PSOE y Unidos Podemos encaran el ciclo electoral convencidos de que tendrán que entenderse
La relación política entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias vive su mejor momento desde que el socialista está en Moncloa gracias a una moción de censura que tuvo en Unidos Podemos su principal apoyo. La relación entre ambos dirigentes ha tenido altibajos desde que el primero fue elegido secretario general del PSOE tras las europeas de 2014, en las que Podemos irrumpió con más de un millón de votos. El presidente y su socio preferente consideran que su futuro está entrelazado tras las urnas.
A pesar de que en 2016 Sánchez se decantó por llegar a un acuerdo con Albert Rivera, ahora tiene en Iglesias a su principal aliado. También ha mejorado su relación personal. En Moncloa están convencidos de que Ciudadanos ha virado hacia la derecha y dan por imposible un acuerdo en los términos que firmaron hace ya casi tres años. La dirección del PSOE considera que Rivera siempre inclinará la balanza hacia el PP, como está ocurriendo en Andalucía a pesar de que Susana Díaz ganó las elecciones.
En Ferraz consideran, además, que el PSOE se ha afianzado como primera fuerza de la izquierda tras haber estado amenazado en dos generales por un sorpasso que no se produjo. Los socialistas han asumido que el bipartidismo se ha transformado en cuatro grandes formaciones y miran de reojo a Podemos con la preocupación de que caiga electoralmente y complique así la suma en la izquierda. Para la dirección de Sánchez, la fórmula de PSOE y Podemos –con sus confluencias o marcas blancas– es la natural para gobernar, según explican fuentes de Moncloa.
En Unidos Podemos también han cambiado su actitud hacia los socialistas y ahora es de sustento al Gobierno. El análisis que hacen en el grupo que pilota Iglesias es que la mejor receta para detener el crecimiento de la derecha es demostrarse útiles para la mayoría social del país y articular políticas desde las instituciones que mejoren la vida de las personas.
En el grupo confederal esgrimen el acuerdo presupuestario como ejemplo de estas medidas, con la subida del SMI a 900 euros, la mejora en las prestaciones por dependencia o la revalorización de las pensiones como principales banderas. Unas medidas que necesitan del apoyo de todos los partidos que hicieron posible la moción de censura y que, en buena parte, precisan de la aprobación de los Presupuestos de 2019 para consolidarse.
El presidente de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, se ha implicado directamente en los gestos de distensión que han protagonizado en las últimas semanas desde Madrid y desde Catalunya e incluso visitó a Oriol Junqueras en prisión con ese objetivo. El grupo confederal exige a Pedro Sánchez que le dé más “impulso” a su acción de Gobierno tanto en la parte social como territorial. “Nosotros ya hemos hecho nuestro trabajo. Ahora le toca a Sánchez”, ha repetido Iglesias en varias ocasiones.
Tanto para Sánchez como para Iglesias es fundamental que salgan adelante los presupuestos y tienen más esperanzas después de que los partidos independentistas apoyaran los objetivos de déficit. No obstante, en el Gobierno reconocen que no saben cuál será la posición de PDeCAT y ERC en la tramitación de las cuentas públicas y que no lo sabrán hasta el último momento. La división en el independentismo también es una ventana de oportunidad para Sánchez si finalmente se imponen las tesis de quienes abogan por permitir la aprobación de los presupuestos.
Nadie descarta el adelanto electoral, a pesar de que Sánchez trató en su última comparecencia de desvincular las cuentas de la fecha de los comicios. No obstante, sí reconoció recientemente que un fracaso en su aprobación acortaría su vocación de acabar la legislatura. Ante los vaivenes del Gobierno acerca de los presupuestos, en Unidos Podemos se prepararon por la posibilidad de que Sánchez convocara a las urnas en la primera mitad de 2019.
Pablo Iglesias convocó primarias a finales de año para dejar la maquinaria preparada antes de irse de baja de paternidad. Sánchez le respondió públicamente que aún tenía muchos meses por delante antes de convocar los comicios. El secretario general asegura que, si se convocan elecciones, saldrán a ganarlas. En Podemos y sus confluencias son conscientes de que el entendimiento con el PSOE será imprescindible antes y después de la contienda en las urnas. De hecho, los de Iglesias dependen de los socialistas para mantener las alcaldías que lograron en 2015, como la de Madrid o Cádiz, entre otras.
Barones del PSOE miran a Ciudadanos
Dentro del partido socialista hay dos almas sobre cómo afrontar lo que queda de legislatura ya que en un sector importante de la organización preocupa que el apoyo de los independentistas lastre las aspiraciones electorales en determinados territorios. La lectura de las andaluzas que hacen los principales barones y muchos dirigentes es que gobernar gracias a ERC y PDeCAT ha pasado factura y están convencidos de que lo hará en territorios como Castilla-La Mancha, Extremadura o Aragón.
Sánchez también marcó distancias con los independentismos tras el varapalo en Andalucía, pero el presidente está convencido de que sale ganando cuanto más tiempo esté en Moncloa. Algunos presidentes socialistas difieren en ese punto de vista y miran al centro derecha de Ciudadanos como posible aliado tras los comicios del 26 de mayo.
“La única mayoría que sale en todas las encuestas y que se va a poder construir en España vendrá desde el centro”, expresó Emiliano García-Page en una entrevista en El Mundo refiriéndose a un “Gobierno del PSOE apoyado por Ciudadanos”. “La posición que tiene Albert Rivera en torno a la Constitución y al modelo de país me parece muy compatible con el PSOE. Rivera podría ser perfectamente del PSOE, al menos del PSOE en el que yo me afilié”, sentenció el presidente de Castilla-La Mancha.
En algunas federaciones socialistas consideran que Ciudadanos puede convertirse en su tabla de salvación si se produce una eventual caída de Podemos. En Castilla-La Mancha, por ejemplo, Ciudadanos no tiene representación parlamentaria pero previsiblemente la obtenga en 2019 y puede amenazar a los dos diputados que actualmente tiene la formación de Iglesias. El ascenso en Aragón también puede hacer peligrar el gobierno de Javier Lambán.
Albert Rivera está dispuesto a negociar con los barones críticos del PSOE tras las próximas citas electorales. Mientras que Pablo Casado da por hecho que la fórmula de Andalucía (PP con Ciudadanos y el apoyo de Vox) será la tónica, la formación naranja advierte de que no será un modelo a exportar de manera automática. Para evitar que se le vincule continuamente con la extrema derecha de Vox, Rivera estudiará dar el apoyo a los barones “no sanchistas”.