Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
Polarización y consenso sobre el modelo territorial
Cuando aterrizamos la reforma territorial sobre propuestas concretas, existen más elementos de acuerdo entre Catalunya y el resto de España de los que percibimos habitualmente en el debate político
Estamos ya inmersos en el tercer año de legislatura y empezamos a percibir el horizonte de las elecciones generales. A medida que se vayan acercando, y en este sentido los Presupuestos que se negociarán en otoño serán un hito fundamental, las distintas partes en juego van a tener más incentivos para establecer estrategias de diferenciación que les permita llegar a los comicios, ya sea apropiándose resultados específicos de la acción gubernamental, o marcando claramente discrepancias en aquellas cuestiones que sean fundamentales para su electorado.
Esta dinámica la estamos percibiendo estos días en el estado interno de la coalición de gobierno, que no parece pasar por su mejor momento, y de cara a otoño lo veremos probablemente en la relación entre el Gobierno y las formaciones políticas que le dieron la investidura. Entre ellas será clave Esquerra Republicana de Catalunya, no solo porque es una pieza fundamental en la estabilidad del Ejecutivo, sino también porque es probablemente la fuerza política que más claramente apostó su estrategia electoral a una sola cuestión: el futuro de la mesa de diálogo entre el Gobierno de España y el Gobierno catalán.
Hace unos meses analicé en este post las diferencias entre los votantes del gobierno y los votantes de la oposición frente al asunto catalán. En él, presentaba datos de encuesta que mostraban que los votantes de los partidos del gobierno estaban abiertos a una negociación con el gobierno catalán que era rechazada frontalmente por los votantes de la oposición. De este desencuentro de opiniones, surge la siguiente pregunta: ¿existe algún tipo de modelo territorial que pudiera gozar de un alto apoyo en España, a la vez que fuera apoyado mayoritariamente en comunidades autónomas como Catalunya?
La respuesta a esta pregunta la analizo, junto con la investigadora Sandra Léon, en un capítulo del reciente Informe sobre la Democracia en España 2021, dirigido por Alberto Penadés y Amuitz Garmendia y publicado por el Laboratorio de la Fundación Alternativas. En concreto, en nuestro capítulo nos planteamos si, dada la creciente polarización territorial que hemos vivido en España en los últimos 12 años, la cuestión territorial es un callejón o bien existe un espacio donde las preferencias son reconciliables.
En este post quiero mostrar algunos de los resultados que mostramos en dicho capítulo. En él presentamos los resultados de una encuesta realizada en diciembre de 2019 cuyo objetivo es comprobar cuál era el grado de consenso o desacuerdo sobre el ideal de modelo territorial que tienen los españoles.Para ello, incorporamos en la encuesta un experimento llamado conjoint, que consiste en presentar a las personas que contestan la encuesta dos modelos de organización territorial distintos. Cada uno de esos modelos contiene diferentes medidas y se pregunta al encuestado cuál de los dos modelos territoriales prefiere. Realizando el experimento un gran número de veces, podemos conocer qué medidas concretas hacen que haya personas que elijan un modelo territorial sobre otro. También podemos saber qué perfiles de personas sienten una mayor preferencia por determinados modelos de organización territorial.
Los modelos territoriales que presentamos a los encuestados se organizan alrededor de ocho dimensiones: la financiación de las Comunidades Autónomas, el nivel de (des)centralización competencial, la clarificación competencial, las inversiones territoriales, las lenguas, la cooperación entre distintos gobiernos en España, el reconocimiento nacional de las Comunidades Autónomas y el Senado. Para cada una de estas áreas, teníamos al menos una medida que representa mayor centralización, una que mantiene el status quo y, al menos, una medida que supone una mayor descentralización o capacidad de decisión para las Comunidades Autónomas. A los encuestados se les presentaba dos modelos que contenían aleatoriamente una medida en cada una de esas ocho dimensiones.
En el gráfico 1 muestro los resultados del conjoint separando entre encuestados que residen en Catalunya de los que residen en el resto de España. Para cada uno de estos perfiles, se muestra cómo la probabilidad de estar a favor de un modelo territorial aumenta o disminuye con cada medida específica dentro de cada ámbito. Las barras hacia la derecha indican una mayor probabilidad de aceptar una reforma del modelo territorial si el modelo propuesto contiene esa medida, mientras que las barras hacia la izquierda indican que los modelos que incluyen esa medida tienen menor apoyo. El tamaños de las barra indica cuánto aumenta o disminuye la probabilidad de que el encuestado elija un modelo territorial cuando contiene esa medida.
Los resultados muestran que, a pesar de que la cuestión territorial está altamente polarizada, las discrepancias entre grupos medida por medida no son pronunciadas. Como podemos comprobar, en la mayoría de los casos las barras caminan en la misma dirección. La mayoría de las cuestiones que, en general, un catalán medio prefiere (o rechaza) encontrar en un modelo territorial coinciden con las de un encuestado medio del resto de España. Cuestiones como las inversiones según las necesidades de la Comunidad Autónoma, el aumento de transferencias, la eliminación del Senado o la reducción duplicidades generan un mayor apoyo compartido.
Las discrepancias son pocas y emergen, como cabría esperar, en aquellas cuestiones que tienen un mayor componente simbólico. La principal es la posibilidad de que las CCAA celebren un referéndum. Si bien esta cuestión cuenta con la aceptación en Catalunya, genera rechazo en el resto de España. Igualmente ocurre con permitir plena autonomía en cuestión de lenguas a las Comunidades Autónomas, un asunto donde el apoyo es divergente entre Catalunya y el resto de España. Por último, el refuerzo del castellano, una cuestión que, si bien provoca un rechazo muy tímido en el resto de España (y no significativo estadísticamente), el rechazo es abrumador en Catalunya.
En definitiva, en este ejercicio empírico abre una vía a la reflexión sobre si concebir las reformas del modelo autonómico desde una aproximación más multidimensional puede contribuir a reducir el desencuentro sobre la cuestión territorial. Si bien es cierto que hay algunos temas como la lengua y el referéndum que provocan divergencias nítidas, también hay cuestiones que generan apoyo en los dos bloques o incluso apoyo en un lado y ambigüedad en el otro. Quizás es posible que exista un mayor espacio para el acuerdo si la reforma territorial es multidimensional y se consigue que las concesiones en algunas áreas pueden ser compensadas con ganancias en otras. De hecho, en las simulaciones que hacemos con estos resultados encontramos que aproximadamente un 25% de los modelos territoriales que podemos generar con todas las medidas contenidas en el experimento generan más de un 50% de acuerdo tanto en Catalunya, como en el resto de España.
Finalmente, se trata de un ejercicio empírico y las medidas incluidas en los modelos territoriales del experimento no pretenden ser un compendio exhaustivo de las reformas que se pueden proponer en relación al diseño del modelo territorial en España. Pero el ejercicio sugiere que, cuando aterrizamos el debate territorial sobre propuestas concretas en ámbitos específicos existen más elementos de acuerdo de los que percibimos habitualmente en el debate político.
Gráfico 1: Aceptación y rechazo de un modelo de organización territorial según medidas
Estamos ya inmersos en el tercer año de legislatura y empezamos a percibir el horizonte de las elecciones generales. A medida que se vayan acercando, y en este sentido los Presupuestos que se negociarán en otoño serán un hito fundamental, las distintas partes en juego van a tener más incentivos para establecer estrategias de diferenciación que les permita llegar a los comicios, ya sea apropiándose resultados específicos de la acción gubernamental, o marcando claramente discrepancias en aquellas cuestiones que sean fundamentales para su electorado.
Esta dinámica la estamos percibiendo estos días en el estado interno de la coalición de gobierno, que no parece pasar por su mejor momento, y de cara a otoño lo veremos probablemente en la relación entre el Gobierno y las formaciones políticas que le dieron la investidura. Entre ellas será clave Esquerra Republicana de Catalunya, no solo porque es una pieza fundamental en la estabilidad del Ejecutivo, sino también porque es probablemente la fuerza política que más claramente apostó su estrategia electoral a una sola cuestión: el futuro de la mesa de diálogo entre el Gobierno de España y el Gobierno catalán.