Quizás tengamos ahora la sensación de estar ante un personaje desorientado, superado por los acontecimientos y pilotando un partido al borde del colapso. Sin embargo, la historia quizás no sea tan cruel a la hora de juzgar a Rosa Díez. Y es que, en realidad, la líder de UPyD será especialmente recordada como aquélla política que consiguió algo muy excepcional en política: crear un partido de la nada y convertirlo en una formación con representación parlamentaria durante dos legislaturas consecutivas. En un momento de descalabro de nuestro sistema de partidos, la emergencia de un nuevo partido quizás no parezca tan excepcional. Sin embargo, nuestro sistema de partidos se diseñó para impedir la entrada de nuevas formaciones. Romper el “cártel” partidista era antes de la actual crisis política una tarea extremadamente complicada: tanto la financiación como la presencia mediática de los partidos dependen de los votos y los escaños que en ese momento se tienen, por lo que las formaciones políticas de nueva creación deben conformarse con competir sin contar con los recursos públicos que disponen sus contrincantes.
La habilidad de Rosa Diez para superar los enormes obstáculos que el sistema puso para evitar la entrada de nuevos partidos mereció el reconocimiento y admiración de muchos politólogos, incluyendo a un servidor. Sin embargo, los tiempos han cambiado y hace años Rosa Díez que ha dejado de ser un activo para su partido. Los motivos los comentaba en este mismo blog hace ya dos años: “el elemento crucial para que se mantenga aún el tándem PPSOE es la falta de una opción política creíble que sea capaz de aglutinar la desafección ciudadana y, con ello, conseguir tambalear el sistema de partidos actual. Tanto UPyD como IU (los dos candidatos actuales con mayores opciones para romper con el bipartidismo) no están de momento siendo partidos anti-establishment, más bien al contrario. Y eso es así porque ambas formaciones políticas son víctimas también del descrédito de los ciudadanos. Tanto IU como UPyD son percibidos como parte del sistema, como una pieza más de esa ”política“ que tanto aborrece el ciudadano”.
Rosa Díez fue un activo inestimable para el UPyD cuando el tema que estaba en la agenda pública era la cuestión territorial. Entonces, el partido fue muy hábil al minar las bases del Partido Socialista debido a su política errática con el modelo territorial (y muy en particular con el estatut de Cataluña). Sin embargo, el atractivo de UPyD estaba menos relacionado con el descontento ciudadano con la clase política. Así lo muestran los datos: El gráfico de abajo muestra la probabilidad de votar a UPyD en 2011 según el sentimiento nacional y el grado de apoyo al movimiento 15M. Los datos muestran que la cuestión nacional era un factor explicativo clave del voto a UPyD. Su fuerza se concentraba particularmente entre los menos “nacionalistas regionales” (o más nacionalistas españoles). De la misma forma, la valoración de Rosa Díez aumentaba notablemente entre los votantes más “antinacionalistas”. Sin embargo, la probabilidad de votar a UPyD estaba sólo moderadamente relacionado con simpatizar con el 15M. Además, los datos del CIS también demuestran que el voto a UPyD no estaba relacionado con el descrédito a los partidos políticos pues cuanto menos confianza se tenía hacia los partidos menos se valoraba a Rosa Díez.
En definitiva, el atractivo de UPyD se concentraba muy especialmente en su discurso antinacionalista, pero estaba mucho menos relacionado con la desafección política. Las encuestas de 2011 ya mostraban poderosos indicios de que la UPyD de Rosa Díez estaba preparada para luchar en el terreno nacionalista pero tenía notables déficits para afrontar el nuevo escenario político marcado por la crisis de confianza política. Era entonces cuando sus líderes deberían haber tomado la iniciativa y preparar al partido para lo que se avecinaba.
La lógica tras no pactar con Ciudadanos
Muchos analistas han considerado que uno de los principales causantes del desmoronamiento de UPyD fue el empeño de Rosa Díez a no pactar con Ciudadanos. Puede que ahora el análisis suene convincente pero en su momento los argumentos para no hacerlo tenía pleno sentido. Como acabamos de ver en el gráfico anterior, la popularidad de UPyD estaba incialmente relacionada con el nacionalismo. Durante los años de gobierno de Rodríguez Zapatero, la principal baza que tenía Rosa Díez era ofrecer al electorado un partido realmente “nacional”, que era capaz de defender exactamente lo mismo en toda España. Esto le permitía diferenciarse de la jaula de grillos que caracterizaba el PSOE, un partido que –según el argumentario de entonces- carecía de una opinión clara y homogénea sobre qué era España y que debía hacerse con ella. UPyD aspiraba a ser el McDonald's de la política española: estuvieras donde estuvieras podías tener la certeza de que te ibas a encontrar el mismo proyecto político.
En definitiva, la idea de ser un partido nacional con un discurso único sin variantes dialectales era uno de los principales atractivos de UPyD. Un pacto con Ciutadans (al estilo del PSOE con el PSC o del PP con UPN) representaba poner en riesgo ese proyecto. Dejar el discurso de UPyD en manos de otro partido en una comunidad autónoma tan clave como Cataluña no era, pues, la mejor de las estrategias. Quizás no pactar con C’s impedía a UPyD ser una fuerza relevante en Cataluña, pero se trataba de un peaje a pagar para conseguir la deseada “macdonalización” del partido.
Quizás la negativa de UPyD a dejarse seducir por C’s cobra pleno sentido si lo analizamos desde esta óptica. Aun así, los tiempos han cambiado. A lo largo de esta legislatura UPyD debía haberse dado cuenta que tocaba dejar a un lado la cuestión nacionalista y concentrar todos sus esfuerzos a conectar con el descrédito ciudadano hacia la política. No debía dejarse llevar por el impulso de anteriores legislaturas de ser un partido con un discurso único. Esta legislatura admitía pactos electorales con C’s, incluso si ello requería aceptar presentar diferentes plataformas electorales en distintas partes de España. Puede que las purgas efectuadas por UPyD a todos quienes diferían con la dirección en esta cuestión tuvieran sentido en un momento en que la unidad lo era todo para el partido, pero están siendo una herida mortal en la actual coyuntura.
En definitiva, el colapso de UPyD se debe a que se dejó llevar por la inercia y las lógicas funcionaron en el pasado. Puede que en el pasado sus votantes prefirieran el McDonald's, pero en la actualidad la mayoría de ellos no tendría reparos en acercarse a un buffet libre.
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*Nota: el gráfico muestra los valores predichos en modelos de regresión logit (votar a UPyD) y lineal (valoración Rosa Díez) en las que se incluyen variables de control sociodemograficos básicos (edad, sexo, situación laboral, estatus socioeconómico)
Quizás tengamos ahora la sensación de estar ante un personaje desorientado, superado por los acontecimientos y pilotando un partido al borde del colapso. Sin embargo, la historia quizás no sea tan cruel a la hora de juzgar a Rosa Díez. Y es que, en realidad, la líder de UPyD será especialmente recordada como aquélla política que consiguió algo muy excepcional en política: crear un partido de la nada y convertirlo en una formación con representación parlamentaria durante dos legislaturas consecutivas. En un momento de descalabro de nuestro sistema de partidos, la emergencia de un nuevo partido quizás no parezca tan excepcional. Sin embargo, nuestro sistema de partidos se diseñó para impedir la entrada de nuevas formaciones. Romper el “cártel” partidista era antes de la actual crisis política una tarea extremadamente complicada: tanto la financiación como la presencia mediática de los partidos dependen de los votos y los escaños que en ese momento se tienen, por lo que las formaciones políticas de nueva creación deben conformarse con competir sin contar con los recursos públicos que disponen sus contrincantes.
La habilidad de Rosa Diez para superar los enormes obstáculos que el sistema puso para evitar la entrada de nuevos partidos mereció el reconocimiento y admiración de muchos politólogos, incluyendo a un servidor. Sin embargo, los tiempos han cambiado y hace años Rosa Díez que ha dejado de ser un activo para su partido. Los motivos los comentaba en este mismo blog hace ya dos años: “el elemento crucial para que se mantenga aún el tándem PPSOE es la falta de una opción política creíble que sea capaz de aglutinar la desafección ciudadana y, con ello, conseguir tambalear el sistema de partidos actual. Tanto UPyD como IU (los dos candidatos actuales con mayores opciones para romper con el bipartidismo) no están de momento siendo partidos anti-establishment, más bien al contrario. Y eso es así porque ambas formaciones políticas son víctimas también del descrédito de los ciudadanos. Tanto IU como UPyD son percibidos como parte del sistema, como una pieza más de esa ”política“ que tanto aborrece el ciudadano”.