Elecciones anticipadas, tras una legislatura que comenzó de forma poco convencional, con la investidura de Mariano Rajoy facilitada por el PSOE. Continuó de modo heterodoxo, con una inesperada y exitosa moción de censura de Pedro Sánchez. Y acabó de forma abrupta, con el “capítulo final” de los (no) Presupuestos Generales del Estado.
Récord de descontento ciudadano con la política y los políticos. Histórica fragmentación partidista, con la pugna de cinco candidaturas competitivas. Clima de extrema polarización ideológica e identitaria. Llamamiento a la concentración del voto, por parte de socialistas y populares, desde la apelación, entre sus respectivos electores potenciales, a evitar que el bloque de partidos antagónico sume la mayoría absoluta para gobernar. Una crispada campaña electoral, que llega al ecuador en plena Semana Santa. Pulso preelectoral reñido. Escenario postelectoral abierto. Y horizonte de gobernabilidad, incierto.
El listado parece interminable. Y todos son elementos de un contexto político excepcional, ante el que se encuentran los ciudadanos llamados a votar en las elecciones generales el próximo 28 de abril. Un total de 36.893.976 votantes, de los que aproximadamente 34.800.000 residen en España, según las cifras publicadas por el INE.
¿Cómo reaccionará el electorado al entorno político?; ¿servirá la polarización para incentivar la participación electoral?; ¿el malestar político se podrá traducir en forma de abstención?; ¿en qué medida y de qué forma se canalizará el voto útil?; ¿se esperará hasta el último minuto para decidir el voto? Estas preguntas son especialmente relevantes, cuando fijamos la atención en los votantes situados en el centro político, ya que éstos sienten una menor identificación partidista. Dudan más a la hora de votar. Son más proclives a cambiar de voto. Y se sienten más alejados de la política, que otros grupos de electores.
Consideramos, aquí, a los votantes de centro como a aquéllos que se autoubican en la posición 5 (centro-izquierda), de una escala ideológica de 1 a 10, donde 1 es el punto que está más a la izquierda y 10, el que está más a la derecha. Es cierto que, en la era del multipartidismo, estos votantes parecen haber dejado de ser estratégicos para las fuerzas políticas . Lejanos parecen los tiempos en los que la batalla electoral entre el PP y el PSOE se dirimía en el centro. Ser el partido más votado en este segmento ya no es garantía de ganar las elecciones. En 2016, de acuerdo con la encuesta postelectoral del CIS, Ciudadanos fue la candidatura que más apoyos cosechó entre estos votantes, aunque fue el PP el partido que ganó las elecciones generales.
No obstante, el centro político “no se vacía” y sigue constituyendo un importante caladero de votos. Siguiendo los datos del CIS, un 21,2% de los electores que viven en España se encuadran dentro de la clasificación ideológica de ciudadanos de centro. Representan algo más de una quinta parte del electorado que reside en España o, lo que es lo mismo, son unos 7.400.000 votantes. Y...¿qué preferencias y actitudes tienen de cara a los próximos comicios generales? El sondeo preelectoral realizado por el CIS, entre el 1 y el 18 de marzo, aporta algunas claves:
1) Están menos movilizados... En el conjunto del electorado, el porcentaje de los que declaran su intención de ir a votar con toda seguridad el próximo 28 de abril es del 76,2%. En el caso de los electores de centro (posición 5), ese porcentaje se ve reducido al 70,2%. Si excluimos del análisis a los votantes que no declaran ideología (aquellos que, cuando se les pide que se posicionen en la escala ideológica, contestan con un “no sabe” o “no contesta”), son los electores de centro, el grupo que, en menor medida, muestra una voluntad firme de acudir a las urnas (ver gráfico 1). Por otra parte, la comparación con los sondeos preelectorales realizados por el CIS antes de los comicios generales de 2015 y de 2016, apunta a que esa menor tendencia a la movilización no es nueva.
2)... y son también los que menos tienen decidido su voto. Parece que el elemento demoscópico singular de estos comicios es el elevado porcentaje de indecisos. Un 41,6% del total de electores con intención de acudir a las urnas reconocía, en marzo, no tener decidido su voto, frente a un 57,8% que afirmaba tenerlo decidido. No obstante, se trata de cifras casi idénticas a las que se registraron en la antesala de las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015. Entonces, había también un 41,6% de electores que admitía no tener decidido su voto, frente a un 57,7% que sí parecía tenerlo claro.
En todo caso, tanto hace cuatro años como ahora, entre los indecisos sobresalían y sobresalen los votantes de centro. Entre ellos, el porcentaje de los que tienen pensado ir a votar el 28A, pero no tienen decidido su voto, se eleva al 52,2% (ver gráfico 2). Una cifra que los convierte en el segmento ideológico con mayor proporción de indecisos.
3) Un alto porcentaje no revela las opciones entre las que duda. Un 31% se acoge a un “no sabe” o “no contesta”, cuando se le pregunta entre qué partidos u opciones de voto duda. Entre los que sí contestan, destacan los que se plantean votar al PSOE o a Ciudadanos (14,3%), seguidos de PP-Ciudadanos (10,1%) y PP-PSOE (8,1%).
4) Ligera ventaja del PSOE sobre Ciudadanos, como partido potencialmente más votado. En marzo, un 14,5% de los electores de centro declaraba su intención de votar al PSOE. Otro 12,7% optaba por Ciudadanos. A gran distancia se colocaba el PP, con un 3,3% de apoyos potenciales en este grupo, seguido de cerca por VOX (2,7%). Unidas Podemos cerraba este ranking de preferencias electorales, con un 1,6% de voto potencial. Pero hay que tener en cuenta que un 10,2% no declaraba su intención de voto y casi un 38% de estos votantes contestaba con un “no lo tiene decidido aún” o “no sabe” a la pregunta “en las elecciones generales convocadas para el 28 de abril, ¿a qué partido o coalición piensa votar?”
5) Albert Rivera se sitúa como el líder mejor valorado. Con una puntuación media de 4,1, estos votantes valoran mejor al líder de la formación naranja, que el conjunto de electores. En el caso de Pedro Sánchez es al contrario (ver gráfico 3). Por otro lado, los líderes peor valorados, por estos electores, son Santiago Abascal y Pablo Iglesias.
6) Ciudadanos ha retrocedido entre febrero y marzo en el electorado de centro. Pero también lo ha hecho (y además, más) el PSOE. Y… el PP, Vox y Podemos. Pérdidas potenciales de los partidos que van acompañadas de un significativo aumento de los que se refugian en la indecisión o prefieren no contestar, cuando se les pregunta qué votarán. La formación naranja lideraba el pulso electoral en el centro hasta comienzos de este año. En febrero, Ciudadanos, ya instalado en Andalucía como socio de gobierno del PP y por extensión de Vox, sufrió un importante revés al perder un considerable apoyo potencial de estos votantes, y ver cómo el PSOE crecía a su costa y se ponía a la cabeza en intención de voto. En marzo, Ciudadanos ha seguido retrocediendo en este grupo, lo que pondría de manifiesto el coste de alinearse con el bloque de la derecha, quedando bajo la misma sombra que VOX y en detrimento de un perfil más moderado.
Sin embargo, los votantes desencantados de Ciudadanos no estarían pasando automáticamente a las filas de un PSOE que reclama su voto, ni a las de otros partidos. Más bien al contrario, con la vista puesta en la cita con las urnas, los votantes de centro “han huido” de los partidos para refugiarse (de momento) en la indecisión (ver gráfico 4).
Es probable que la polarización ideológica y la confrontación política reinantes estén teniendo un impacto, particularmente negativo, en este electorado. En comparación con el conjunto de votantes, estos electores tienen una opinión más negativa de la política, los partidos y la clase política. Se muestran más preocupados por la corrupción y el fraude. Y se sienten menos próximos a una fuerza política. Casi 3 de cada 10 consideran que no hay ningún partido cercano a sus ideas.
De este modo, en la recta final, queda por despejar la incógnita del efecto que puede tener la campaña electoral en estos (volátiles, indecisos y desencantados) votantes. Ante unos reñidos comicios, en los que cada voto cuenta, la decisión que, finalmente, acaben tomando el 28 de abril, puede llegar a ser determinante en los resultados.
Y es que, aunque relegada a un segundo plano y eclipsada por la política de los bloques, el desenlace electoral puede depender de la “España que se sitúa en el centro político”. De las papeletas que terminen introduciendo en las urnas. O de las que no introduzcan, porque se queden en casa.