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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Antes de asaltar los cielos

Los resultados de las elecciones andaluzas del pasado domingo han confirmado finalmente los cambios que comenzaron a vislumbrarse en las pasadas elecciones Europeas y que todas las encuestas anunciaban: que el panorama político está en plena transformación y que el revolcón en las urnas del sistema de partidos no ha hecho más que empezar. Como se comentaba en este blog hace unos días, casi todo lo que pasó en las andaluzas ya pasó en las europeas de Mayo del año pasado: el descalabro del PP, un PSOE que aguanta mejor en esta región que en el resto de España, la fuerte aparición de Podemos en la escena política –aunque en Andalucía, con peores perspectivas electorales que en el resto del país – así como la exitosa apuesta de Ciudadanos en su salto a la arena nacional. Sin embargo, una diferencia interesante entre las elecciones europeas de Mayo y las pasadas andaluzas tiene que ver con la relación entre la participación y el voto. De esas diferencias pueden derivarse fundamentalmente algunas implicaciones interesantes sobre la penetración territorial de Podemos –el principal partido llamado a romper con el sistema de partidos– y, por lo tanto, sobre sus posibilidades en las próximas elecciones municipales, autonómicas y generales.[1]

En las elecciones europeas de mayo de 2014 quienes se movilizaron en Andalucía fueron los ciudadanos de las grandes ciudades. El promedio de abstención en las ciudades grandes (más de 100.000 habitantes) fue del 44%, mientras que en los municipios pequeños (menos de 20.000 habitantes) fue del 50%. La participación estuvo positivamente relacionada con los apoyos a Podemos y Ciudadanos, pues consiguieron un mayor porcentaje de voto donde la abstención fue más baja. Que la participación en las elecciones Europeas se produjera en mayor medida en las grandes ciudades no era la novedad, sino que la movilización la protagonizaba un sector de la ciudadanía que no se sentía representada por los partidos tradicionales y que con su voto enviaba la primera señal del cambio. Era la movilización de la indignación. En cambio, los apoyos del PSOE en las europeas se concentraron en sus bastiones tradicionales, los municipios más pequeños, donde la abstención fue significativamente mayor.

La historia de la participación en las elecciones andaluzas ha sido muy diferente y refleja la enorme capacidad de movilización del PSOE en las zonas rurales. La abstención en estas elecciones ha tenido un rostro más urbano, especialmente el de ciudades medias (20.000 a 100.000 habitantes) donde la participación ha sido 7 puntos inferior que en los municipios más pequeños (menos de 20.000 habitantes). El éxito de los socialistas ha sido mayor justamente donde la abstención ha sido menor (ver gráfico 1). Por ejemplo, en los municipios de menos de 2.000 habitantes, la abstención ha sido, en promedio, del 30%. Y en un 55% de esos municipios el PSOE ha ganado como mínimo con un 50% de votos. Por el contrario, en los municipios de más de 100.000 habitantes la abstención ha sido del 36% y el promedio de voto de los socialistas del 26%. Dicho de otra manera: el éxito de los socialistas parece deberse, sobre todo, a la fuerte movilización en sus bastiones electorales en las zonas rurales. La del domingo, pues, fue la movilización de la maquinaria de guerra electoral.

Gráfico 1. Porcentaje de voto al PSOE por municipios según porcentaje de abstención

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Junta de Andalucía

En cambio, en los municipios pequeños la penetración de Podemos y Ciudadanos ha sido relativamente baja. Sus éxitos son mayores en las ciudades medianas y grandes, justamente donde se detectan porcentajes de abstención más altos (más en las medianas que en las grandes). Por eso en estas elecciones, al contrario de las europeas, se da una relación inversa entre participación y apoyo a nuevos partidos, sobre todo en los apoyos a Ciudadanos (gráficos 2 y 3). Un resultado que a priori puede parecer algo contraintuitivo si se piensa que dichos partidos están nutriendo sus apoyos de las bolsas de votantes indecisos.

Gráfico 2. Porcentaje de voto a Podemos por municipios según porcentaje de abstención

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Junta de Andalucía

Gráfico 3. Porcentaje de voto a Ciudadanos por municipios según porcentaje de abstención

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Junta de Andalucía

En definitiva, las elecciones andaluzas han confirmado que el cambio en el sistema de partidos ya es un hecho, no una especulación derivada de los datos de encuesta. Por eso lo interesante en estos momentos es intentar determinar la magnitud de esa transformación. Para calibrarlo será fundamental la transversalidad territorial de los apoyos de Ciudadanos y Podemos, entre el mundo rural y urbano. Así, la prueba de fuego de los partidos pequeños estará en vencer la penetración territorial que los dos grandes partidos tienen en algunas Comunidades Autónomas. La descentralización del poder en España y décadas de poder autonómico en unas mismas manos han dado enormes recursos a los partidos tradicionales y a sus barones autonómicos para resistir en las batallas electorales. Por eso, probablemente su gran activo hoy sean sus maquinarias de guerra electoral. Esa misma maquinaria que el número dos de Podemos ha dicho necesitar para su propia formación. Parece claro, pues, que en España antes de asaltar los cielos es necesario asaltar el poder territorial.

***

[1] Vaya por delante que los datos que presentamos a continuación son datos agregados por municipios y, por lo tanto, hay que ser cautos con las interpretaciones y esperar a que se publiquen los datos de las postelectorales para confirmar algunas de nuestras intuiciones.

Los resultados de las elecciones andaluzas del pasado domingo han confirmado finalmente los cambios que comenzaron a vislumbrarse en las pasadas elecciones Europeas y que todas las encuestas anunciaban: que el panorama político está en plena transformación y que el revolcón en las urnas del sistema de partidos no ha hecho más que empezar. Como se comentaba en este blog hace unos días, casi todo lo que pasó en las andaluzas ya pasó en las europeas de Mayo del año pasado: el descalabro del PP, un PSOE que aguanta mejor en esta región que en el resto de España, la fuerte aparición de Podemos en la escena política –aunque en Andalucía, con peores perspectivas electorales que en el resto del país – así como la exitosa apuesta de Ciudadanos en su salto a la arena nacional. Sin embargo, una diferencia interesante entre las elecciones europeas de Mayo y las pasadas andaluzas tiene que ver con la relación entre la participación y el voto. De esas diferencias pueden derivarse fundamentalmente algunas implicaciones interesantes sobre la penetración territorial de Podemos –el principal partido llamado a romper con el sistema de partidos– y, por lo tanto, sobre sus posibilidades en las próximas elecciones municipales, autonómicas y generales.[1]

En las elecciones europeas de mayo de 2014 quienes se movilizaron en Andalucía fueron los ciudadanos de las grandes ciudades. El promedio de abstención en las ciudades grandes (más de 100.000 habitantes) fue del 44%, mientras que en los municipios pequeños (menos de 20.000 habitantes) fue del 50%. La participación estuvo positivamente relacionada con los apoyos a Podemos y Ciudadanos, pues consiguieron un mayor porcentaje de voto donde la abstención fue más baja. Que la participación en las elecciones Europeas se produjera en mayor medida en las grandes ciudades no era la novedad, sino que la movilización la protagonizaba un sector de la ciudadanía que no se sentía representada por los partidos tradicionales y que con su voto enviaba la primera señal del cambio. Era la movilización de la indignación. En cambio, los apoyos del PSOE en las europeas se concentraron en sus bastiones tradicionales, los municipios más pequeños, donde la abstención fue significativamente mayor.