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Sin pelos en la lengua ni en las axilas

Hace unos años entrevisté a una prostituta. Nos citó en un apartamento cercano a la calle San Francisco, en Bilbao. Era una vivienda menuda que usaba solamente para recibir a sus clientes. El fotógrafo que me acompañó y yo nos sorprendimos mucho de su actitud colaborativa y de algunas cosas que nos dijo. Por ejemplo, que no se depilaba las axilas ni el pubis porque a sus clientes les gustaba con pelos, les ponía. Este es el recuerdo que se me ha venido a la cabeza al leer la noticia de que Amaia Romero, la ganadora de Operación Triunfo, se ha rebelado contra la decisión de TVE de fotoshopear una fotografía suya en la que aparecía con un poquito de vello en las axilasfotoshopear. Antes de distribuirla, se los borraron, no sea que pareciera un ser humano normal. Ella, antes de estampar el autógrafo sobre la foto, dibujó unas líneas negras en la axila, como quien le pone bigote a un retrato.

El caso es que, durante las emisiones del programa, Romero ya se había manifestado contraria a la depilación. En una conversación con una de sus compañeras, Aitana, le aseguró que no tenía intención de depilarse las piernas: “Las mujeres también tenemos pelo”. En TVE lo sabían, podrían haber respetado su decisión, pero les pareció mejor difundir una imagen idílica y nada real de la mujer con la que se proponen hacer negocio. No sea que por unos pelillos se vendan menos discos. Y no sea que las jóvenes que la admiran sigan sus pasos y se imponga esa cosa de que las mujeres no se depilen los sobacos, vamosombre, semejante guarrerío.

Hace cuatro años, una modelo australiana, Maeghan Kausman, publicó en las redes sociales el antes y el después de una fotografía publicitaria de moda de baño en la que había participado. Antes de publicarla, le quitaron vientre y cadera. La cosa tenía su gravedad porque Kausman es (o era) de la talla 40 y la firma es para tallas grandes. ¡La 40 una talla grande! Está justificadísima la consigna feminista de ‘La talla 38 me aprieta el chocho’.

Hace dos años, la cantante Meghan Trainor denunció públicamente que le habían quitado cadera en el videoclip de su canción ‘Me too’. Y resulta que Trainor se había hecho famosa por su himno contrario a la imposición de cánones de belleza y a favor de la reconciliación de cada cual con su cuerpo. Quien retocó el videoclip dispuso que la cantante no es quién para decidir por sí misma la imagen que quiere vender. Le arrebató impúdicamente el juicio. ¿Qué sabrás tú lo que es bueno para ti?

El año pasado, se sumó a las críticas a los retoques fotográficos un prestigioso fotógrafo de moda de origen polaco, Peter Lindbergh. Entonces dijo que es bonito que alguien tenga el valor de ser él mismo. Cuando los hombres hablan no solo se les oye más, parece que dicen cosas más importantes. Tres años antes había declarado en una entrevista lo siguiente: “Los fotógrafos de hoy tienen la responsabilidad de liberar a las mujeres y finalmente a todo el mundo del terror de la juventud y la perfección”. Un fotógrafo liberando a mujeres…. Yo hablaría de miedo a la imperfección y temor a la vejez, no del terror de la juventud y la perfección, pero bueno, no descarto estar muy equivocada.

De estas mujeres lo sabemos; pero no de tantas y tantas. Aunque es fácil encontrar en las redes recopilaciones de fotos muy mal retocadas: imágenes en las que alguien tiene tres manos, le ha desaparecido la pierna, luce una cintura imposible incluso para una avispa y, por supuesto, siempre están muy bien peinadas. Pero lo normal es que nos muestren a mujeres delgadas, con el cutis perfecto, sin arrugas, granos ni lunares; pieles de color sano, negras bastante blanquitas y sin ojeras; chiquillas de 20 años o menos para vender cremas nutritivas cuyo mercado es el de sus madres; criaturas de la talla 40 para vender ropa a mujeres de tallas superiores a la 50 o 52; brazos esqueléticos y piernas esbeltas sin celulitis ni varices ni pelos. Y yo leo la noticia de la reacción de Amaia Romero y recuerdo lo que me dijo una prostituta a la que entrevisté hace unos pocos años.

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Libérate (de los pelos, con Veet, claro)

Hace unos años entrevisté a una prostituta. Nos citó en un apartamento cercano a la calle San Francisco, en Bilbao. Era una vivienda menuda que usaba solamente para recibir a sus clientes. El fotógrafo que me acompañó y yo nos sorprendimos mucho de su actitud colaborativa y de algunas cosas que nos dijo. Por ejemplo, que no se depilaba las axilas ni el pubis porque a sus clientes les gustaba con pelos, les ponía. Este es el recuerdo que se me ha venido a la cabeza al leer la noticia de que Amaia Romero, la ganadora de Operación Triunfo, se ha rebelado contra la decisión de TVE de fotoshopear una fotografía suya en la que aparecía con un poquito de vello en las axilasfotoshopear. Antes de distribuirla, se los borraron, no sea que pareciera un ser humano normal. Ella, antes de estampar el autógrafo sobre la foto, dibujó unas líneas negras en la axila, como quien le pone bigote a un retrato.

El caso es que, durante las emisiones del programa, Romero ya se había manifestado contraria a la depilación. En una conversación con una de sus compañeras, Aitana, le aseguró que no tenía intención de depilarse las piernas: “Las mujeres también tenemos pelo”. En TVE lo sabían, podrían haber respetado su decisión, pero les pareció mejor difundir una imagen idílica y nada real de la mujer con la que se proponen hacer negocio. No sea que por unos pelillos se vendan menos discos. Y no sea que las jóvenes que la admiran sigan sus pasos y se imponga esa cosa de que las mujeres no se depilen los sobacos, vamosombre, semejante guarrerío.