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Casado: una segunda oportunidad para afianzar su liderazgo e intentar gobernar gracias a Ciudadanos y Vox

El líder del PP, Pablo Casado, visitará 12 provincias en una semana.

Iñigo Aduriz

“Solo podemos mejorar”. Esta frase pronunciada por uno de los principales dirigentes del Partido Popular a finales de septiembre, justo cuando se conoció el adelanto de las generales al 10 de noviembre, resume la filosofía con la que Pablo Casado y su equipo afrontan la campaña que arranca oficialmente este jueves.

La nueva cita con las urnas supone para el líder del PP una segunda oportunidad después de que en su apenas año y medio al frente del partido haya encajado la mayor derrota de la historia de los populares. Fue en las generales del 28A, cuando solo lograron 66 escaños. En las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo también sufrió un fuerte retroceso, aunque pudo mantener gran parte del poder territorial gracias a los acuerdos alcanzados con Ciudadanos y Vox.

La presidencia de Casado ha estado hasta ahora marcado por esa división de la derecha en tres partidos que hundió el apoyo electoral al PP por las fugas de votantes a los partidos de Albert Rivera y Santiago Abascal y que han cuestionado su propio liderazgo. Ahora aspira a revertir la situación con un mensaje ha repetido hasta la saciedad durante la precampaña, apelando al voto útil del electorado conservador: “La única alternativa a un Gobierno de Pedro Sánchez es el PP”.

La batalla con Ciudadanos y Vox también ha generado una guerra por la hegemonía del centro derecha que Rivera y Abascal se han tratado de atribuir y que Casado se dispone a afianzar en las urnas el próximo 10 de noviembre.

La “reconstrucción del centro derecha”

En la dirección del PP no ocultan su plan para el día después de las elecciones: cualquier resultado que mejore los 66 escaños logrados el 28A, algo que dan por hecho todas las encuestas, será leído por Génova como un éxito y dará oxígeno a Casado para seguir al frente del partido para poder concluir en los próximos años su gran objetivo de “reconstruir el centro derecha” en torno al PP. Se trata de una idea inspirada por el padrino político del líder de los populares, el expresidente del Gobierno José María Aznar y que Casado ya ha llevado a la práctica en algunas instituciones donde el PP gobierno con el apoyo de Ciudadanos y Vox.

Aunque con cautela, en la dirección popular se reconocen como bastante “optimistas” ante los sondeos. Sus encuestas internas les dan una horquilla de entre 90 y 100 diputados, lo que supondría un aumento de entre 30 y 40 respecto a los logrados el 28A. Pero fuentes del equipo de Casado insisten en que con lograr 10 o 20 escaños más que en las anteriores generales se darían por satisfechos porque supondría un gran avance en tan solo seis meses.

El líder del PP ha ido públicamente un paso más allá basándose en encuestas como la última elaborada por Celeste-Tel para eldiario.es que sitúa a los populares en 103 escaños y sin creerse la del CIS del día 29 de octubre que rebajó esas expectativas hasta una horquilla de entre 74 y 81 escaños. “Estamos acercándonos al empate técnico”, afirma Casado, ante la cercanía de las estimaciones de voto para su partido y las del PSOE, al que todas las encuestas siguen dando como primera fuerza.

Bajo el lema 'Por todo lo que nos une', en campaña el presidente de los populares reafirmará su ruptura con la histórica posición del PP de que debía gobernar la lista más votada, y que el partido dejó de lado en la campaña de las andaluzas de 2018 después de que fracasara su intento de reformar la ley electoral en ese sentido.

Gobernará si el bloque logra “un escaño más”

Casado ya ha dicho que si el bloque de derechas –PP, Ciudadanos y Vox– logra “un escaño más” que el de la izquierda y los nacionalistas, él intentará llegar a la Moncloa con la misma fórmula que en Andalucía, un pacto de Gobierno de populares y Ciudadanos apoyado por Vox que posteriormente se repitió tras el 26M en la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia o los ayuntamientos de la capital y de Zaragoza.

Para lograr ese fin más que una campaña rompedora Casado inicia este jueves otra en la que no quiere hacer mucho ruido ni levantar la voz. El objetivo es escenificar esa imagen de líder moderado que tuvo que adoptar tras los fracasos electorales de la primavera forzado por algunos de los principales barones del partido que atribuyeron la debacle al giro a la derecha que emprendió el líder del PP nada más ganar las primarias de julio de 2018 y que lo llevó a acercarse a algunos de los postulados de la extrema derecha en temas como Catalunya, la inmigración o el aborto.

Pese a ese intento por virar al centro que le ha llevado a acercarse al sector del partido más cercano a Mariano Rajoy –fichando por ejemplo como su número dos por Madrid a Ana Pastor–, las políticas que proyecta y está poniendo en marcha el PP allí donde gobierna y, especialmente, en la Comunidad de Madrid que preside Isabel Díaz Ayuso –una de las grandes apuestas personales de Casado para las pasadas elecciones autonómicas del 26 de mayo–, apuntan hacia una estrategia bien diferente que se basa en el modelo más ultraliberal y conservador que también defendió el líder del PP durante los primeros meses de su mandato al frente del partido, que contempla bajadas masivas de impuestos y cuestiona la continuidad de servicios públicos.

“El PP va a seguir siendo el cerebro, el corazón y el pulmón del centro derecha, porque nuestras ideas, nuestro latido y oxígeno han permitido evitar en dos ocasiones el descalabro social y económico en España”, lleva insistiendo el líder de los populares en los últimos días. Se trata de un mensaje que remarcará durante la campaña que se inicia este jueves y que le llevará a 12 provincias en tan solo una semana, comenzando en Sevilla y finalizando en Madrid.

Economía y gestión

La capacidad de gestión y la política económica son las dos grandes bazas con las que quiere jugar Casado en la campaña. De hecho, Génova llegó a enviar una consigna a todos sus cargos orgánicos: evitar asuntos como el aborto y el franquismo que, según llevan explicando desde la dirección del PP prácticamente desde que se hizo público el adelanto electoral, “son temas que le interesa sacar a la izquierda” porque “perjudican” a los conservadores de cara al electorado más de centro.

El líder del PP trata así de seducir al electorado de centro derecha que pudo marcharse a Ciudadanos e incluso a parte del centro izquierda “desencantado” con el PSOE. Su plan estrella, planteado en los últimos meses, era configurar la coalición España Suma que aglutinara a PP, Ciudadanos, Vox e incluso exdirigentes socialistas. Pero en plena batalla con Rivera y Abascal, que no aceptaron la propuesta, la iniciativa decayó. Ahora Casado busca culpar a esos dos rivales electorales de la ruptura del centro derecha que puede permitir a Sánchez seguir en la Moncloa.

En cuanto a las propuestas de su programa el líder del PP apuesta un Plan España para Catalunya, uno de los principales asuntos que centrará la campaña tras la sentencia del procés que Génova no quiso criticar en público –sí lo hizo abiertamente la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo– a pesar de que no contempló el delito de rebelión que Casado ha atribuido a los líderes independentistas durante todo el proceso judicial.

Casado quiere recuperar “la concordia de una tierra cosmopolita y moderna arruinada por el procés”. Los populares han sustituido la promesa de aplicar el artículo 155 de la Constitución de forma inmediata y permanente que incluyeron en el programa del 28A a eliminarlo del texto del 10N y sustituirlo por la activación de la Ley de Seguridad Nacional para que el Gobierno controle a los Mossos d'Esquadra.

Gobernar “para todos”

Frente a la agenda de Pedro Sánchez, que a juicio del PP es “sinónimo de bloqueo y crisis económica”, Casado mantiene una “agenda para la nueva mayoría” que “devuelva la libertad a los españoles” con propuestas de rebajas fiscales, revalorización de las pensiones, tarjeta sanitaria única, libertad de educación y sanidad, unidad de mercado, apoyo a la maternidad o creación de empleo.

El presidente de los populares presentaba este jueves al PP como un partido de gobierno y de Estado que sabe resolver crisis económicas e impulsar la agenda internacional. La campaña se inicia, sin embargo, empañada por las acciones propagandísticas de intoxicación electoral que pretenden desincentivar el voto a cualquier otro partido que no sea el PP adelantadas por eldiario.es y de las que son responsables al menos un cargo de Nuevas Generaciones de Murcia, Javier Ager, así como Josep Lanuza, trabajador de Aleix Sanmartin, uno de los asesores electorales del propio Casado.

El PP se ha desvinculado en todo momento de esas campañas de las que, en cambio, sí le culpan directamente el resto de formaciones políticas. “Este es un partido que juega limpio”, aseguraba este jueves Casado.

“Queremos gobernar para todos, estamos preparados y los españoles tienen urgencia para que se haga”, señalaba, para zanjar: “Si tuviéramos que ir al 10N con una pregunta y esa pregunta fuera ¿usted quiere que Sánchez siga presidiendo el Gobierno de España?, creo que habría muchos más noes que síes. El único partido que puede capitalizar el no a Sánchez, es el PP”.

En Sevilla, en el acto de arranque de la campaña, Casado insistía en esta idea: “Estas elecciones son un plebiscito: un sí o un no a Pedro Sánchez. Frente a ese referéndum en el que Sánchez a convertido el 10N sólo hay una casilla que garantiza el no: el PP. En la casilla del sí entran todos los demás”, informa Daniel Cela.

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