Los debates internos en el PSOE durante las últimas semanas han generado casi tanto interés informativo como la sucesión de encuentros y desencuentros entre los distintos partidos en su intento de conseguir una mayoría de apoyos para formar gobierno. Ello se explica por la insólita reacción de los barones socialistas ante el mapa parlamentario surgido tras el 20D. A tan solo una semana del paso por las urnas, los barones socialistas (fundamentalmente Andalucía, Aragón, Castilla- La Mancha, Comunidad Valenciana y Extremadura) marcaron la hoja de ruta de las negociaciones a su secretario general antes de que éste diera el primer paso para entablar conversaciones con el resto de partidos. El PSOE se arrancaba en el nuevo escenario político con un lastre propio, además del derivado de la complejísima aritmética parlamentaria surgida tras las elecciones.
Atarse de manos antes de empezar a negociar no es la mejor manera de intentar formar una coalición que te permita ganar la investidura, a no ser que en realidad no estés interesado en el acuerdo y tus motivaciones sean otras. Este es el argumento utilizado por quienes interpretan la reacción de los líderes territoriales como una estrategia destinada a debilitar el poder interno de Pedro Sánchez de cara a su eventual sustitución en un futuro Congreso. La explicación orgánica daría sentido a la rebeldía de los líderes territoriales. Pero también cabe una explicación electoral: que los barones estén anticipando los costes electorales de tener un gobierno de coalición que se aleje de las preferencias de los votantes de su región. En concreto, dos son los elementos a tener en cuenta: las preferencias por coaliciones en las distintas Comunidades Autónomas o sus preferencias territoriales (una manera indirecta de medir la opinión de los votantes sobre la exigencia de Podemos de celebrar un referéndum en Cataluña).
El último dato disponible del CIS que permite indagar sobre las preferencias de los votantes respecto a la composición del gobierno tras las elecciones generales es el barómetro de julio. Hay que leer los datos con cierta cautela porque no se trata de una muestra representativa por regiones, aunque tengan cierta utilidad para capturar tendencias. Como puede observarse en el gráfico 1, en casi todas las Comunidades Autónomas la primera preferencia de los ciudadanos es una coalición entre Podemos y PSOE. Sin embargo, las regiones lideradas por los barones territoriales díscolos con Pedro Sánchez coinciden en una cosa: la coalición Podemos y PSOE no es la primera preferencia de sus ciudadanos. En Andalucía lo es que gobierne el PSOE en solitario y en Castilla la Mancha y Extremadura es que gobierne el PP en solitario, aunque a muy poca distancia de la coalición Podemos-PSOE.
Gráfico 1. Preferencias sobre formación de gobierno tras las elecciones generales
Las preferencias de los ciudadanos en Castilla la Mancha y Extremadura sobre coaliciones están divididas y son ideológicamente opuestas. Ello explica seguramente por qué los representantes en esas CC.AA. han preferido gobernar en minoría en sus regiones (con al apoyo de Podemos) que formar un gobierno de coalición con el partido de Pablo Iglesias que pudiera limitar su capacidad de atraer al electorado más moderado.
La motivación electoral de los barones socialistas en Extremadura y Castilla- La Mancha también cuadra con las preferencias de sus ciudadanos sobre la cuestión territorial. Los votantes en esas comunidades autónomas son más centralistas que en el resto, como se muestra en el gráfico 2, por lo que la aceptación de un referéndum en Cataluña o cualquier otra medida que pueda ser interpretada como una concesión a los nacionalistas generaría el rechazo de los electores. La misma explicación podría valer para el líder territorial de Aragón, Javier Lambán. Aunque la alianza Podemos y PSOE es la primera preferencia en esa región, es posible que el temor provenga de la cuestión territorial (referéndum o “concesiones” a los nacionalistas). Aragón es, junto con Castilla y León, la región donde más ciudadanos apuestan por un modelo territorial centralizado sin Comunidades Autónomas.
Gráfico 2. Preferencias sobre la organización territorial por región
Finalmente, estas dos explicaciones no están tan claras para comprender el distanciamiento de Ximo Puig, líder de los socialistas en la Comunidad Valenciana, de su secretario general, por lo que cabe pensar que su reacción tiene una lógica más orgánica. Sobre todo porque en esa comunidad los ciudadanos son muy favorables a la coalición entre Podemos y PSOE: es la primera preferencia a más de 13 puntos de ventaja sobre la segunda (que gobierne el PP en solitario).
Por último, ¿sería una buena estrategia para Pedro Sánchez sortear a los barones acudiendo a las bases para refrendar cualquier acuerdo? La militancia de los partidos suele caracterizarse por tener posiciones menos moderadas (ideológicamente) que quienes participan en los órganos de dirección o de representación. Además, la ideología media del votante del PSOE está a la izquierda (3,7) de la ideología que sus votantes atribuyen al partido (4,1), aunque paradójicamente, cuando se les pregunta a los parlamentarios socialistas cuál es su ideología, estos se ubican más a la izquierda que sus propios electores (3,3) [1]. Pedro Sánchez acertará en su estrategia si, como así parece, confía algo menos en cómo se definen ideológicamente sus compañeros de partido que como son percibidos por sus votantes.
[1] Encuesta 2827 CIS.
Los debates internos en el PSOE durante las últimas semanas han generado casi tanto interés informativo como la sucesión de encuentros y desencuentros entre los distintos partidos en su intento de conseguir una mayoría de apoyos para formar gobierno. Ello se explica por la insólita reacción de los barones socialistas ante el mapa parlamentario surgido tras el 20D. A tan solo una semana del paso por las urnas, los barones socialistas (fundamentalmente Andalucía, Aragón, Castilla- La Mancha, Comunidad Valenciana y Extremadura) marcaron la hoja de ruta de las negociaciones a su secretario general antes de que éste diera el primer paso para entablar conversaciones con el resto de partidos. El PSOE se arrancaba en el nuevo escenario político con un lastre propio, además del derivado de la complejísima aritmética parlamentaria surgida tras las elecciones.
Atarse de manos antes de empezar a negociar no es la mejor manera de intentar formar una coalición que te permita ganar la investidura, a no ser que en realidad no estés interesado en el acuerdo y tus motivaciones sean otras. Este es el argumento utilizado por quienes interpretan la reacción de los líderes territoriales como una estrategia destinada a debilitar el poder interno de Pedro Sánchez de cara a su eventual sustitución en un futuro Congreso. La explicación orgánica daría sentido a la rebeldía de los líderes territoriales. Pero también cabe una explicación electoral: que los barones estén anticipando los costes electorales de tener un gobierno de coalición que se aleje de las preferencias de los votantes de su región. En concreto, dos son los elementos a tener en cuenta: las preferencias por coaliciones en las distintas Comunidades Autónomas o sus preferencias territoriales (una manera indirecta de medir la opinión de los votantes sobre la exigencia de Podemos de celebrar un referéndum en Cataluña).