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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

La participación (y a quién le puede beneficiar) el 21D

Seguimos en Piedras de Papel con nuestra serie análisis sobre las elecciones catalanas del próximo 21D. Cada vez disponemos de más encuestas, y en ellas, como suele ser habitual, el foco principal es en quién las lidera, qué subidas y bajadas hay, qué posibles coaliciones pueden sumar o no en el Parlament, etc. Pero como bien apuntaba José Fernández-Albertos en una entrada anterior, conviene leer estas encuestas con prudencia ante lo excepcional de la situación actual.  Puede ser que muchas de las posiciones estén ya fijas y difícilmente se produzcan grandes trasvases de votos. Pero, y este es el principal argumento de esta entrada, una variable fundamental a considerar para entender los posibles cambios si es que los hay será la participación. Algunas encuestas apuntan a que aumentará de forma significativa, aunque otras señalan que no será para tanto (todas están recogidas aquí). Lo que viene a continuación son una serie de apuntes a partir de datos agregados oficiales (obtenidos aquí) procedentes de lo que observamos en 2015.  

En primer lugar, es pertinente recordar que en las pasadas elecciones al Parlament los catalanes acudieron a votar en masa: la participación fue la más alta de unas elecciones autonómicas en dicha comunidad, con un 74,95%. Sin embargo, esta participación varió ostensiblemente por comarcas. Así, en Aran la participación apenas rebasó el 70%, mientras que en el Priorat superó el 85%. ¿Cómo estuvo de relacionada esta variación en el nivel de participación con el porcentaje de votos obtenidos por los partidos? El gráfico 1 muestra que positivamente con el voto a los partidos independentistas (JxS y CUP) y negativamente con el voto a los constitucionalistas (C’s, PSC, PP). Para Catalunya Sí que es Pot (CSQP) la relación es menos clara. 

Gráfico 1. Participación y porcentaje de voto a partidos en las elecciones al Parlament, 2015, por comarcas. 

Se podría afirmar que la alta participación favoreció a los partidos independentistas. Ciertamente ese pudo ser el caso en 2015. Por otro lado, sin embargo, deberíamos ser cautos con respecto a las elecciones venideras, ya que quizá las posibilidades de crecimiento no sean las mismas para todos los partidos. Por tres razones: 1) es posible que en 2015 hubiera una movilización diferencial entre los dos bloques; 2) el peso de las comarcas es muy desigual y 3) la capacidad de crecimiento y movilización tiene límites.

Respecto a lo primero, todo parecer indicar que la participación podría ser histórica, reduciendo la supuesta movilización diferencial. Obviamente, esto asume que los abstencionistas tienen preferencias diferentes de los votantes. ¿Es así? Si cruzamos los datos de recuerdo de voto de 2015[1] con las preferencias por un estado independiente[2], vemos que efectivamente así es. De hecho, los abstencionistas de 2015 apoyan significativamente menos la independencia que los votantes. O, dicho de otro modo, a las elecciones autonómicas de 2015 acudieron, proporcionalmente, más independentistas que no independentistas.  En concreto, mientras que entre los votantes en 2015 casi un 62% hoy apoya la independencia (por un 38% que no), entre los abstencionistas las cifras son casi inversas: un 30% favorece la independencia por un 70% que se opone. Visto de otra manera, entre los que hoy apoyan la independencia, algo más de un 90% fue a votar en 2015. Entre los que no quieren que Catalunya se convierta en un estado independiente, la participación declarada en 2015 fue del 71%.

Respecto a lo segundo, la desigualdad del peso de las comarcas, el gráfico siguiente presenta la relación entre participación y el peso de la comarca respecto al total del electorado.

Gráfico 2. Tasa de participación y tamaño de la comarca (% respecto del conjunto del electorado), elecciones al Parlament 2015. 

Como se puede ver, las 42 comarcas catalanas tienen un tamaño muy desigual. Así, mientras el Barcelonés lo componen más de 1,5 millones de posibles votantes, en la Cerdanya no llegan a los 13.000. De hecho, cinco comarcas concentran el 62% de los posibles votantes. Y el tamaño también está correlacionado con las preferencias de los votantes. Como se puede ver en el gráfico inferior, en 2015 las candidaturas de JxS y las CUP fueron especialmente populares en las comarcas más pequeñas. Por ejemplo, en las 15 comarcas en las que JxS y las CUP consiguieron más del 70% de los votos, su peso total en el electorado no llega al 7% y tuvieron una participación promedio del 81%. En cambio, en las seis comarcas en las que el independentismo consigue menos del 40% de los votos, su peso conjunto en el electorado supera al 17% y la participación fue del 75%.

El hecho de que el independentismo obtuviera sus mejores resultados en zonas donde la participación está más cerca de su “techo” nos podría dar alguna pista sobre las consecuencias de un aumento generalizado de la participación. Es posible que la movilización en algunas comarcas supere el 85% y que el apoyo a unas opciones sea aún más apabullante de lo que es en este momento. Ahora bien, en el conjunto, estas zonas más independentistas seguirán teniendo un peso menor y en principio cabría pensar que la capacidad de aumento de la participación es potencialmente mayor en otras.

En definitiva, a falta de unos 40 días para las elecciones, parece que la movilización será muy importante; puede ser la clave para entender los resultados que nos depare el 21D. 

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[1] La diferencia entre recuerdo de voto declarada y voto real es de menos de tres puntos, haciendo razonable esta comparación.

[2] En concreto la pregunta 31 de la tercera ola del barómetro de 2017 del Centre d’Estudis d’Opinio dice: “Y más concretamente, ”quiere que Cataluña se convierta en un estado independiente?“ Las opciones de respuesta son: Si; No; No Sabe y No Contesta.  En las dos preguntas excluyo estos dos últimos grupos.

Seguimos en Piedras de Papel con nuestra serie análisis sobre las elecciones catalanas del próximo 21D. Cada vez disponemos de más encuestas, y en ellas, como suele ser habitual, el foco principal es en quién las lidera, qué subidas y bajadas hay, qué posibles coaliciones pueden sumar o no en el Parlament, etc. Pero como bien apuntaba José Fernández-Albertos en una entrada anterior, conviene leer estas encuestas con prudencia ante lo excepcional de la situación actual.  Puede ser que muchas de las posiciones estén ya fijas y difícilmente se produzcan grandes trasvases de votos. Pero, y este es el principal argumento de esta entrada, una variable fundamental a considerar para entender los posibles cambios si es que los hay será la participación. Algunas encuestas apuntan a que aumentará de forma significativa, aunque otras señalan que no será para tanto (todas están recogidas aquí). Lo que viene a continuación son una serie de apuntes a partir de datos agregados oficiales (obtenidos aquí) procedentes de lo que observamos en 2015.  

En primer lugar, es pertinente recordar que en las pasadas elecciones al Parlament los catalanes acudieron a votar en masa: la participación fue la más alta de unas elecciones autonómicas en dicha comunidad, con un 74,95%. Sin embargo, esta participación varió ostensiblemente por comarcas. Así, en Aran la participación apenas rebasó el 70%, mientras que en el Priorat superó el 85%. ¿Cómo estuvo de relacionada esta variación en el nivel de participación con el porcentaje de votos obtenidos por los partidos? El gráfico 1 muestra que positivamente con el voto a los partidos independentistas (JxS y CUP) y negativamente con el voto a los constitucionalistas (C’s, PSC, PP). Para Catalunya Sí que es Pot (CSQP) la relación es menos clara.