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El ascenso de la primera general evidencia la falta de igualdad en los altos cargos de las Fuerzas Armadas

Imagen de archivo de unos militares del Ejército de tierra

Laura Galaup

La coronel Patricia Ortega se ha convertido este viernes en la primera mujer general del Ejército, después de que el Consejo de Ministros haya aprobado su ascenso a general de brigada, tal y como ha adelantado El País. El ascenso vuelve a situar en el foco la situación de las militares en nuestro país. La presencia femenina en la disciplina castrense lleva más de una década estancada: solo representan el 12% del total del personal. Según los datos del Ministerio de Defensa, el porcentaje de mujeres en nuestras Fuerzas Armadas supera al de la media de los países de la OTAN, que es del 10,9%. La cifra se encuentra por debajo de la de las países como EEUU y Francia, aunque por encima de Alemania, Italia o Reino Unido.

El Ministerio de Defensa consiguió duplicar la proporción de mujeres del año 2000 al 2006, pasando del 6,6% al 12%. Sin embargo, a partir de entonces solo ha conseguido aumentar unas décimas, terminando el año 2018 con 101.792 hombres y 14.893 mujeres (12,8%), según los últimos datos publicados por el Observatorio militar para la igualdad.

Los ascensos como el de Ortega son decisiones discrecionales del Gobierno. Este se producirá después de que la militar haya realizado el curso al que fue convocada en el mes de noviembre. A pesar de que uno de cada diez militares son mujeres, conforme se escala en el escalafón los porcentajes disminuyen ya que la cifra de oficiales mujeres apenas supera el 9% y la de suboficiales, el 5%. La mayor parte de las militares (16,4%) pertenecen a la escala más baja: la tropa y la marinería.

La diputada socialista y comandante retirada del Ejército de Tierra Zaida Cantera valora positivamente este nombramiento, aunque apuesta por modificar esta normativa para reducir los tiempos. “Tenemos que cambiar el sistema de ascensos. El sistema de ascensos en algunos casos está extremadamente ligado a tiempos y no se basa tanto en esos conceptos que existen en la sociedad de mérito, igualdad y capacidad”, apunta.

“No se puede decir que la llegada de esta mujer normaliza la situación, al contrario, evidencia que queda mucho por avanzar. Tan malo es tener cero mujeres generales, que una”, incide Teresa Franco, cabo del Ejército del Aire en excedencia, y actual concejala del PSOE en el Ayuntamiento de Murcia.

Esta dinámica también se repite en otros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad estatales, como en la Guardia Civil, donde solo el 7,3% del personal en activo son mujeres. Esta proporción se reduce al 3,7% entre los oficiales. Por su parte, en la Policía Nacional esta cuota supone el 13%.

31 años de la incorporación femenina

La llegada de la primera mujer coronel a las Fuerzas Armadas se produce después de que el año pasado se celebrase el 30 aniversario de la incorporación femenina a la disciplina castrense. Ortega fue una de las pioneras e ingresó en la primera promoción. El procedimiento para alcanzar este puesto es lento y requiere una inversión de años en cada una de las escalas inferiores. Fuentes militares explican que este procedimiento está regulado por la ley de la carrera militar.

Según los últimos datos publicados por el Observatorio militar para la igualdad, el año 2018 se cerró con siete mujeres coroneles – una de ellas era Ortega – y 161 tenientes coroneles. Entre los suboficiales, en esas mismas fechas, Defensa únicamente contaba con una suboficial mayor y una subteniente. Las dos son mujeres trans y en los dos casos la transición de género se realizó ya dentro del régimen castrense e iniciaron su carrera como tales siendo físicamente un hombre.

Estrella Cid, subteniente del Ejército de Tierra, entró hace 36 años en las Fuerzas Armadas españolas y comenzó la transición de género hace tres años. En noviembre el Ministerio de Defensa publicó en su boletín oficial el reconocimiento de cambio de nombre.

Denuncian dificultades al solicitar la conciliación

Más allá de la lentitud de los procesos de ascenso, desde la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) aportan algunos factores más que contribuyen a este estancamiento de la participación femenina. “En las Fuerza Armadas no se dan las condiciones para que una mujer entre, quiera ser madre y tenga la misma capacidad para ascender que un hombre”, reseña Jorge Bravo, secretario general de este colectivo.

Bravo, que también pertenece a la Plataforma de Mujeres Policías y Militares, explica que para ascender se valora el trabajo en misiones internacionales y la realización de cursos, “cuando las mujeres se embarazan y dan a luz pierden estas opciones”, reseña. Asimismo, explica que hay evaluaciones subjetivas que también influyen y en las que “se pierden puntos” si las encuestadas solicitan medidas de conciliación.

La politóloga María de Lluc Bagur constató esta afirmación en un informe sobre la incorporación de las mujeres en el Ejército, elaborado por el Centro Delàs de Estudios por la Paz, en el que reseña que las normativas que facilitan la conciliación familiar y laboral, “dificultan el ascenso profesional a la persona que las ejerce, y mayoritariamente en el Ejército las ejercen las mujeres”. “Asimismo, esto fomenta que los hombres se autoexcluyan del disfrute de las medidas de conciliación por miedo a los prejuicios y la mala reputación”, sentencia esta analista.

Esta redacción ha tratado de ponerse en contacto con el Ministerio de Defensa para conocer su opinión sobre los procesos de ascenso, sin haber recibido respuesta por el momento.

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