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El agente de la UCO que dio a Granados el chivatazo de Púnica detectó a sus compañeros trabajando en Valdemoro

Francisco Granados.

Marcos Pinheiro

Una noche de copas en septiembre de 2014 ha desembocado en el juicio que se celebra desde este martes en la Audiencia Nacional por revelación de secretos y aprovechamiento del delito. Francisco Granados se ha sentado en el banquillo del primer juicio de Púnica por beneficiarse de un chivatazo de un agente de la UCO sobre la investigación que estaba en curso contra él.

Ese agente de la UCO, José Manuel Rodríguez Talamino, ha sido el primero en declarar, poco después de que la defensa de Granados haya pedido la nulidad de las grabaciones donde se hablaba del chivatazo.

Talamino, que trabajaba montando dispositivos de grabación, ha negado que alertase a Granados de la colocación de una cámara frente a las oficinas de David Marjaliza. Sí que ha reconocido que habló con el exsecretario general del PP de Madrid de que la UCO estaba trabajando en Valdemoro, el epicentro de la Púnica. “Yo he detectado a compañeros míos trabajando el Valdemoro, reconocí a personas de la unidad en Valdemoro”, ha asegurado.

Los hechos que se enjuician ahora ocurrieron a principios de septiembre de 2014, durante las fiestas de Valdemoro, el pueblo de Granados. A altas horas de la noche, y con unas copas encima, Talamino confesó a Granados que la UCO que habían colocado una cámara frente al despacho de su socio, el empresario Marjaliza.

Medidas de seguridad adicionales

A la mañana siguiente, Granados se puso en contacto con el guardia civil en excedencia Caro Vinagre, su asesor de confianza, y quien le puso en contacto con Talamino. A partir de ahí, comenzaron a tirar del hilo de la revelación del agente de la UCO. “Tiene una pinta mala, mala”, comentó Granados a Caro Vinagre en una conversación grabada.

Granados alertó entonces a Marjaliza. “Comenzaron a adoptar unas medidas de seguridad adicionales, que obligaron a disminuir su frecuencia de llamadas y el contenido de las mismas”, señala el auto del juez Eloy Velasco. El empresario, a quien no se juzga en esta pieza separada, admitió que había “quemado” documentos que le incriminaban. La defensa de Granados ha denunciado que debería ser también juzgado en esta causa.

Según el relato de Talamino, tan solo le comentó a Granados que había visto a sus compañeros de la UCO, los del grupo de seguimiento, trabajando en Valdemoro. Les detectó porque salían por el pueblo en pareja, y no residían allí. “Le digo a Granados que hay tanto trabajo que la unidad ha llegado ya hasta Valdemoro”, apunta Talamino, que reduce esa alerta a un comentario inocuo.

Granados, ya sobre aviso, volvió a preguntarle al día siguiente, en el mismo local de copas, sobre “ese supuesto dispositivo”. “Le dije que no tenía ni idea”, asegura Talamino, que sostiene que nunca supo que se estaba investigando a Marjaliza. “Jamás relacione el nombre de Marjaliza con la Operación Púnica”, ha sentenciado. Talamino ha negado así haber dado ningún chivatazo a Granados.

Tras él ha sido el turno de Caro Vinagre. Durante su interrogatorio se han escuchado en la sala la serie de llamadas que intercambió con Granados tras el chivatazo, y en las que acuerdan conseguir más información, porque el político insistía en la advertencia de Talamino. “Granados me dijo que le había parecido muy raro, que no le había gustado”, ha comentado.

Este guardia civil en excedencia, que era jefe de seguridad de Granados, ha dicho no recordar la mayor parte del contenido de las llamadas: “Son conversaciones muy coloquiales con un amigo, no puedo recordar a quien me refería”. Ha añadido que nunca presionó a Talamino, amigo suyo, para conseguir más información sobre el dispositivo de la UCO.

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