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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

Una rubia cara de mantener

Hace un par de semanas acudí a una administración bilbaína de la Seguridad Social, en busca de un par de documentos que necesitaba presentar en un nuevo empleo. Eran las 8:40 de un lunes y la oficina abría al público a partir de las 9:00.

En la acera, ya hacía cola un hombre de alrededor de 50 años, de estatura mediana, que llevaba un portafolios debajo del brazo y se miraba los zapatos. Me coloqué a esperar detrás de él. Cinco minutos después pasó por delante, taconeando, una mujer de pelo largo, liso y rubio, de no más de 40 años, vestida con una camiseta y unos vaqueros bien ceñidos. Era, en los parámetros de la estética hegemónica, una 'tía buena'. Al oír las pisadas de la mujer, el hombre levantó la cabeza, le siguió unos segundos con la mirada y me dijo:

—Cara de mantener será esa rubia.

—¿¡Qué!?

—¡Que esa rubia será cara de mantener, digo! ¡Que con un albañil o un fontanero no se meterá, no!

¿Y no se te ha pasado por la cabeza que se puede mantener ella sola?

— Oye, que yo no quería ofender a nadie… (Pausa) Anda que no habrá hombres también en la misma situación…

Permanecí perpleja durante el cuarto de hora que me restaba de espera, mientras una batería de preguntas se agolpaba en mi cabeza: ¿Qué le lleva a este hombre a pensar que la mujer rubia está buscando ser mantenida? Siendo las 8:40 de un lunes, todo apunta a que se dirige a trabajar, para ganar el dinero con el que subsistir por sus propios medios. ¿Cómo da por hecho que, de buscar a alguien, la mujer se decantaría por un varón? ¿Qué espera este hombre de las mujeres? ¿Cuál es su papel en las relaciones amorosas? ¿Las tendrá, especulando con intenciones tan desenfocadas? Si la mujer no fuera rubia y una 'tía buena', ¿habría hecho el mismo comentario? ¿Baraja que las rubias, como el resto, también aspiran a una autonomía económica y a unas relaciones sexoafectivas equitativas y saludables? ¿Cómo se permite soltar semejante barbaridad ante una desconocida y quedarse tan ancho? ¿Por qué se extraña después de que la desconocida le responda molesta? Y, algo que me importa bastante menos, pero ya puestas; ¿en serio cree que un albañil o un fontanero cobra siempre menos que un periodista, un licenciado en Derecho o un trabajador social?

Al final del fugaz diálogo asume que existen hombres que también buscan mujeres que les mantengan, ¿pretende así arreglar la cagada, dando a entender que la cosa ha quedado equiparada? ¿Aspira él a ser un mantenido, visto que le parece un chollo el supuesto comportamiento de “la rubia”? ¡Las 9:00! Nunca entré con tantas ganas a tramitar papeleo a una oficina...

(En la foto, un montón de rubias juntas que no están buscando, precisamente, ser mantenidas.)

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En la acera, ya hacía cola un hombre de alrededor de 50 años, de estatura mediana, que llevaba un portafolios debajo del brazo y se miraba los zapatos. Me coloqué a esperar detrás de él. Cinco minutos después pasó por delante, taconeando, una mujer de pelo largo, liso y rubio, de no más de 40 años, vestida con una camiseta y unos vaqueros bien ceñidos. Era, en los parámetros de la estética hegemónica, una 'tía buena'. Al oír las pisadas de la mujer, el hombre levantó la cabeza, le siguió unos segundos con la mirada y me dijo: