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El reparto de carteras y la ley de Gamson

Según se cuenta en los medios, Podemos ha pedido una entrada en el gobierno con un número de carteras proporcional a sus votos, aproximadamente 1 por cada 2 de los socialistas. La vicepresidenta en funciones ha respondido que el reparto proporcional de carteras no es la “fórmula de la democracia”; y ha hecho notar que los dos partidos no suman mayoría absoluta para pensar en tales repartos.

No quisiera yo recomendar lo que deben hacer, pero es interesante saber que cierto reparto proporcional sí es la fórmula habitual de distribución de los ministerios, aunque no proporcional a los votos, sino a los escaños. Lo regular, en este caso, sería más bien un ministro de Podemos por cada tres o cuatro socialistas (1), no uno por cada dos. Al menos si formaran mayoría. Tiene razón la vicepresidenta en hacer notar que una coalición que todavía tiene que sumar otros apoyos no puede repartirse cargos como si no los necesitara.

La regularidad del reparto proporcional de carteras con respecto a los escaños ha sido descrita como “la ley empírica no trivial más fuerte de las ciencias sociales” por Michael Laver, un especialista en coaliciones. Se conoce normalmente como “ley de Gamson” por ser el sociólogo William Gamson quien la detectó y formuló por primera vez en 1961. Ha sido comprobada una y otra vez y, aunque no tiene un apoyo teórico claro, sigue siendo robusta.

Normalmente se suelen considerar los lotes de ministerios ponderados por su importancia, de manera que el ajuste es aún mayor, pero el siguiente gráfico con los datos crudos de los repartos de coaliciones en 14 países de Europa occidental da una idea de su fuerza: la cantidad de carteras es directamente proporcional a la cantidad de escaños que se aporta para apoyar al gobierno.

Es más, esto no es solo cosa de europeos. Resulta que también se constata en España, en los gobiernos autonómicos, que es donde tenemos experiencias de coaliciones. Observen estos reveladores gráficos de Albert Falcó:

El primero muestra los datos sin ponderar, el segundo da un peso especial al presidente con respecto al resto de las carteras a la hora de calcular las fracciones. En cualquiera de los casos, la fuerza de la ley es bastante impresionante. Al formarse los gobiernos de coalición, lo que predice el peso en el ejecutivo es el peso que se tiene en el parlamento.

Así pues, en el juego de coaliciones, una expectativa razonable es un reparto de carteras proporcional a la contribución en escaños de cada parte. No es una expectativa normativa, no es lo que debe suceder, es lo que pasa. No es una predicción exacta, muchas factores añadidos modulan el reparto. No es eso lo que pide Podemos, que pide mucho más, y no está claro que eso se pueda cerrar sin antes contentar a otros posibles apoyos. Sin embargo, la contundencia del rechazo mostrado a la “proporcionalidad” como principio de reparto parece que indica con toda claridad que el plan del gobierno no es una coalición. Por si claridad faltaba, quiero decir.

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Como coda, hay que decir que los grupos de extrema derecha parecen obtener, por lo general, más carteras todavía de las predichas por la Ley de Gamson. Al menos, es lo que se constata y explica en este artículo , que estudia 11 democracias parlamentarias europeas entre 1990 y 2015. Me permito incluir este gráfico, donde se ven los puntitos negros -la extrema derecha- con muchos más carteras que de lo que justificarían sus escaños, por si fuera de interés para los grupos de whatsapp Vox/PP de Ortega Smith.

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(1) En una versión anterior estaba escrito “cuatro”, que es el cálculo mínimo sin contar con los Comunes. Algunos lectores se quejaron con distinto nivel de amabilidad acerca de esta cuestión, que no es esencial para el argumento.

Según se cuenta en los medios, Podemos ha pedido una entrada en el gobierno con un número de carteras proporcional a sus votos, aproximadamente 1 por cada 2 de los socialistas. La vicepresidenta en funciones ha respondido que el reparto proporcional de carteras no es la “fórmula de la democracia”; y ha hecho notar que los dos partidos no suman mayoría absoluta para pensar en tales repartos.

No quisiera yo recomendar lo que deben hacer, pero es interesante saber que cierto reparto proporcional sí es la fórmula habitual de distribución de los ministerios, aunque no proporcional a los votos, sino a los escaños. Lo regular, en este caso, sería más bien un ministro de Podemos por cada tres o cuatro socialistas (1), no uno por cada dos. Al menos si formaran mayoría. Tiene razón la vicepresidenta en hacer notar que una coalición que todavía tiene que sumar otros apoyos no puede repartirse cargos como si no los necesitara.