El PSOE entra en modo pánico tras las elecciones andaluzas
El PSOE entró en modo pánico el pasado domingo cuando el avance de la participación en las elecciones andaluzas se desplomó. Los socialistas eran conscientes de que una baja afluencia a las urnas corría en su contra y la dirección de Susana Díaz llamó a rebato a los suyos para que fueran a votar cuando ya poco podía hacer por despegar el resultado. Desde entonces, la situación solo ha empeorado.
Los socialistas vieron cómo la derecha sumaba por primera vez más que la izquierda y que, más allá de darse un batacazo al perder 400.000 votos, perderían por primera vez en 36 años la Junta. En San Telmo todavía lo están digiriendo mientras que en Ferraz ya están preparados para “tomar el control” en la todopoderosa federación andaluza, a la que el propio Pedro Sánchez ha pedido una “renovación”.
Pero el terremoto ha llegado al resto de territorios, que temen que haya réplicas en el ciclo electoral que se avecina. “Si el PSOE andaluz se deshace, el PSOE español no tiene opciones de ganar”, advierte un dirigente socialista. En las federaciones socialistas también han saltado todas las alarmas después de varios meses en los que tanto los socialistas andaluces como la mayoría del partido consideraban que podían capitalizar la llegada de Sánchez a Moncloa, a pesar de que lo hiciera apoyado en los independentistas.
Tras los comicios andaluces, los dos PSOE han vuelto a resurgir. Mientras que la dirección de Sánchez acusa fundamentalmente a Díaz del hundimiento por hacer una “campaña de trámite”, el susanismo señala a Moncloa como causante por el acercamiento a los independentistas. “Moviliza a la derecha y no moviliza a los nuestros”, resume una de las fuentes consultadas.
“Quien subió electoralmente fue ese partido que se llevó toda la campaña hablando de Catalunya y de España; pues también habrá que reflexionar sobre eso”, retó la presidenta en funciones a Sánchez poco antes de verse las caras en el acto de conmemoración de los 40 años de la aprobación de la Constitución.
Para los presidentes socialistas de comunidades como Extremadura o Castilla-La Mancha, cualquier acercamiento con los independentistas les perjudica electoralmente. Son los barones que se enfrentaron a Sánchez a finales de 2015 y en 2016 para evitar que pactara con Pablo Iglesias y ERC y PDeCAT para gobernar. Recientemente Emiliano García-Page, que tiene un vicepresidente de Podemos, retomó ese discurso: “Si Podemos sigue insistiendo en defender el derecho de autodeterminación, eso para mí es motivo suficiente para no poder formar Gobierno con ellos”.
Son esos barones los que tienen un discurso más duro en lo territorial: “Me parece más peligrosa todavía la xenofobia que se esconde tras el independentismo catalán”, expresó Emiliano García-Page tras considerar “peligrosos” a los movimientos de extrema derecha como Vox.
El secretario de Organización del PSOE y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, sí reconoció que “todo influye” en las urnas aunque descargó la responsabilidad en la “propaganda” que hacen otros partidos sobre la relación del Gobierno con el independentismo. “Me he cansado de decir que no pactamos nada con los independentistas”, expresó Ábalos, que puso como ejemplo las acusaciones de que el Ejecutivo ordenaría rebajar la acusación contra los líderes del procés.
Rebrota el debate sobre las alianzas
“Necesitamos un estudio postelectoral serio”, dice un miembro de las Ejecutiva del PSOE, que atribuye la caída a distintos factores, como la desmovilización de la izquierda, porque daba por hecho que estaba “ganado”, o al desgaste de los 36 años ininterrumpidos de gobierno, “que se deben ponderar”, según explica.
Por ahora la reacción del Gobierno se ha visto rápido con un cambio de estrategia de Sánchez tras el batacazo en Andalucía. Decidió presentar los presupuestos en el Congreso en enero mientras que hace apenas tres semanas reconoció que no lo haría sin tener amarrados antes los apoyos para no “marear” a los españoles. Ahora Moncloa quiere dejar claro que tiene la iniciativa y que no le marca el paso Quim Torra: “No somos dependientes del mareo al que pudieran someternos los partidos independentistas”.
El Gobierno cree que tiene posibilidades de sortear la enmienda a la totalidad si el PDeCAT se abstiene en las que presenten PP y Ciudadanos –dan por hecho que ERC no puede votar con esas formaciones de derechas– y que, a partir de ahí, se abre un camino en el que les quedan algunas esperanzas de que las cuentas acaben aprobadas. Además, consideran que las protestas por los recortes en Catalunya dan argumentos a los independentistas para apoyar los presupuestos. “Veremos si acompañamos a las izquierdas españolas. Hemos estado siempre cuando ha sido necesario”, expresó la consellera Ester Capella en un acto con Unidos Podemos el jueves, informa Aitor Riveiro.
La posibilidad de llegar a un acuerdo presupuestario con los independentistas genera inquietud en algunos territorios socialistas. “Lo que nos faltaba. Eso nos mata”, comenta un diputado regional.
Inquietud en los territorios
Ese temor a que se vinculen los debates tiene una traslación a la discusión sobre el adelanto electoral. En la mayoría de las federaciones socialistas rechazan que haya una coincidencia de las municipales y autonómicas con las generales. “Creo que una acumulación tan masiva de elecciones no permite el debate sosegado que necesitan las distintas elecciones”, deslizó recientemente Ximo Puig. Sin embargo, en los territorios en los que se celebran elecciones regionales sí esperan recibir el tirón de los municipios donde gobiernan: “Los alcaldes tirarán mucho”, reflexiona un dirigente territorial sobre la coincidencia el 26 de mayo.
Sánchez es consciente de ese rechazo y lanzó un mensaje de tranquilidad el jueves en una conversación informal con periodistas en la que recordó que de igual modo le pedían que hiciera coincidir las generales con las andaluzas y no lo hizo.
Donde también ha causado inquietud el resultado de Andalucía es en Madrid, donde los socialistas obtuvieron un pésimo resultado en 2015, no tienen por ahora un candidato potente a la vista y dan por hecho que será uno de los lugares donde Vox tendrá fuerza. “En el Ayuntamiento desaparecemos porque ya no hay voto útil, lo capitalizaría Carmena”, dice un dirigente madrileño.
El otro foco de preocupación de los socialistas es el auge de Vox, no solo porque “bebe de los restos de la fuerza más votada” sino por el desgaste que puede provocar también en su propio electorado. “Algo estamos haciendo mal para que la gente no nos vea capaces de solucionar los problemas”, reflexiona un barón socialista.
“Algo mal hemos hecho la derecha, por supuesto, pero también la izquierda”, reflexionaba un alto cargo de Moncloa el domingo de las elecciones, antes de que las urnas le dieran a Vox un resultado aún mayor del que se esperaba en las últimas encuestas. Los socialistas ya habían pasado al ataque contra la fuerza de Santiago Abascal y Sánchez ahora confía en que el escoramiento de PP y Ciudadanos por un acuerdo con Vox le despeje el camino del centro.