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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El pucherazo de Castilla y León atenaza a Ciudadanos que afronta su primera gran crisis a mes y medio de las generales

Albert Rivera, durante la entrevista en TVE con Carlos Franganillo

Carmen Moraga

Albert Rivera vive sus peores días al frente de Ciudadanos, en caída libre en las encuestas y atenazado por el escándalo de las primarias de Castilla y León, donde un intento de pucherazo para favorecer a Silvia Clemente ha provocado la primera gran crisis en el partido y la desautorización de los principales dirigentes que se implicaron en el fichaje de la expresidenta de las Cortes de Castilla y León, uno de los rostros más reconocidos del PP en esa comunidad.

El escándalo del fraude en la votación interna no solo deja en un limbo a la propia Clemente, una de las incorporaciones rutilantes que el número dos del partido, José Manuel Villegas, se empeñó en presentar como la prueba de que Ciudadanos logra atraer talento de otras formaciones, también ha mostrado a un partido incapaz de responder a la crisis.

El propio Rivera fue el primero que no supo dar una explicación creíble a ese caso durante la entrevista en TVE con el periodista Carlos Franganillo, que arrancó por ahí la conversación. En su primera respuesta, el líder de Ciudadanos intentó desviar el tiro sobre lo sucedido y, en su afán por señalar a otros partidos, llegó a decir que los demás no celebran primarias y que incluso este mecanismo está “prohibido” en el PSOE. “En el PP esto no puede suceder, que haya un candidato que gane unas primarias porque está prohibido votar a candidatos para ser presidente del Gobierno. En el PSOE tampoco”, señaló, pasando por alto que fueron precisamente unas primarias las que devolvieron a Sánchez a la secretaría general tras las maniobras de los barones del partido para descabalgarlo y lograr la abstención en la investidura de Mariano Rajoy.

Los principales portavoces de la formación también se quedaron mudos ante las preguntas sobre el fiasco de Castilla y León. Inés Arrimadas llegó a intentar corregir a una periodista que le preguntó por el pucherazo alegando que ese es “un adjetivo” que ponía la prensa.

Nerviosismo entre los candidatos autonómicos

El nerviosismo por el daño que pueda hacer el caso del pucherazo de Castilla y León -y otros que se están investigando- a la imagen del partido se ha extendido entre algunos de los candidatos autonómicos.

En Cantabria, José López, el rival del diputado Felíx Alvarez, Felisuco, apoyado por la dirección, ha pedido también revisión de los resultados. Lo mismo ha hecho uno de los precandidatos que compitió contra Ignacio Aguado en Madrid, Juan Carlos Bermejo, aunque, como él mismo ha explicado, lo ha hecho solo para comprobar si el sistema es tan “robusto y transparente” como dicen en el partido, ya que él admite su derrota sin paliativos: perdió por 1.000 votos.

Lo cierto es que las dudas sobre la fiabilidad del sistema telemático no son nuevas. Llevan siendo denunciadas desde la IV Asamblea General, en donde la elección de compromisarios ya levantó ampollas. Una de las corrientes críticas, entonces muy activas, TranC'sparencia, fue muy beligerante con el sistema. También la eurodiputada Carolina Punset, hoy fuera de Ciudadanos. Otro de los que pusieron en duda la limpieza de estos procesos fue el hoy concejal de la ULEG (partido independiente del municipio madrileño de Leganés) Carlos Pulido Delgado, autor del libro 'Rivera es un lagarto de V', en el que desvela las irregularidades de estos procesos.

El que ha puesto el dedo en la llaga ha sido Javier Carpio, un informático de Benalmádena (Malaga) que presentó una denuncia en un juzgado de esta capital andaluza por las primarias autonómicas. En una entrevista con eldiario.es, Carpio ha explicado que el partido tiene acceso a las claves que utilizan los afiliados para votar en las primarias y cómo puede el partido favorecer a los candidatos afines al aparato.

También se acaba de saber que la empresa que trabajaba para el partido, Monomio Media SL, encargada de supervisar los recuentos, dejó de prestar sus servicios hace un año, con lo cual en estas controvertidas primarias ha sido el propio partido el que ha realizado ese trabajo sin ningún control externo, según reconocieron fuentes de la formación a eldiario.es. Sin embargo, a pesar de las quejas y las denuncias, la cúpula de la formación ha respondido que no piensa cambian el método.

El partido dice que se actúo con “rapidez”“

El discurso oficial al que sigue aferrada la cúpula de Ciudadanos es que el caso destapado en las primarias de Clemente-Igea ha sido un hecho “aislado” que no puede manchar la imagen de un partido “limpio y transparente” que ha celebrado “más de 300 primarias”. Además, insisten en que una vez detectadas las “irregularidades” se tomaron “medidas de manera inmediata” para corregirlas. “Me parece un éxito democrático y un ejercicio de transparencia”, zanjó desde el Congreso el pasado miércoles el secretario de Programas y Áreas Sectoriales, Toni Roldan. “El caso está en manos de una comisión independiente”, la Comisión de Garantías y Valores de Ciudadanos, recalcó el diputado. Pero de no ser por Igea queda la duda de si el propio partido habría dado a conocer el error, como sostienen desde la dirección.

Este órgano interno concluyó este martes que no hubo “ninguna incidencia” en las primarias autonómicas de Madrid y Murcia - que también están en el punto de mira-, después de que dos de los candidatos perdedores solicitaran más información sobre los votos emitidos.

La crisis del pucherazo se ha intentado salvar con la renuncia de un dirigente de tercera fila, Pablo Yáñez, que dejó la secretaría de Comunicación de Castilla y León pero que en principio sigue como asesor del grupo parlamentario en el Congreso (el partido se niega a responder si va a ser relevado en su puesto).

Quejas por el abandono de medios conservadores

La cita con las urnas se acerca mientras en el partido ha empezado también a cundir cierta sensación de abandono por parte de algunos medios de comunicación conservadores que antes les apoyaban y les defendían. En Ciudadanos más de uno ha empezado a echar de menos ese calor que recibían cuando remaban con el viento a favor, como se reflejaba en el imparable crecimiento en las encuestas. Una de los cosas que últimamente más les ha dolido ha sido ver cómo el diario ABC sacaba en portada una sociedad en la que el marido de Begoña Villacís registró un chalé de lujo de ambos, una información que en el partido se interpreta como un ataque del entorno del PP a la candidata a la alcaldía de la capital.

El propio Rivera ha ironizado sobre ese abandono mediático en alguna de las reuniones internas. En una cita junto a sus colaboradores más estrechos aseguró que tenía dos noticias que darles, una buena y una mala: “La buena es que estamos cerca de llegar a la cima de los 8.000, y la mala es que nos hemos quedado sin sherpas [en alusión a ese abandono de algunos medios de comunicación que les habían sido afines]”.

Y todo esto coincide con las primeras críticas internas a Rivera, que ha tomado decisiones controvertidas durante las últimas semanas. Una de ellas, el fichaje de Clemente, que ha enfrentado a miembros de la dirección de Ciudadanos: el número dos del partido, José Manuel Villegas, ha respaldado a la expolítica del PP, mientras Luis Garicano, el padre del programa económico del partido, se mostraba en contra y alineado con el ganador de las primarias, el diputado Francisco Igea, miembro también de la Ejecutiva de Rivera.

Pero hay voces en el partido que tampoco acaban de ver bien la maniobra de sacar a Inés Arrimadas de Catalunya, donde ganó las elecciones, para situarla como candidata a las generales como cabeza de cartel en Barcelona.

Pero el movimiento que más dudas ha generado puertas adentro es el empeño de Rivera en anunciar que no pactará con Pedro Sánchez después de las generales, una promesa que ya hizo sobre el propio líder del PSOE y también sobre Rajoy y que el dirigente de Ciudadanos luego acabó saltándose.

Creen que acabarán remontando antes del 28A

Mientras algunos candidatos se muestran muy preocupados por las encuestas y por la sangría de votantes que se marchan a Vox, desde la dirección defienden que acabarán remontando, que se trata de una situación “coyuntural” y que en las semanas de campaña podrán recuperarse. Los más optimistas confían en doblar el número de escaños y adelantar al PP para poder liderar un Gobierno de coalición con el partido de Casado y el apoyo de Vox, un partido que va ser decisivo en las próximas generales para decantar la balanza hacia la derecha.

La celebración de las primarias, sin embargo, no retrata a un partido demasiado movilizado. La ausencia de debates internos y las pugnas desiguales entre los candidatos del aparato y el resto de aspirantes, que no reciben ayudas económicas para sus campañas ni tampoco el censo de militantes, no han animado demasiado los procesos.

La propias primarias de Rivera para la presidencia del Gobierno y de Inés Arrimadas como número uno por Barcelona al Congreso, han dejado al descubierto el escaso entusiasmo que están suscitando entre los afiliados. De hecho, Rivera logró tan solo 7.792 votos, con un 32% de participación de un censo cifrado en 25.364 militantes con derecho a voto. Y su portavoz nacional consiguió involucrar únicamente en el proceso al 19% de la militancia barcelonesa, su feudo. Y eso que para votar solo había que encender el ordenador.

Ambos dirigentes presumieron después de “respaldo” interno en el acto de presentación de Rivera como candidato oficial a la Moncloa. “Quienes no hacen primarias no saben lo que es sentir el respaldo de los compañeros que te dan su apoyo”, llegó a señalar Arrimadas.

Sus respectivos resultados fueron interpretados por algunos de los participantes en esos elecciones internas como un primer castigo al hiperliderazgo de Rivera y a su decisión de descabezar Catalunya en un momento tan delicado para el partido con el único fin de llevar a la portavoz nacional a Madrid para respaldar al líder y hacer campaña.

Es más, hay quien piensa de puertas adentro que es un síntoma de debilidad y de la falta de cuadros de Ciudadanos para afrontar un ciclo electoral en el que se lo juegan todo, primero el 28-A y un mes después en las autonómicas y municipales.

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