Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.
La zarzuela de las chulaponas de Chueca
Vaya chanza la mía, joven zagala, la de salir por la capital de esta España nuestra a disfrutar de esos barrios de bandera multicolor que andan tan en boga por la Europa imperial. Mantilla sobre los hombros, lucimos nuestra galantería y sacamos nuestros abanicos esperando disfrutar de un buen chotis entre otras mujeres de nuestra quinta, ávidas del candor de los cuerpos en los locales nocturnos.
Allí, en la plaza de Chueca, entretenidas en nuestros derechos conquistados, nos sentimos puras gigantas y cabezudas, y entre amarres de fulanitas de tal nos embarcamos en una posada de fama de antaño. Como a mozalbetas curiosas de provincias no nos gana nadie, quedamos prendadas de una cuestión de males de amor que desangraba rosas sobre la barra de la posada.
“Complicado menester el de prendar a una dama rumbosa cuando los años arrecian”. Observamos que no debía pasar los cincuenta años y ya daba por firmados todos los tratados de paz a la guerra del amor. Marchó entre los candiles de la madrugada y nos dejó pensativas sobre aquel cóctel de desventuras que habría ingerido, por el que con cierto rubor cuestionamos a las taberneras.
“No se consideren metomentodo, pues andanzas como las escuchadas abundan en esta posada, que bien podríamos llamarla centro social, donde estas mujeres aprendieron a volar y relacionarse con otras cuando eran aún tiempos muy difíciles para dedicarse a tal menester pudiendo conocer el rostro de la otra”. Raquel y Feli, las taberneras del puerto Smoke, destaparon un sinfín de glosas que allí encontraríamos, tirando de este y otros hilos. Que si Helle, la bravía noruega que desembarcó buscando el barco Libertad, que si una rosa que quiso ocultarse en nombre de flor para no ser conocidos sus desvaríos en sociedad…
Y de la noche a la mañana, comienzo la feria a golpe de carajillo con la librera que le dio algo de luz del día a las sombras de los negocios de noche y oscurantismo. Cuenta que cartografió lo que aún no tenía nombre en este Madrid tan señorial y bautizó laicamente como gay al barrio de Chueca. Entre las bambalinas surgieron los actos de chulaponas como la ilustre moza que se encargó de reconstruir aquel barrio tan degradado, o el de la revoltosa que regalaba caretas en aquella primera manifestación por la visibilidad. Así aparecieron unas y desaparecieron otras huyendo del retrato y del comadreo entre rellanos. Hay nombres y apellidos, otros nombres tienen que ser inventados por un miedo que aún acecha entre leyes que no se hacen eco en la sociedad, pero entre todas las chicas se compuso una gran zarzuela que fue tenida en género chico por años.
Todas estas chicas de género chico fueron orquestadas en un especial que les dedicamos en Pikara Lab, para que la canción que resuene en el eco histórico del barrio de Chueca no sea la del olvido.
Vaya chanza la mía, joven zagala, la de salir por la capital de esta España nuestra a disfrutar de esos barrios de bandera multicolor que andan tan en boga por la Europa imperial. Mantilla sobre los hombros, lucimos nuestra galantería y sacamos nuestros abanicos esperando disfrutar de un buen chotis entre otras mujeres de nuestra quinta, ávidas del candor de los cuerpos en los locales nocturnos.
Allí, en la plaza de Chueca, entretenidas en nuestros derechos conquistados, nos sentimos puras gigantas y cabezudas, y entre amarres de fulanitas de tal nos embarcamos en una posada de fama de antaño. Como a mozalbetas curiosas de provincias no nos gana nadie, quedamos prendadas de una cuestión de males de amor que desangraba rosas sobre la barra de la posada.