proporciona más detalles del perfil por grupos de edad y género a través del cálculo de la probabilidad estimada de apoyar la Ley Trans. Son las mujeres menores de 33 años quienes más apoyan dicha ley, seguidas de las mujeres de entre 33 y 44 años. Sin embargo, los niveles medios de respaldo disminuyen entre la ciudadanía mayor de 45 años. A partir de esa edad, observamos pocas diferencias entre los distintos grupos.
Figura 3. Apoyo a la “Ley Trans” por género y grupos de edad
¿Por qué esta brecha de edad y género en la predisposición a apoyar la ley?
Adelantamos dos posibles explicaciones que pretendemos comprobar empíricamente en nuestro proyecto. En primer lugar, la sensibilidad de los jóvenes por los colectivos más oprimidos puede proceder de su mayor propensión a la exposición diaria a medios digitales. Las redes sociales permiten a colectivos estigmatizados hacer públicas sus experiencias personales, lo que podría incentivar una actitud más compresiva hacia ellos, tanto de los medios de comunicación como de la opinión pública. Si corroboramos esta hipótesis, podríamos interpretar la brecha de edad en el apoyo a la Ley Trans como el resultado del acercamiento a la realidad que experimentan grupos desfavorecidos, retratada en las plataformas digitales. Estas últimas suelen estar más abiertas para dar cobertura a la descripción de situaciones de discriminación o injusticia que los medios tradicionales (cuyas audiencias son ciudadanos de mayor edad) suelen ignorar.
En segundo lugar, sabemos que la socialización en roles de género explica que las mujeres presenten una mayor capacidad de ponerse en la piel de los más desfavorecidos. Probablemente porque ellas también forman o han formado parte de un grupo social desfavorecido. Diversos estudios muestran que las mujeres apoyan en mayor medida la igualdad de derechos de grupos tradicionalmente marginados en la sociedad, tales como el matrimonio entre personas del mismo sexo, los derechos familiares para las parejas no heterosexuales, etc.
Sería apresurado sacar conclusiones sobre el recorrido que tendrá la aplicación de esta ley, así como sobre sus efectos en la opinión pública a largo plazo. Algunos estudios muestran que el reconocimiento de derechos de colectivos tradicionalmente discriminados o silenciados hace que paulatinamente la sociedad aumente sus niveles de tolerancia hacia dichos colectivos, como pasó en su día con la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo aprobada en 2005 en España. Tal vez no tendrá que pasar tanto tiempo como para que la cita con la que comienza esta entrada deje de ser tan relevante.