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La insatisfacción con la democracia en España

Desde 2008, la brutal crisis económica que ha sufrido España ha venido de la mano de una crisis política de igual magnitud. Esto no será nada nuevo para el lector y de ello hemos hablado extensamente en este blog (véase, por ejemplo, aquí, aquí o aquí). No obstante, para arrojar un poco más de luz sobre este fenómeno que está convulsionando las bases del sistema democrático español creo que merece la pena mirar esto en perspectiva comparada. ¿Es este proceso igual en toda Europa? ¿es la desafección algo generalizado?

En primer lugar, podemos evaluar los daños. Son varios los indicadores que se pueden analizar, pero, desde mi punto de vista, uno de los más significativos es la satisfacción con la democracia. La Encuesta Social Europea nos permite comparar el grado de satisfacción de la democracia después de la crisis (con la encuesta de 2012) con la satisfacción antes de la crisis (con la encuesta de 2008). En ambas encuestas se les pregunta a los ciudadanos que puntúen su satisfacción con la manera en que la democracia funciona en su país de 0 a 10.

El gráfico 1 muestra cuánto ha variado la media de esa puntuación en cada país para los que tenemos datos en las dos olas. Como se puede comprobar, la evolución de la satisfacción de la democracia no sigue un patrón unidireccional. De hecho, hay más países en los que sube (siendo Alemania donde más ha aumentado la satisfacción) que en los que baja.

En lo que se refiere a España, somos el país donde más se ha resentido la satisfacción con la democracia. La caída es espectacular. España ha pasado de una media de 5.91 a 3.98. Una caída de casi dos puntos que mueve a España de un país con satisfacción media-alta al grupo donde la satisfacción media con la manera en que funciona el sistema democrático es más baja.

Gráfico 1.

Este gráfico apunta a al menos una de las raíces del descontento social que estamos viviendo. Los ciudadanos perciben que la democracia no funciona como debería. No obstante, el concepto de democracia para los ciudadanos es amplio y puede abracar muchas cosas. ¿Existe algún elemento específico de la democracia que los españoles recalquen como particularmente importante?

Podemos intentar responder a esto mediante un análisis un poco más detallado de Encuesta Social Europea de 2012, que contiene un modulo específico con preguntas sobre cómo conceptualizar la democracia [1]. Así, se pueden analizar tres aspectos: las reglas del juego, los resultados y la representación.

En primer lugar, un aspecto fundamental de la democracia es el procedimiento. La democracia implica elecciones que deben ser limpias y que deben realizarse en un entorno de libertad de expresión y libertad para competir en las elecciones. Cuando miramos cómo se valoran estos indicadores, observamos que, en general, en España no hay una percepción particularmente distinta de la media europea. La valoración es parecida tanto en que esto es un elemento constitutivo de la democracia como en la baja percepción de que estas reglas no se cumplen suficientemente.

Un segundo aspecto que podemos observar son los resultados que la democracia proporciona. De nuevo, no diría que España destaca particularmente. En general, es muy alta la proporción de españoles que asocian la democracia con la reducción de la desigualdad y con políticas que protegen a los ciudadanos de la pobreza, pero cuando analizamos la media, esta no es muy distinta de la europea.

En cambio, hay un aspecto de la democracia que los españoles enfatizan mucho más como elemento esencial de la misma: la necesidad de que el mandato representativo funcione y de que las elecciones sirvan para elegir gobiernos que proporcionen nuevas soluciones políticas a los problemas a los que la sociedad se enfrenta. España destaca en la importancia que sus ciudadanos otorgan al nexo de unión entre ellos y el poder político. La debilitación de este vínculo y la percepción de que los gobiernos son incapaces de responder a lo que la ciudadanía demanda (y por lo que les vota) ya ha sido analizada por algunos autores en España (ver, por ejemplo, el libro ‘La impotencia democrática’ de Ignacio Sánchez-Cuenca y que José Fernández-Albertos reseñó en este blog).

Para mostrar esto, el gráfico 2 recoge el porcentaje de ciudadanos en cada país que está de acuerdo con la afirmación “El gobierno debe cambiar las políticas planeadas en respuesta a lo que la mayoría de los ciudadanos piensen”. Dicho de otra manera, la pregunta captura en qué medida el encuestado cree que los gobiernos deben acomodar sus políticas a las demandas ciudadanas. Como se puede comprobar, España es el país europeo donde más gente está de acuerdo con esta afirmación.

Gráfico 2.

Otros dos gráficos complementan esta idea de que en España los ciudadanos reclaman más que el poder político ha de responder a las demandas de los ciudadanos. El gráfico 3 recoge cuántos ciudadanos creen que es extremadamente importante para la democracia que los gobiernos expliquen sus decisiones. España está entre los países donde más gente está de acuerdo con esta afirmación. Un 65,9% piensa que este es un elemento esencial de la democracia, solo superados ligerísimamente por Bélgica, Italia, Polonia y Chipre (ninguno de ellos pasa del 67%, así que las diferencias son mínimas).

Por último, el gráfico 4 recoge el porcentaje de ciudadanos que creen que el que los partidos sean castigados en las elecciones cuando lo hacen mal en el gobierno es extremadamente importante para la democracia [2][2]. De nuevo, España es el país europeo donde más gente está de acuerdo con esta afirmación, con fuertes diferencias con muchos de los países europeo.

Gráfico 3.

Gráfico 4.

Esta visión comparada creo que nos permite concluir tres cosas. En primer lugar, es importante recalcar que la satisfacción con la democracia en España ha alcanzado niveles muy preocupantes a los que hemos llegado con una caída espectacular en muy poco tiempo. En segundo lugar, cuando ponemos a España en comparación con Europa parece que los ciudadanos dan mayor importancia a que los gobiernos sean reactivos a lo que ellos demandan.

Finalmente, cabe reflexionar por qué en España esta asociación entre democracia y reactividad del poder político es tan fuerte. Sobre todo cuando en otros países afectados igualmente por la deuda y el corsé político de la Unión Europa no es tan alto.

Quisiera tener ciertas cautelas, pues los datos que se han mostrado son solo para 2012 y no podemos saber si son directamente consecuencia de la crisis. De todas formas, sospecho que si pudiéramos contar con datos repetidos en el tiempo, veríamos un incremento en estas percepciones en aquellos países donde los gobiernos han tenido algún tipo de intervención de la Unión Europea. Aun así, el hecho de que España registre las cotas más altas es sorprendente. Una posibilidad muy plausible es que esta ya era alta antes de la crisis.

Una segunda hipótesis (complementaria) es que el rescate bancario ha podido generar un desafección mayor con el sistema democrático que en los países donde el conjunto del Estado ha sido rescatado. En Grecia, Portugal o Irlanda, los ciudadanos tal vez pueden culpar directamente a la Unión Europea de las políticas que sus países adoptan y pueden exonerar más a sus políticos nacionales. En cambio, en España, donde solo el sector bancario ha sido rescatado y el timón no ha estado tan directamente controlado por la troika, tal vez los ciudadanos perciben con mayor intensidad que el poder político nacional decide plegarse a las políticas y que esto es más una opción del gobierno que una necesidad. Sea como fuere, el mensaje es claro: la satisfacción con la democracia se ha resentido y los ciudadanos claman por una mejor representación.

[1] Para hacer los gráficos un poco más legibles, no muestro los datos de cinco países que no son miembros de la UE y que son bastante distintos al conjunto que se analiza: Albania, Israel, Kosovo, Rusia y Ucrania. No obstante, estos países siempre están por debajo e España en estos indicadores por lo que las conclusiones no se ven afectadas

[2] Este gráfico y el anterior recogen el porcentaje de encuestados que puntúan un 10 en una escala de importancia para la democracia de ese elemento.

NOTA POST-SCRIPTUM: La Encuesta Social Europea no se realizó en Grecia en 2012. Eso impide comparar directamente a España con este país, lo cual sin duda habría sido muy interesante e iluminador.

Desde 2008, la brutal crisis económica que ha sufrido España ha venido de la mano de una crisis política de igual magnitud. Esto no será nada nuevo para el lector y de ello hemos hablado extensamente en este blog (véase, por ejemplo, aquí, aquí o aquí). No obstante, para arrojar un poco más de luz sobre este fenómeno que está convulsionando las bases del sistema democrático español creo que merece la pena mirar esto en perspectiva comparada. ¿Es este proceso igual en toda Europa? ¿es la desafección algo generalizado?

En primer lugar, podemos evaluar los daños. Son varios los indicadores que se pueden analizar, pero, desde mi punto de vista, uno de los más significativos es la satisfacción con la democracia. La Encuesta Social Europea nos permite comparar el grado de satisfacción de la democracia después de la crisis (con la encuesta de 2012) con la satisfacción antes de la crisis (con la encuesta de 2008). En ambas encuestas se les pregunta a los ciudadanos que puntúen su satisfacción con la manera en que la democracia funciona en su país de 0 a 10.